Opinión
Estados Unidos designó recientemente al Clan del Golfo como una organización terrorista. El grupo es considerado como la guerrilla más poderosa de Colombia y el mayor traficante de cocaína del país. Se presenta como un actor político legítimo, pero en realidad es un cártel criminal de 3500 miembros que cuenta con su propio ejército uniformado de 6000 militantes.
El clan opera en aproximadamente un tercio de los 1103 municipios colombianos, donde presuntamente recluta niños soldados, se dedica a la minería ilegal de oro, la extorsión, la malversación de fondos y exige dinero a las empresas más grandes del país. Pero la principal fuente de financiación del Clan del Golfo es el negocio de la cocaína, que mata a miles de personas cada año en Estados Unidos.
El Clan del Golfo realiza ataques contra civiles y contra funcionarios del gobierno. Presuntamente paga 3500 dólares por cada "policía muerto". Durante décadas ha traficado con cocaína colombiana hacia los Estados Unidos y Europa, y ahora se estima que introduce de contrabando cientos de toneladas de cocaína al año hacia estos destinos. También trafica con inmigrantes ilegales a través del Tapón del Darién, una región selvática que une Colombia con Panamá. Esto es relativamente fácil para el clan, ya que su base se encuentra en la región del norte de Urabá, en Colombia.
En abril, las fuerzas militares colombianas mataron a ocho miembros del Clan del Golfo. Al mes siguiente, las fuerzas militares capturaron a más de 200 miembros del clan. Pero el clan sigue fuerte y hay otros grupos narcoterroristas en Colombia. Las otras tres organizaciones terroristas extranjeras (FTO) designadas por Estados Unidos en Colombia son grupos guerrilleros marxistas.
Dairo Antonio Usuga, alias "Otoniel", líder del violento cartel del Clan del Golfo, en una base militar en Necocli, Colombia, el 23 de octubre de 2021. (Oficina de prensa presidencial colombiana vía AP)Petro no pareciera tener control sobre el país, lo que podría considerarse como un Estado fallido. Estados Unidos incluyó en septiembre a Colombia en la lista de países que no cooperaron plenamente en la lucha contra el narcotráfico, y sancionó a Petro en octubre por las acusaciones de que permite que se fortalezca el comercio de cocaína en Colombia.
Rubio decidió proceder con la designación de organización terrorista extranjera (FTO) del Clan del Golfo el 4 de diciembre. Al día siguiente Colombia anunció un acuerdo de paz con el grupo, lo que planteó dudas sobre si la decisión de Rubio asustó a los militantes guerrilleros y los llevó a buscar finalmente la paz.
Fue demasiado poco y demasiado tarde. El 10 de diciembre, el presidente Donald Trump dijo a los periodistas en el Despacho Oval que Petro había sido "bastante hostil con Estados Unidos". Y añadió: "Va a tener grandes problemas si no entra en razón".
La nueva designación del Clan del Golfo como organización terrorista extranjera probablemente signifique que Estados Unidos confiscará todos los activos del clan que tenga en instituciones financieras estadounidenses y procesará a cualquiera que proporcione apoyo material al grupo.
Pero también podría allanar el camino para realizar ataques militares directos contra los barcos, bases y fábricas del clan en Colombia. En el contexto del debate sobre los ataques militares contra objetivos terrestres en Venezuela el 12 de diciembre, Trump señaló que también hay tres fábricas de cocaína en Colombia.
La administración Trump está haciendo lo correcto contra el tráfico de drogas en América Latina. Y Washington podría hacer más en México y China, donde se fabrica una droga aún peor que la cocaína: el fentanilo. Estados Unidos también podría empezar a utilizar herbicidas contra los arbustos de coca.
Estados Unidos necesita abordar estos problemas tanto desde el lado de la oferta como desde la demanda de la adicción a las drogas. La designación estadounidense del Clan del Golfo forma parte de la solución desde el lado de la oferta y es una respuesta legítima al tráfico mortal de cocaína de este grupo. Los ataques militares contra sus campos de coca, fábricas de cocaína e infraestructura de tráfico están plenamente justificados.
Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no reflejan necesariamente las opiniones de The Epoch Times.
