Lo que comienza como una elección de ver pornografía puede convertirse en una batalla neurológica y física, ya que nuevas investigaciones demuestran que verla con frecuencia reconfigura el cerebro de una manera similar a la adicción a las drogas.
El nuevo estudio, publicado en Frontiers in Human Neuroscience, ofrece información sobre cómo el consumo frecuente de pornografía puede reconfigurar los circuitos de recompensa y control del cerebro, lo que conduce a la excitación neurológica, cambios de comportamiento y una posible dependencia, comparable a la observada en los adictos a los opioides.
Recableado cerebral provocado por la obsesión
El estudio, realizado en la Facultad de Medicina de Chengdu, China, contó con la participación de 21 estudiantes universitarios sanos que veían contenidos pornográficos en distintos grados y no tenían antecedentes de consumo de sustancias. Los participantes se dividieron en dos grupos: los que consumían pornografía de forma ocasional y con baja frecuencia, y los que tenían una obsesión crónica.Para el experimento se seleccionó un video pornográfico de 10 minutos. Antes y después de ver el video, los investigadores midieron el funcionamiento cognitivo y los tiempos de reacción de los participantes. Además, mientras los participantes veían el video, también se registraron su actividad neuronal en tiempo real, sus signos vitales y sus expresiones faciales.
Los resultados revelaron que el consumo frecuente de pornografía crea tres cambios distintos en la forma en que nuestro cerebro y nuestro cuerpo responden.
1. Los circuitos de recompensa del cerebro se secuestran
Según los investigadores, cuando los consumidores habituales de pornografía veían el vídeo, sus patrones cerebrales mostraban características similares a las de las personas adictas a drogas como la cocaína o los opioides.Las áreas del cerebro asociadas con la toma de decisiones, el autocontrol y la anticipación de la recompensa —la corteza prefrontal ventrolateral, la corteza prefrontal dorsolateral y el área frontopolar, respectivamente— experimentaron una mayor conectividad.
Estos cambios pueden llevar al espectador a seguir viendo pornografía, lo que da lugar a un comportamiento compulsivo, incluso priorizando la pornografía por encima del trabajo, la vida social u otras actividades que solía disfrutar.
Además, la exposición regular a la pornografía provoca una liberación intensa y sostenida de dopamina, lo que a su vez genera tolerancia y desensibilización. Lo que antes excitaba a alguien puede dejar de ser suficiente, lo que lleva a la persona a buscar contenidos más extremos para experimentar el mismo nivel de sensación.
2. Las respuestas emocionales se asemejan al consumo de drogas
Más allá de los cambios neurológicos, el estudio también descubrió que las reacciones emocionales de los consumidores de pornografía se asemejaban a las observadas en la adicción a las drogas.Por ejemplo, los consumidores de opiáceos experimentan una calma intensa, euforia, alivio del dolor y una sensación de percepción borrosa, lo que conduce a una disminución de la frecuencia cardíaca. De manera similar, los investigadores observaron que los participantes que veían pornografía tenían una frecuencia cardíaca más baja, y que los consumidores habituales de pornografía mostraban una disminución más pronunciada.
Las expresiones faciales emocionales mientras veían el video de 10 minutos revelaron patrones aún más reveladores. Los espectadores frecuentes de pornografía mostraban expresiones faciales intensas de placer y felicidad, similares a la euforia reportada por los consumidores de drogas.

Sin embargo, también mostraban significativamente más ira y tristeza que los espectadores ocasionales, lo que sugiere mayores fluctuaciones emocionales dentro del grupo frecuente. Según los investigadores, estos altibajos emocionales pueden deberse a sentimientos contradictorios de excitación, angustia similar a la abstinencia y alteración del control emocional en el cerebro.
Lo más preocupante es que los espectadores habituales de pornografía se mostraban menos sorprendidos y tenían expresiones más indiferentes, similares a la intensa calma provocada por los opioides. Además, este grupo mostraba mayores niveles de ansiedad y depresión.
Por el contrario, los espectadores ocasionales de pornografía mostraban más expresiones de disgusto y miedo, lo que, según los investigadores, podría indicar que estaban menos inmersos y menos insensibles emocionalmente. Este patrón implica que conservaban una reacción defensiva más típica ante contenidos explícitos.
3. Pensamiento confuso
La función cognitiva también se ve significativamente afectada por el consumo de pornografía. El estudio midió la precisión y los tiempos de reacción de los participantes al completar una prueba de colores y palabras antes y después de la sesión de visualización, y descubrió que los consumidores habituales de pornografía presentaban un mayor deterioro en ambos aspectos.Los resultados ponen de relieve cómo el consumo frecuente de pornografía puede afectar a la capacidad de una persona para regular la atención y emitir juicios sensatos.
La cuestión de la adicción
Los hallazgos del estudio plantean importantes preguntas sobre cómo interpretar los cambios cerebrales observados. Nicholas Borgogna, profesor adjunto de la Universidad de Alabama en Birmingham, especializado en adicciones y salud sexual, advierte contra las conclusiones precipitadas sobre la “adicción a la pornografía”.Borgogna, que no participó en el estudio, declaró a The Epoch Times que existe un debate sobre si las personas que desarrollan problemas con la pornografía debido a un control impulsivo deficiente deben considerarse “adictas”.
Afirmó que, dado que el sexo es intrínsecamente una de las actividades más gratificantes para los seres humanos, la pornografía puede explotar esta novedad y provocar problemas de control de los impulsos.
Los investigadores de Chengdu señalaron que la hiperactivación prolongada del sistema de recompensa podría provocar “reacciones de abstinencia”, como ansiedad, irritabilidad, depresión e ira, si se dejara de ver pornografía durante un periodo prolongado.
Sin embargo, hay pocas pruebas de que se produzcan verdaderas reacciones de abstinencia, según Borgogna. Es poco probable que alguien que ha visto pornografía todos los días durante un año empiece a vomitar y a temblar por falta de pornografía si pasa unos días sin verla. El cerebro es dinámico y cambia constantemente, lo que sugiere que cualquier efecto puede ser reversible, afirmó.
Por otro lado, John Foubert, decano de la Facultad de Educación de la Union University y antiguo experto altamente cualificado en prevención de agresiones sexuales del Ejército de los Estados Unidos, apoya el marco de adicción para reconocer y tratar el uso problemático de la pornografía.
La adicción a la pornografía es como una adicción conductual al abuso de sustancias o al juego, dijo Foubert a The Epoch Times. “Hay pruebas muy claras de que la pornografía cambia el cerebro”.
Aunque el consumo de pornografía es un asunto privado, afecta a quienes nos rodean, afirmó. Por ejemplo, su investigación reveló que cuanto más consume pornografía una persona, menos probable es que intervenga para ayudar a prevenir una agresión sexual.
La idea de que uno debe hacer lo que le plazca puede llevarle fácilmente por un camino indeseable, afirmó.
Desaprender la pornografía
Debido a la neuroplasticidad del cerebro, es posible reconfigurar sus vías de forma natural.La psicoterapia es el principal tratamiento para el uso problemático de la pornografía.
La terapia de aceptación y compromiso (ACT), por ejemplo, muestra resultados especialmente prometedores. Se trata de una forma de psicoterapia basada en la evidencia que se centra en observar y aceptar los pensamientos y los impulsos negativos, ser consciente del momento presente y vivir con un propósito.
Para tratar el consumo problemático de pornografía, la ACT utiliza una técnica llamada "defusión cognitiva", que ayuda a los participantes a desprenderse de sus pensamientos obsesivos relacionados con la pornografía, ayudándoles a identificar prioridades más allá de sus ansias por el porno. Se guía a los participantes para que acepten los impulsos sin actuar en consecuencia y se mantengan comprometidos con los objetivos más importantes de la vida.
Un ensayo clínico aleatorio de 2016 sobre la eficacia de la ACT mostró resultados notables. Los participantes informaron de una reducción de alrededor del 92 por ciento en el consumo de pornografía después de 12 sesiones de terapia, y el 54 por ciento dejó de consumir pornografía por completo después del tratamiento.
Además, la integración de enfoques holísticos, como las prácticas de meditación, puede ayudar a reducir las emociones angustiosas y fomentar una mayor conciencia de uno mismo.
En última instancia, superar el deseo de consumir pornografía puede tener menos que ver con restringir el consumo. La clave está en “mirar más allá de uno mismo y perseguir algo más grande”, dijo Foubert.
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