(ABO PHOTOGRAPHY/Shutterstock).

(ABO PHOTOGRAPHY/Shutterstock).

La relación entre el trauma no resuelto y el cáncer

Más allá del tratamiento físico del cáncer, enfrentarse a él requiere una introspección emocional y psicológica

SALUDPor Conan Milner
17 de julio de 2025, 9:24 p. m.
| Actualizado el17 de julio de 2025, 9:24 p. m.

Brandon LaGreca llevaba diez años curando a personas en su consulta privada de acupuntura cuando recibió un diagnóstico devastador: linfoma no Hodgkin en estadio IV. Más de un tercio de las personas con este diagnóstico fallecen en un plazo de cinco años. LaGreca no fue uno de ellos.

A los ocho meses de seguir un protocolo oncológico integral, logró la remisión. La experiencia le llevó a una poderosa revelación sobre la naturaleza del cáncer: que la enfermedad no es solo física, y que enfrentarse a ella requiere una introspección emocional y psicológica.

"Tenemos que reconocer que nuestros pensamientos importan, que nuestras emociones importan, que son expresiones de nuestra biología", declaró LaGreca a The Epoch Times.

"Las emociones tienen correlatos bioquímicos".

Desde hace décadas, diversos estudios sugieren una relación entre experiencias dolorosas y enfermedades crónicas.

El estudio sobre experiencias adversas en la infancia, realizado en la década de 1990, fue una importante colaboración entre los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades y Kaiser Permanente. En él se descubrió que experiencias como el abuso psicológico o sexual, la pérdida de un progenitor o ser testigo de violencia doméstica eran factores de riesgo importantes para diversos problemas de salud física y psicológica, como enfermedades cardíacas, diabetes y cáncer. Mientras mayor era el número de experiencias adversas en la infancia, mayor era también la posibilidad de desarrollar enfermedades en la vida adulta.

Heridas emocionales

Cuando se trata de emociones, muchas personas tienen dificultades. Si se examina la raíz de la depresión o el trastorno de ansiedad de una persona, es posible que se descubra que todo comenzó con una sola experiencia traumática.

El trauma es conocido por causar repercusiones psicológicas que pueden persistir mucho tiempo después de que haya pasado el episodio traumático inicial.

El trauma es una experiencia que puede sacudirlo hasta lo más profundo. Desencadena un mecanismo primario de lucha o huida que puede activarse durante décadas. Estas experiencias pueden incluir un accidente de tráfico, una agresión sexual o un desastre natural. Las secuelas psicológicas continúan mucho después de que el episodio haya pasado.

Cuando estos síntomas persisten durante más de un mes, se clasifican como trastorno por estrés postraumático (TEPT). Un estudio realizado en 2024 y publicado en JAMA Network Open reveló que la prevalencia del TEPT aumentó en 4.1 puntos porcentuales entre los estudiantes universitarios entre 2017 y 2022.

Los traumas pueden ser tan importantes que los olvidamos o nos disociamos de ellos. Otro escenario es aquel en el que nuestro cerebro nos obliga a revivir el evento repetidamente. Algunos psicólogos creen que se trata de un mecanismo de autodefensa destinado a protegernos de otra mala experiencia, pero también puede impedirnos llevar una vida sana en el presente.

Las investigaciones descubrieron que las experiencias traumáticas pueden alterar significativamente la química del cerebro y que varias características patológicas de los pacientes con TEPT se solapan con las de los pacientes con lesiones cerebrales traumáticas.

Para las personas incapaces de procesar sus experiencias traumáticas, los efectos podrían contribuir a futuras enfermedades. Esto puede ser especialmente cierto en el caso de las personas con personalidad tipo C.

Trauma, personalidad y cáncer

En la década de 1980, la psicóloga Lydia Temoshok comenzó a observar un patrón según el cual el cáncer parecía afectar a personas con un determinado temperamento: las personas complacientes. Las personas que encajaban en la personalidad tipo C mostraban una negación de las emociones negativas, una incapacidad para expresar sus sentimientos y un alto grado de conformidad y sumisión social. Las personas de tipo C suelen tener dificultades para establecer límites. En la década de 1990, esta teoría ya contaba con un fuerte respaldo.

Las investigaciones descubrieron que las personas de tipo C presentan mayores índices de cáncer y de mortalidad por cáncer. Otros estudios sugieren que la terapia psicológica diseñada para personas de tipo C puede reducir el riesgo de que el cáncer reaparezca y prolongar la vida de las personas con cáncer terminal.

En otras palabras, las personas con menos capacidad para lidiar con sus experiencias negativas eran más propensas a desarrollar cáncer, pero la terapia psicológica podía reducir el riesgo de muerte.

Aunque la razón exacta de la relación entre el cáncer, el trauma y la personalidad no está clara, un artículo publicado en Nature Neuroscience señala algunos factores posibles. Señala que las personas que experimentaron emociones negativas intensas al recordar o revivir un trauma desarrollaron cambios significativos en las partes del cerebro que reciben señales del intestino, los músculos y la piel. Es probable que aún queden muchos factores por descubrir.

LaGreca afirma que su experiencia con el cáncer le llevó a examinar en detalle la relación entre el trauma y el cáncer, un tema sobre el que escribió en su libro "Cáncer, trauma y emociones" (Cancer, Trauma, & Emotions).

"Cuando me diagnosticaron, me dijeron: 'Mala suerte, malos genes'. Pero esa respuesta me pareció totalmente insatisfactoria, porque me quitaba toda la autonomía", afirma LaGreca.

Para LaGreca, los beneficios de lidiar con el trauma y las emociones tóxicas no solo están relacionados con el cáncer. Resolver las heridas emocionales puede mejorar la calidad de vida en general, incluso si el efecto sobre el cáncer es incierto.

Las múltiples raíces del cáncer

Los cánceres suelen atribuirse a la exposición a carcinógenos (agentes mutagénicos como el amianto, el tabaco o el alcohol) que se sabe que inician el proceso de formación del cáncer.

Las diferencias genéticas también determinan quién enferma. Las personas pueden heredar mutaciones en ciertos oncogenes, lo que aumenta el riesgo de un crecimiento celular descontrolado bajo ciertas condiciones.

Algunos factores, como la dieta y el estilo de vida, pueden disminuir la expresión de los oncogenes. Al menos el 18 % de todos los cánceres y alrededor del 16 % de las muertes por cáncer en los Estados Unidos están relacionados con el exceso de peso corporal, la inactividad física, el consumo de alcohol y la mala alimentación, según una investigación publicada en CA: A Cancer Journal for Clinicians.

La idea de que los traumas no resueltos también pueden contribuir al cáncer cuenta con bastante menos respaldo. Aunque las investigaciones basadas en amplias poblaciones muestran que existe una relación, esto no prueba la causalidad. También es difícil medir la influencia del trauma frente a un control con placebo, según LaGreca.

Sin embargo, cree que la relación merece un análisis más detallado.

"Es muy difícil de estudiar, pero también es de sentido común cuando lo discutimos. Porque puede afectar a los fundamentos de cómo nos cuidamos", afirma LaGreca. "Ante el estrés y el trauma, no nos sentimos seguros. Quizás afrontamos la experiencia con una adicción a la comida, al alcohol o al tabaco. Estos comportamientos destructivos pueden ser cancerígenos".

Más allá de los comportamientos

Más allá de la indulgencia en mecanismos de afrontamiento tóxicos, se ha demostrado que el trauma por sí solo es una fuerza físicamente destructiva. Un estudio publicado en una edición de 2022 de Translational Psychiatry descubrió que las personas con TEPT no solo experimentaban síntomas psicológicos y conductuales, sino que algunas también presentaban concentraciones elevadas de marcadores inflamatorios, como la proteína C reactiva, la interleucina 6 y el factor de necrosis tumoral.

A medida que aumenta el número de estudios de este tipo, se hace más evidente la influencia que nuestro estado mental tiene en nuestro cuerpo físico. En su libro “El mito de la normalidad: trauma, enfermedad y sanación en una cultura tóxica”, el experto en trauma, adicción y desarrollo infantil, Dr. Gabor Maté, escribió: "Sabemos que el estrés crónico, sea cual sea su origen, pone al sistema nervioso en alerta, distorsiona el aparato hormonal, deteriora la inmunidad, favorece la inflamación y socava el bienestar físico y mental".

Este patrón refleja un principio ancestral de la medicina china.

Una perspectiva antigua

La medicina moderna analiza el esfuerzo constante del cuerpo por alcanzar la homeostasis, un tipo de equilibrio, a través de funciones con dos desencadenantes, como interruptores de encendido y apagado. Estos pueden incluir hormonas que nos indican cuándo tenemos hambre o estamos saciados, o citocinas que nos indican cuándo aumentar o reducir la inflamación.

La medicina china analiza esta dualidad en términos de yin y yang.

Cuando se trata de comprender la formación de las enfermedades, el yang puede representar las causas externas, las fuerzas que provienen de fuera de nosotros, reconocidas por la medicina convencional como patógenos, lesiones o toxinas, como los carcinógenos.

También se dice que el aspecto yin desempeña un papel importante en el bienestar de las personas. El yin está representado por causas internas que, según los antiguos textos médicos chinos, provienen de un desequilibrio de las siete emociones. El miedo puede dañar los riñones, por ejemplo, mientras que se dice que la ira daña el hígado.

Según LaGreca, los elementos yin internos, como el estrés y el trauma, pueden debilitar las defensas del cuerpo, permitiendo que se desarrolle la semilla de la enfermedad.

"Esa es la diferencia esencial entre la forma holística de pensar de Oriente y el paradigma reduccionista occidental", afirma LaGreca. "Nosotros nos fijamos en los factores internos que conforman el terreno y la constitución de una persona. Esto nos da pistas sobre por qué algunas personas manifiestan ciertas enfermedades".

Según las investigaciones, esos factores internos pueden tener un impacto profundo.

Mihal Davis, naturópata y médico integrativo especializado en cáncer, señala investigaciones que demuestran que el estrés afecta a las hormonas y a la longitud de los telómeros, dos factores que pueden provocar el desarrollo de cánceres.

Afirma que los síntomas mentales y emocionales deben tomarse tan en serio como los físicos.

"¿Por qué pensamos que las emociones no son tan válidas?", dice Davis. "Podemos ver a alguien que se rompió una pierna y sigue cojeando muchos años después. ¿Por qué confiamos más en eso que en alguien que sigue cojeando emocionalmente porque sufrió un trauma que nunca se curó del todo?".

Centrarse en la curación

LaGreca y Davis reconocen que la mayoría de los cánceres son el resultado de muchos factores, entre ellos la dieta, la exposición ambiental y la genética, y que el trauma puede ser un elemento relevante solo en algunos casos. Sin embargo, si hay motivos para creer que un trauma no resuelto podría estar contribuyendo a una enfermedad, puede ser un tema muy delicado de tratar con los pacientes. Puede hacerles creer que ellos mismos causaron su cáncer simplemente por los pensamientos que tenían.

"Tenemos que tener mucho cuidado con nuestras palabras", dijo Davis.

LaGreca está de acuerdo en que es una conversación difícil de mantener, pero que, si se maneja con cuidado, puede beneficiar significativamente a los pacientes.

¿Cómo abordamos los aspectos emocionales?

LaGreca afirma que hay que empezar por desarrollar la resiliencia. Hay que estar preparado para recorrer este camino de afrontamiento de los traumas de la vida. Las técnicas básicas incluyen el sueño, el trabajo corporal, la acupuntura y el masaje. Actividades que apoyan el cuerpo y la mente.

Una vez que se fortalece, se pueden abordar mejor los traumas, afirma. A partir de ahí, se divide en dos categorías distintas.

Una categoría es la de las terapias somáticas, terapias orientadas al cuerpo que se centran en los aspectos psicofisiológicos de un evento traumático.

La otra estrategia incluye terapias cognitivas, como el neurofeedback y el EMDR (desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares).

"Ningún oncólogo quiere que su paciente se vaya diciendo: 'Ha sido culpa mía'", afirma LaGreca. "Entiendo la psicología que hay detrás, pero al mismo tiempo se está cerrando la puerta a la capacidad de la persona para realizar cambios en su vida, lo que puede mejorar el resultado de cualquier tratamiento que decida seguir".

Para el oncólogo integrativo Dr. Matt Mumber, este tipo de conversación debe tener un tono diferente al del resto del tratamiento, centrado en la curación en lugar de en la reparación.

"Tendemos a adoptar una mentalidad de arreglar las cosas. Curar y arreglar son cosas maravillosas. Son absolutamente necesarias. Pero también es absolutamente necesario centrarse en la curación", dijo Mumber a The Epoch Times. "No podemos dar a las personas una pastilla que vaya a satisfacer sus necesidades emocionales y les ayude a superar el trauma. Es un proceso mucho más lento".

"Cuanto más podamos involucrar a la persona en su intento de sanar, más posibilidades tendremos de curarla", afirmó.

Para Davis, el proceso de sanación de las heridas emocionales a menudo implica invitar a los pacientes a explorar y examinar las experiencias traumáticas que vivieron. Afirma que los beneficios de este ejercicio van mucho más allá de la enfermedad y el sufrimiento del paciente.

"Creo que cuanto más curiosos y compasivos somos con nosotros mismos, más curiosos y compasivos somos con todos los seres vivos que nos rodean", afirma.

LaGreca espera que todos prestemos más atención a la idea de que nuestros pensamientos y emociones pueden afectar a nuestra salud física. Aunque los síntomas psicológicos pueden no ser tan concretos como los físicos, afirma que estos procesos mentales son en realidad expresiones de nuestra biología.

Cuando se trata de tratar heridas mentales y emocionales, LaGreca afirma que la introspección puede ser una medicina.

"La introspección es ser capaz de identificar lo que le ha sucedido y ver que las cosas han sido diferentes desde entonces. Cuando podemos ver estos patrones, podemos intentar superarlos lo mejor que podamos. No se puede hacer eso si no se toma un momento para reflexionar sobre uno mismo"


Únase a nuestro canal de Telegram para recibir las últimas noticias al instante haciendo clic aquí


Comentarios (0)

TE RECOMENDAMOS
Salud