El presidente Donald Trump criticó el lunes al gigante de las telecomunicaciones AT&T después de que se interrumpiera su conferencia telefónica con líderes religiosos de todo el país.
«Estoy celebrando una importante conferencia telefónica con líderes religiosos de todo el país y AT&T es totalmente incapaz de hacer que su equipo funcione correctamente», declaró Trump en las redes sociales. «¡Hay decenas de miles de personas en línea!».
Según Trump, era la segunda vez que se producían problemas, por lo que pidió a la dirección de la empresa que tomara medidas para solucionarlos.
No dio detalles específicos sobre los problemas experimentados durante la llamada. En otra publicación, Trump se disculpó con los líderes religiosos por la larga espera en la conferencia telefónica.
Trump sugirió reprogramar la llamada para otro momento y dijo que la próxima vez utilizarían el servicio de otra compañía. «AT&T debería ponerse las pilas», afirmó.
La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, compartió una captura de pantalla de la publicación de Trump en la red social X, lo que provocó una respuesta de AT&T.
En su respuesta, la empresa afirmó que se había puesto en contacto con la Casa Blanca en relación con la queja del presidente y que estaba trabajando para comprender y evaluar la situación.
AT&T emitió una declaración de seguimiento pocas horas después, en la que afirmaba que su análisis inicial indicaba que «la interrupción se debió a un problema con la plataforma de conferencias telefónicas» y no a la red de la operadora.
«Lamentablemente, esto causó el retraso, y estamos trabajando diligentemente para comprender mejor el problema y poder evitar interrupciones en el futuro», añadió la empresa.
AT&T experimentó una breve caída en el precio de sus acciones el lunes. La empresa está dirigida actualmente por el presidente y director ejecutivo John Stankey.
The Epoch Times se puso en contacto con AT&T y la Casa Blanca para obtener más comentarios, pero no obtuvo respuesta antes de la publicación.
En febrero, Trump firmó una orden ejecutiva por la que se creaba la Oficina de Fe de la Casa Blanca, a la que se le asignaba «la responsabilidad principal en el poder ejecutivo de empoderar a las entidades religiosas, las organizaciones comunitarias y los lugares de culto para que presten servicio a las familias y las comunidades». La oficina está dirigida por la pastora Paula White-Cain.
La orden establece que la oficina consultará con expertos, así como con líderes religiosos y comunitarios, para elaborar recomendaciones políticas sobre la protección a las mujeres y los niños, el fortalecimiento de las familias y los matrimonios, la promoción del trabajo y la autosuficiencia, la protección de la libertad religiosa, la lucha contra la discriminación por motivos religiosos, la reducción de la delincuencia y otras prioridades.
También ayudará a identificar y promover oportunidades de subvenciones para entidades religiosas sin ánimo de lucro, organizaciones comunitarias y lugares de culto.
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