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(Ilustración de The Epoch Times)

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Tu corazón y tu mente llevan registro de cada momento de ira

Una mente serena y un corazón humilde conforman el "máximo nivel" en el cuidado de la salud

MENTALIDADPor Arsh Sarao
30 de junio de 2025, 7:05 p. m.
| Actualizado el30 de junio de 2025, 7:08 p. m.

John Hunter sabía que su ira podía matarle. El célebre cirujano del siglo XVIII dijo una vez que su vida estaba "en manos de cualquier bribón que decida molestarme o burlarse de mí". Tenía razón al preocuparse.

Hunter encarnaba la clásica personalidad de tipo A. Era un hombre motivado que trabajaba muchas horas y apenas dormía cinco cada noche. Fue un cirujano de gran éxito y célebre en su época. Sin embargo, se mostraba perpetuamente impaciente y hostil, según un estudio histórico publicado en The American Journal of Cardiology. A los 45 años, los dolores torácicos indicaban que su temperamento ya estaba haciendo mella en su corazón.

El 16 de octubre de 1793, Hunter, aunque habitualmente puntual, llegó tarde a la reunión de la junta directiva del hospital St. George de Londres.

Cuando un colega le contradijo durante la discusión, Hunter intentó contener sus emociones. Entró en la habitación contigua, dejó escapar un profundo gemido y cayó muerto debido a un paro cardiaco repentino. Tenía 65 años.

Corazón bajo ataque

Los vasos sanguíneos recuerdan cada momento de enfado.

Un estudio publicado en mayo de 2024 en la revista Journal of the American Heart Association reveló los devastadores efectos de la ira sobre la salud del corazón.

Los investigadores descubrieron que incluso breves estallidos de ira afectan negativamente a los vasos sanguíneos al retrasar la relajación de su revestimiento más interno de células, conocido como endotelio. La contracción y relajación de los vasos sanguíneos son cruciales para mantener un flujo sanguíneo sano.

(Ilustración de The Epoch Times)(Ilustración de The Epoch Times)

Los participantes en el estudio eran adultos jóvenes sanos distribuidos aleatoriamente en cuatro grupos que inducían ira, ansiedad, tristeza o ninguna emoción: un grupo neutro.

A los tres primeros grupos se les pidió que evocaran recuerdos personales que provocaran ira o ansiedad, o que leyeran descripciones que evocaran un estado de ánimo depresivo. Mientras tanto, al grupo neutral se le pidió que contara del uno al cien, asegurándose de que los cambios fisiológicos observados se debían a las experiencias emocionales y no simplemente al acto de hablar.

Los resultados indicaron que sólo ocho minutos de recuerdo de sentimientos de ira disminuían la capacidad de dilatación (relajación) de los vasos sanguíneos hasta 40 minutos. En cambio, los participantes de los grupos de ansiedad, tristeza y neutralidad no mostraron cambios significativos en los vasos sanguíneos. El estudio sugiere que los estallidos repetidos de ira pueden tener un impacto acumulativo a largo plazo sobre la salud del corazón al dañar irreversiblemente la función de los vasos sanguíneos.

(Ilustración de The Epoch Times)(Ilustración de The Epoch Times)

Investigaciones anteriores indican que la disfunción endotelial es una fase temprana de la aterosclerosis, una enfermedad en la que se acumula placa en las arterias, lo que provoca su endurecimiento y estrechamiento. Esto restringe el flujo sanguíneo y aumenta el riesgo de ictus o infarto de miocardio.

Cuando la ira se apodera de la razón

La palabra "ira o enojo" — "anger" en inglés— proviene del nórdico antiguo "angr" y significa "tristeza" o "dolor". La furia, la expresión extrema de la ira, significa "imprudencia temeraria" o "locura". El antiguo filósofo estoico Séneca consideraba la ira como un tipo de locura: una furia que merma las capacidades racionales.

Cuando la ira se apodera de uno, el sistema de alarma del cerebro —la amígdala— se descontrola y el córtex prefrontal —el centro del pensamiento racional— se desconecta. Al mismo tiempo, el flujo sanguíneo se desvía de las áreas responsables de la toma de decisiones y la resolución de problemas.

Una persona enfurecida reduce drásticamente sus posibilidades de superar retos, ya que la ira desenfrenada anula la racionalidad del cerebro humano, inhibiendo la deliberación ética y fomentando el pensamiento descuidado y la asunción de riesgos.

Además, las personas enojadas rumian las experiencias negativas, lo que las hace más propensas a la agresión. Las investigaciones realizadas a lo largo de los años han confirmado que la ira no regulada puede influir directamente en el juicio moral y reforzar el egoísmo o las tendencias interesadas, incitándoles a mostrar agresividad o a buscar castigos y retribuciones más duros para aquellos con los que están enfadados.

El daño se extiende más allá de la persona enojada, perjudicando a aquellos contra los que se descarga la ira. Incluso la ira verbal "inofensiva" puede alterar permanentemente el cerebro en desarrollo de los niños, creando cambios en las vías neuronales comparables al abuso físico o sexual.

La ira reformulada: Hígado en llamas

La medicina tradicional china (MTC) ofrece una visión diferente de los efectos de la ira. Según la teoría de la MTC, las emociones y los órganos están estrechamente relacionados a través del flujo de energía vital llamada "qi".

La ira afecta en primer lugar al hígado, considerado el "general del ejército" del organismo y responsable de que la energía fluya sin problemas por todo el sistema. El experto en MTC Jonathan Liu explica que la ira crónica crea un "estancamiento del qi hepático", que acaba provocando un "incendio hepático".

Cuando el hígado está en "llamas", la energía estancada avanza hacia arriba, provocando hipertensión, dolores de cabeza, mareos y enrojecimiento de los ojos. En casos graves, puede desencadenar síntomas de apoplejía y migraña.

"El hígado suele ser la primera víctima de la ira, pero no la última", explica Liu a The Epoch Times.

Como el hígado está anatómicamente cerca del bazo, el estómago y la vesícula biliar, el qi hepático estancado también puede afectar a sus funciones, alterar la digestión y provocar inapetencia y dolor de estómago.

La vesícula biliar rige el valor, el juicio y la toma de decisiones, y está emparejada con el hígado. Ambos órganos deben estar en armonía; de lo contrario, se perjudican mutuamente. Una vesícula biliar sana favorece un estado emocional estable, y cualquier desequilibrio puede provocar dolores corporales, problemas digestivos y reflejar problemas relacionados con la ira y el resentimiento.

Según la teoría china de los Cinco Elementos, la ira está relacionada con el elemento madera. Aunque la madera ejemplifica el crecimiento y el cambio, también representa la inflexibilidad y la rigidez, como un árbol inflexible que se quiebra bajo la fuerza del viento.

Tanto la sabiduría antigua como la moderna creen que el antídoto contra la ira es alimentar los pensamientos amables y la humildad.

Domar la ira con humildad

La psicóloga e investigadora Elizabeth Summerell, que estudia emociones como la ira y la agresividad, explicó a The Epoch Times que la ira es una emoción negativa que suele producirse en respuesta a amenazas percibidas, provocaciones u objetivos bloqueados.

En 2020, Summerell y su equipo investigaron el impacto de la humildad en la ira y la agresividad.

Se indicó a los participantes que pensaran y escribieran durante dos minutos sobre un acontecimiento pasado que les hiciera experimentar humildad. A continuación, se indujo la ira haciéndoles leer breves descripciones de escenarios susceptibles de evocar la ira mientras conducían, como alguien que acelera cuando intentas adelantarle, alguien que tarda en aparcar o alguien que retiene el tráfico.

Los resultados indicaron que la humildad inducida redujo significativamente la agresividad en comparación con la condición neutra. La humildad domó su ira.

Estudios anteriores han demostrado que la humildad aumenta con el incremento de la gratitud y el asombro. Las emociones positivas asociadas a la gratitud, como la empatía, hacen que las personas sean menos agresivas, del mismo modo que la humildad evocada por el asombro reduce la ira.

Aunque la gestión de la ira es una habilidad vital muy necesaria, Summerell advierte que reprimir la ira puede tener consecuencias negativas para la salud a largo plazo y puede conducir a un comportamiento pasivo-agresivo o a la hostilidad.

Del mismo modo, "desahogarse" mediante comportamientos agresivos, como golpear un saco de boxeo o romper cosas en las salas de rabia, puede reforzar las vías neuronales asociadas con la ira y el comportamiento agresivo, afirma. Esto puede deberse en parte a que la expresión de la ira mantiene el sistema nervioso en modo de lucha o huida, lo que provoca un aumento de la frecuencia cardiaca y de la presión arterial, así como la liberación de hormonas del estrés en el torrente sanguíneo.

Además de cultivar la humildad, la reevaluación cognitiva es una estrategia eficaz para regular la ira, afirma Summerell. Consiste en cambiar la forma de pensar y de interpretar las situaciones que provocan la ira, es decir, encuadrar o considerar interpretaciones alternativas. Ayuda a dar un paso atrás y ver la situación provocadora de forma más objetiva, desde la perspectiva de una tercera persona.

Por ejemplo, en lugar de ver el comportamiento grosero de un colega como un ataque personal, se puede considerar que la persona está de mal humor por motivos personales. La técnica guía a las personas para que identifiquen y revaloricen sus patrones de pensamiento negativos y los conviertan en positivos.

Otras prácticas cuerpo-mente, como el tai chi, el qigong, el yoga, los ejercicios de respiración y las técnicas de atención plena, pueden facilitar la liberación del estrés y gestionar las emociones negativas, allanando así el camino hacia el bienestar. Liu dijo que adoptar un estilo de vida con ira bien gestionada o sin ira constituye "el más alto nivel de cuidado de la salud".

Aunque esta sabiduría médica llega demasiado tarde para ayudar a Hunter, la historia de su fallecimiento demuestra que la primera víctima de la ira suele ser el propio enfadado.


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