(Kateryna Kon/Shutterstock).

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Las bacterias intestinales podrían ayudar a eliminar los "químicos eternos" del cuerpo

Investigadores de Cambridge descubren bacterias intestinales que pueden absorber hasta el 75 % de los PFAS

SALUDPor George Citroner
10 de julio de 2025, 6:00 p. m.
| Actualizado el10 de julio de 2025, 6:00 p. m.

Los investigadores descubrieron que nueve especies de bacterias intestinales pueden ayudar a desintoxicar el organismo de sustancias químicas persistentes, al absorber rápidamente los PFAS compuestos relacionados con el cáncer y otras enfermedades graves.

"Esto revela una nueva función beneficiosa de las bacterias intestinales para la salud humana: ayudar a eliminar los PFAS tóxicos de nuestro organismo", dijo a The Epoch Times Kiran Patil, autor principal del estudio y miembro de la Unidad de Toxicología del MRC de la Universidad de Cambridge.

Cómo funcionan las bacterias

El estudio de la Universidad de Cambridge, publicado en la revista Nature Microbiology, identificó nueve especies de bacterias que pueden absorber hasta el 75 % de los PFAS tóxicos (sustancias perfluoroalquílicas y polifluoroalquílicas) de su entorno.

Los PFAS son sustancias químicas sintéticas que se utilizan en miles de productos de consumo, desde sartenes antiadherentes y ropa impermeable hasta cosméticos y envases de alimentos. Apodados "químicos eternos" porque resisten la degradación en el medio ambiente, los PFAS se acumulan en el cuerpo humano y se relacionan con diversos tipos de cáncer, daños hepáticos y trastornos del sistema inmunitario.

Actualmente, no existen tratamientos aprobados para eliminar los PFAS del cuerpo humano, lo que hace que este descubrimiento sea potencialmente significativo para la salud pública.

El equipo de investigación identificó nueve especies bacterianas, entre ellas seis de la familia Bacteroides, Odoribacter splanchnicus, Parabacteroides distasonis y Parabacteroides merdae, que pueden absorber dos tipos comunes de PFAS: el ácido perfluorononanoico (PFNA) y el ácido perfluorooctanoico (PFOA).

Cuando estas bacterias se introdujeron en ratones, absorbieron rápidamente las sustancias químicas. Al ser excretadas a través del intestino, las sustancias químicas persistentes se eliminaron con ellas en los residuos. A los pocos minutos de la exposición, las bacterias absorbieron entre el 25 % y el 74 % de las sustancias químicas PFAS en diversos niveles de concentración.

Los investigadores creen que la forma en que las bacterias acumulan los PFAS en grupos protectores dentro de sus células es un mecanismo de supervivencia que evita que las sustancias químicas causen daños celulares.

A medida que los ratones se exponían a niveles cada vez mayores de PFAS, las bacterias seguían eliminando un porcentaje constante de las toxinas, lo que sugiere que podrían actuar como un filtro natural en el intestino.

Potencial terapéutico

La eficacia de este enfoque depende del tipo específico de compuesto PFAS, dijo Patil.

Los PFAS de cadena corta se eliminan rápidamente del organismo a través de la orina. Sin embargo, los PFAS de cadena larga permanecen en el organismo durante años y se eliminan principalmente a través de las heces. Por lo tanto, según Patil, el uso de bacterias funciona mejor con los compuestos PFAS que se eliminan principalmente a través de la excreción fecal.

Las bacterias demostraron su eficacia incluso a niveles de exposición muy bajos, similares a los encontrados en muestras de agua de Europa y Estados Unidos, lo que sugiere posibles aplicaciones en el mundo real.

Los investigadores planean desarrollar suplementos probióticos que podrían potenciar estas bacterias beneficiosas, ofreciendo una nueva forma de reducir los niveles de PFAS en los seres humanos. Sin embargo, aunque prometedores, los resultados aún no se probaron directamente en seres humanos.

Siempre hay factores desconocidos entre los estudios de laboratorio con ratones y las aplicaciones en el mundo real con seres humanos, dijo a The Epoch Times Bryan Quoc Le, científico alimentario y fundador y consultor principal de Mendocino Food Consulting, que no participó en el estudio.

"A pesar de ello", dijo, "el estudio adoptó un enfoque más exhaustivo, como el uso de poblaciones microbianas diversas que son realistas para los seres humanos y la realización de pruebas con diferentes tipos de PFAS".

Sin embargo, también señaló que los principales retos de un estudio como este incluyen el desconocimiento de cómo cambian las cosas a largo plazo, cómo sobreviven estas bacterias seleccionadas en diferentes microbiomas con diferentes dietas y condiciones de salud, y si se produjera el mismo nivel de absorción de PFAS de forma constante y fiable.

"No hace falta decir que esta área de investigación aún está en desarrollo, por lo que todavía no hay nada concluyente sobre su aplicabilidad en humanos, pero sí sugiere que valdría la pena continuar investigando", continuó Le.

Consideraciones de seguridad

Los expertos médicos instan a la precaución a pesar de los hallazgos. El Dr. Joseph Mercola, médico osteópata certificado en medicina familiar, que no participó en el estudio, destacó la importancia de actuar con cautela al introducir nuevas cepas bacterianas en el intestino humano.

Aunque las bacterias utilizadas en el estudio procedían de especies ya presentes en personas sanas, incluso los microbios conocidos pueden actuar de forma diferente en función del equilibrio intestinal general, el sistema inmunitario y las condiciones de salud existentes, dijo a The Epoch Times.

"La buena noticia es que estas especies no son importaciones exóticas, sino que ya son residentes naturales en muchas personas", dijo. "No obstante, aumentar su población mediante suplementos o probióticos modificados podría alterar el equilibrio microbiano si se hace sin cuidado".

El Dr. Kham Ali, médico de urgencias del Northwell Health de Nueva York y que no participó en el estudio, advirtió que añadir bacterias a nuestro microbioma que almacenan PFAS tóxicos podría tener "consecuencias no deseadas", como alterar otras bacterias beneficiosas o afectar a la forma en que el cuerpo procesa los alimentos y los medicamentos.

"Necesitaríamos estudios a largo plazo en humanos para comprender la seguridad de tales intervenciones", dijo a The Epoch Times.


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