Opinión
Mientras Estados Unidos defiende su soberanía rechazando la ampliación del acuerdo de la OMS, la China comunista ve una oportunidad para extender su influencia a través de la gobernanza sanitaria mundial.
Este mes, Estados Unidos rechazó formalmente las enmiendas a la respuesta de la Organización Mundial de la Salud, a las pandemias de 2024, alegando motivos de soberanía nacional. Las autoridades estadounidenses argumentaron que los cambios otorgarían a la OMS una autoridad excesiva durante las emergencias de salud pública y socavarían la toma de decisiones a nivel nacional.
En respuesta, un experto de la Academia China de Ciencias Sociales criticó duramente la negativa de Washington, calificándola de medida imprudente que podría perjudicar la gobernanza sanitaria mundial.
Sin embargo, el Partido Comunista Chino (PCCh) tiene mucho que ganar, tanto estratégica como política y económicamente, con la adopción generalizada de las enmiendas de la OMS y ya está utilizando el incumplimiento de Estados Unidos como herramienta propagandística para socavar el liderazgo estadounidense en la escena internacional.
Durante la pandemia de COVID-19, el PCCh promovió agresivamente su política COVID cero como modelo mundial, afirmando que sus estrictos confinamientos, la vigilancia masiva y las medidas de control social tuvieron éxito donde las democracias fracasaron. Mediante datos cuidadosamente manipulados y propaganda, Beijing presentó su enfoque autoritario como más eficaz que las respuestas aparentemente caóticas de las sociedades más libres.
Esta narrativa contribuyó a legitimar el sistema político del PCCh y dio forma al tipo de gobernanza sanitaria mundial que ahora impulsa a través del tratado pandémico de la OMS. Sin embargo, el modelo chino fue increíblemente destructivo. Durante la ola de Ómicron, ciudades chinas como Shanghái sufrieron confinamientos draconianos que dejaron a los residentes sin comida ni atención médica, separaron a los niños de sus padres e incluso provocaron la muerte de mascotas domésticas a manos de las autoridades.
El mismo marco totalitario que permitió tal crueldad en el país constituye ahora la base del tratado pandémico de la OMS que el PCCh defiende en el extranjero. Al incorporar este enfoque en un acuerdo multilateral, Beijing pretende expandir su modelo de tiranía médica más allá de sus fronteras, bajo el pretexto de la cooperación mundial.
La visión estratégica del PCCh
Los funcionarios estadounidenses rechazaron el tratado en parte, porque no abordaba el papel de China en la propagación inicial de COVID-19 y carecía de mecanismos de aplicación para garantizar la transparencia y la rendición de cuentas. Pero, en términos más generales, el rechazo refleja la negativa a legitimar un sistema que amenaza con erosionar la soberanía nacional y replicar el modelo dictatorial del PCCh frente a la pandemia a escala mundial.La participación de Estados Unidos en el tratado sobre pandemias de la OMS daría legitimidad a un marco multilateral que se alinea con la visión estratégica de Beijing para la gobernanza mundial. Aunque Beijing afirma representar la voz del Sur Global, su verdadero objetivo es construir un bloque y establecer un nuevo orden internacional con el régimen chino en el centro.
El líder chino Xi Jinping ha pedido repetidamente que China "lidere la reforma del sistema de gobernanza mundial" en nombre de la equidad y la justicia, un lenguaje que señala un cambio hacia lo que Beijing describe como un mundo multipolar, pero que en realidad representa un orden internacional liderado por el PCCh con una influencia reducida de Estados Unidos. Esta visión está respaldada por proyectos concretos, como la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI), la Ruta de la Seda Digital, la Iniciativa de Desarrollo Global, la Iniciativa de Seguridad Global y la Ruta de la Seda de la Salud.
El enfoque de Beijing, pasó de un enfoque regional a una expansión global, con el objetivo de dominar las instituciones internacionales, fracturar las alianzas occidentales y sustituir las normas liberales por otras autoritarias. El respaldo de Estados Unidos al tratado de la OMS validaría este modelo multilateral liderado por el PCCh y elevaría la posición geopolítica de China sin necesidad de una confrontación directa, lo que le permitiría desplazar el liderazgo estadounidense a través de las instituciones en lugar de la guerra.
El tratado también crea obligaciones internacionales vinculantes para la respuesta a las pandemias, lo que limitaría la capacidad de Estados Unidos para actuar de forma unilateral durante las crisis sanitarias y le obligaría a operar dentro de marcos cada vez más moldeados por la influencia china.
La posición negociadora del PCCh sobre el tratado pandémico de la OMS, se diseñó estratégicamente para maximizar los beneficios y minimizar la rendición de cuentas, como lo demuestra su presión sistemática para obtener obligaciones diferenciadas que le otorgarían acceso a la transferencia de tecnología y a la financiación como país en desarrollo, a pesar de ser la segunda economía más grande del mundo, su insistencia en una cooperación mundial no vinculante en condiciones flexibles en lugar de mecanismos de aplicación y su exigencia de que las medidas de cumplimiento respeten la soberanía nacional, al tiempo que permiten a los países formular reservas y exigen el consentimiento para las investigaciones de la OMS.
China no solo se beneficia políticamente, sino que también se beneficia materialmente del tratado, que apoya el intercambio de patógenos y datos bajo los llamados principios de distribución equitativa de beneficios, creando efectivamente un marco a través del cual China podría acceder a los recursos sanitarios mundiales y a la tecnología patentada, desarrollada por otras naciones.
Esto permitiría a Beijing beneficiarse de costosas investigaciones extranjeras para su propio desarrollo farmacéutico, lo que le permitiría fabricar productos similares que podrían venderse con fines lucrativos o utilizarse como herramientas diplomáticas a través de las denominadas donaciones, como parte de su diplomacia sanitaria y su estrategia de creación de bloques.
Aunque Estados Unidos tomó la decisión correcta al negarse a firmar, se espera que la mayoría de los países del mundo sigan su ejemplo, lo que proporcionará al PCCh una base cada vez más sólida desde la que construir su bloque antiamericano.
Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no reflejan necesariamente las de The Epoch Times.
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