Más allá de las escuelas prestigiosas o los programas extracurriculares costosos, el vínculo amoroso de una madre podría ser la inversión más influyente en el futuro de un niño.
Un estudio longitudinal reciente publicado en American Psychologist reveló la ciencia detrás de una de las fuerzas más poderosas de la vida: el afecto materno durante la primera década de un niño moldea rasgos de personalidad que impulsan el éxito a lo largo de la vida.
El afecto materno impulsa ciertos rasgos de personalidad
A diferencia de los rasgos fijos como el coeficiente intelectual, los rasgos de personalidad son relativamente moldeables, lo que los convierte en un objetivo importante para intervenciones, especialmente durante la infancia. La forma en que los padres crían a sus hijos es un factor clave en el desarrollo de su personalidad.En el estudio, los investigadores siguieron a más de 2000 gemelos nacidos en el Reino Unido desde el nacimiento hasta la adultez y descubrieron que un mayor afecto materno se relacionaba con una mayor apertura, responsabilidad y amabilidad a los 18 años.
Estos rasgos están vinculados a resultados positivos en la vida.
El estudio utilizó el modelo de los “Cinco Grandes” para evaluar distintos rasgos de personalidad, agrupándolos en cinco dimensiones principales:
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- Neuroticismo: inestabilidad emocional o sensibilidad al estrés
- Extraversión: sociabilidad, asertividad y entusiasmo
- Apertura: curiosidad, imaginación y disposición a experimentar
- Amabilidad: compasión, cooperación y confianza en los demás
- Responsabilidad: autodisciplina, sentido del deber y conducta orientada a objetivos
Los investigadores hallaron que la relación entre la crianza afectuosa y los rasgos como apertura, amabilidad y responsabilidad se mantenía incluso al considerar factores como maltrato infantil, problemas emocionales o de conducta tempranos, y apoyo familiar en etapas posteriores, lo que sugiere que el afecto temprano tiene efectos duraderos, incluso cuando las relaciones mejoran con el tiempo.
Sin embargo, el estudio no encontró una conexión fuerte entre el afecto materno y la extraversión o la ansiedad. Estos rasgos parecen estar más influenciados por la genética u otros factores ambientales.
Numerosas investigaciones también vinculan los rasgos de personalidad con resultados a largo plazo.
Un metaanálisis de 2024 encontró que la crianza autoritativa se asociaba positivamente con la apertura, responsabilidad, amabilidad y extraversión, mientras que la crianza autoritaria se relacionaba con un mayor neuroticismo. La crianza autoritativa combina apoyo con límites claros, fomentando la independencia, mientras que la autoritaria tiende a ser estricta y emocionalmente distante.
Otro estudio francés de 2018 halló que la responsabilidad era el mejor predictor del éxito académico, y ayudaba a explicar cómo algunos estudiantes con baja motivación seguían teniendo buen desempeño, probablemente porque se mantenían enfocados a pesar de altibajos. Otros hallazgos muestran que quienes tienen baja responsabilidad suelen gozar de peor salud y menor esperanza de vida.
También se ha demostrado que todos los rasgos de los Cinco Grandes, excepto el neuroticismo, están relacionados con la resiliencia: la capacidad de adaptarse y recuperarse tras experiencias difíciles. A su vez, la resiliencia se vincula con logros académicos, envejecimiento saludable y longevidad.
En cambio, el neuroticismo se relaciona con resultados negativos como el fracaso laboral y la insatisfacción conyugal.
El estudio actual se centró únicamente en las madres porque usó datos del Environmental Risk Longitudinal Twin Study, que solo recopiló medidas de crianza materna. Los investigadores señalaron esto como una limitación, ya que no se evaluó la participación paterna ni otros aspectos de la crianza de manera que permitiera un análisis específico entre gemelos.
El impacto del afecto materno
¿Cómo se ve una crianza afectuosa en la vida diaria? Según los expertos, se trata de expresar amor y compromiso positivo de forma constante: escuchar con atención, mostrar cariño con palabras y acciones, interesarse genuinamente por el mundo del niño y hablar de él con amabilidad y orgullo.“Encontrar formas genuinas de mostrarle a tu hijo que lo amas, que disfrutas de él, que te importa quién es, es fundamental para el desarrollo de su personalidad”, dijo a The Epoch Times Melissa Schwartz, entrenadora parental especializada en familias altamente sensibles.
“Cada niño necesitará algo distinto del padre. Uno puede responder bien a instrucciones directas, mientras que otro necesita más libertad y creatividad”, señaló Alexis Adams, terapeuta licenciada y experta en crianza.
Diferentes niños, diferentes necesidades
La crianza no es una fórmula única, y como muestra el estudio, los padres pueden responder de manera distinta a cada hijo, incluso entre gemelos idénticos en el mismo hogar. “Esto tiene menos que ver con el favoritismo y más con el temperamento innato del niño”, dijo Schwartz.Aunque la crianza afectuosa es claramente beneficiosa, su forma de expresión puede variar según el temperamento, sensibilidad y necesidades particulares del niño.
“En mi experiencia, hay una razón bastante simple por la cual los padres tratan de forma distinta a sus hijos, incluso a los gemelos… no es que amen más a uno que a otro, sino que normalmente uno es ‘más fácil’”, explicó Schwartz. Los niños “fáciles” suelen ser tranquilos, fáciles de calmar, siguen rutinas y se adaptan con facilidad a cambios y nuevas experiencias.
En cambio, los niños sensibles o intensos tienden a requerir más atención de sus cuidadores y pueden verse más afectados por la manera en que se expresa el cariño.
Formas prácticas de aumentar el afecto materno
Para los padres que se preocupan por interacciones pasadas, los expertos ofrecen tranquilidad: nunca es tarde para mejorar el estilo afectivo de crianza.“No existe el padre perfecto”, afirmó Adams. “Todos cometemos errores… no se trata de hacerlo todo bien, sino de dar lo mejor, estar abiertos y seguir aprendiendo”.
Cuando los padres se equivocan, reconocerlo puede fortalecer el vínculo con el hijo. “Reparar después de experiencias difíciles en realidad fortalece la resiliencia y la confianza”, añadió Schwartz.
A partir de los hallazgos del estudio y su experiencia con familias altamente sensibles, Schwartz ofrece algunos consejos prácticos para madres que desean ser más conscientes del trato hacia sus hijos:
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- Modelar los rasgos que se desean enseñar: Los niños aprenden más de lo que ven que de lo que se les dice.
- Adaptarse al temperamento del hijo: Entender qué lo abruma, qué lo entusiasma y qué necesita naturalmente es clave para ayudarlo a prosperar.
- Ser constantes: El afecto y la comprensión sostenidos a lo largo del tiempo contribuyen mucho al desarrollo de la personalidad.
- Reconocer los errores: Ningún padre es perfecto. Cuando se ha sido menos amable o más reactivo, simplemente hay que reconocerlo. Eso permite restablecer la relación y enseña al niño que está bien cometer errores.
- Empezar poco a poco: Las interacciones positivas y consistentes influyen en la personalidad del niño. Hacer pequeños cambios sostenibles es más eficaz que transformaciones drásticas.
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Mientras algunos padres ambiciosos se enfocan en escuelas prestigiosas y actividades extracurriculares, el simple acto de brindar cariño constante puede ser el regalo más poderoso que puedan dar.
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