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En China, el Clásico de los Tres Caracteres es una guía moral atemporal para niños. (Linda Zhao/The Epoch Times)

En China, el Clásico de los Tres Caracteres es una guía moral atemporal para niños. (Linda Zhao/The Epoch Times)

CULTURA TRADICIONAL DE ORIENTE

Siete lecciones para la crianza heredadas de un libro clásico de la antigua China

El libro condensa las enseñanzas confucianas en líneas cortas y rítmicas destinadas a guiar a los niños en su camino para convertirse en adultos virtuosos y sensatos

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23 de noviembre de 2025, 3:40 a. m.
| Actualizado el23 de noviembre de 2025, 3:53 a. m.

En un mundo que a menudo se rige por las ganancias rápidas y el beneficio personal, ¿puede imaginar un libro con más de 800 años de antigüedad que insiste en que la bondad es nuestro derecho de nacimiento y que el crecimiento moral es nuestra misión de toda la vida?

"El Clásico de los Tres Caracteres" ("San Zi Jing"), una joya de la cultura tradicional china, cumple precisamente ese objetivo.

Probablemente escrito por el erudito de la dinastía Song Wang Yinglin en el siglo XIII, este libro de texto corto y rítmico utiliza líneas simples de tres palabras para enseñar a los niños no solo hechos, sino también cómo ser buenas personas.

La obra destila las enseñanzas confucianas (benevolencia, rectitud, decoro, sabiduría, confiabilidad) en líneas cortas y rítmicas destinadas a guiar a los niños en su camino para convertirse en adultos virtuosos y sensatos.

Exploremos cómo “El clásico de los tres caracteres” muestra los méritos morales que han sostenido la cultura china durante milenios y por qué su sabiduría aún resuena en la actualidad.

El poder de la educación moral a temprana edad

“El Clásico” comienza con una afirmación audaz: “Al principio, la gente es amable”. Con raíces en la filosofía de Mencio, quien supuestamente fue alumno de Zisi, nieto de Confucio, y uno de los intérpretes del confucianismo, este verso expone que la amabilidad es innata, una semilla que espera florecer.

Sin embargo, las siguientes líneas advierten: "Las naturalezas son similares, los caracteres se distancian. Sin una enseñanza adecuada, la bondad se desvanece gradualmente. La meticulosidad en la enseñanza es la clave".

Nuestro entorno y nuestra crianza determinan si esa semilla crece o se marchita. Este énfasis confuciano en la educación temprana subraya un mérito moral clave: cultivar la bondad natural del niño es un deber sagrado de los padres, que requiere una guía constante para mantenerlo en el camino de la virtud.

La influencia del vecindario

El lugar donde vive un niño tiene un impacto en la formación de su carácter y en su elección de su futura profesión.

La obra cuenta la historia de la madre de Mencio, una tejedora viuda que se mudó de casa tres veces para encontrar el barrio ideal para su hijo Mengzi, quien más tarde sería conocido como el gran sabio Mencio. Los versos de "El Clásico" que narran la historia dicen lo siguiente: "En el pasado, la madre de Mencio eligió el barrio. Cuando su hijo no aprendió, cortó el hilo del telar".

La historia cuenta que, viviendo cerca de un cementerio, el joven Mencio imitaba los funerales y jugaba al duelo. Su madre, alarmada, se mudó a un mercado concurrido. Pero allí, él imitó a carniceros y vendedores. Finalmente, ella se instaló cerca de una escuela, donde Mencio observaba rituales respetuosos y comenzó a emularlos.

De ahí procede la historia conocida como "La madre de Mencio se mudó tres veces". Cuando Mencio tenía la edad suficiente para ir a la escuela, un día faltó a las clases. Su madre redujo drásticamente su labor de tejer, diciendo: "Aprender es como tejer: dejarlo a medias arruina toda la obra".

Avergonzado, Mencio se dedicó a estudiar y se convirtió en un gigante confuciano, conocido como “el Segundo Sabio”, en honor a Confucio, gracias al incansable enfoque de su madre en su crecimiento moral e intelectual.

<em>Primer plano de una estatua de Confucio. (XiXinXing/Shutterstock)</em>Primer plano de una estatua de Confucio. (XiXinXing/Shutterstock)

Los padres como modelos a seguir

Luego está Dou Yanshan, un erudito y funcionario de la dinastía Tang que no tenía hijos a sus 30 años. En la antigüedad, las personas se casaban jóvenes y Dou empezó a preocuparse por su linaje. Una noche, en un sueño, su difunto abuelo le advirtió que el karma de su vida pasada era demasiado pesado y que, a menos que cambiara, lo dejaría sin hijos y con una vida corta.

Dou se lo tomó muy en serio y empezó a prestar dinero a familias con dificultades. Fundó escuelas privadas para niños desfavorecidos y financió funerales y bodas para los pobres.

Sus buenas obras le permitieron tener cinco hijos, a quienes crio con moralidad. Los cinco superaron rigurosas pruebas imperiales y se convirtieron en funcionarios respetados, convirtiendo a su familia en un modelo de virtud.

Los versos de la historia de Dou dicen lo siguiente: “Dou Yanshan, con métodos rectos, enseñó a sus cinco hijos, quienes se hicieron muy famosos”.

Estas historias resaltan un mérito fundamental: los padres deben ser modelos y enseñar la rectitud, moldeando no sólo a sus hijos sino también el futuro de la sociedad.

Cómo comportarse en diversas relaciones

“El Clásico” detalla cómo las personas con diversos roles en la vida deben actuar en diferentes relaciones. Los niños cantan y memorizan estos versos, que conservan en su memoria durante toda su vida. Aprenden qué rituales y reglas deben seguir en sus diferentes roles en la familia, en el trabajo y en la sociedad.

"Entre padre e hijo debe haber afecto. Entre marido y mujer, armonía. El hermano mayor debe ser amable y el menor, respetuoso. Tanto los mayores como los jóvenes deben observar el orden establecido, que es el principio de la amistad. Un soberano debe mostrar respeto y un ministro debe ser leal. Estas diez virtudes son deberes morales compartidos por todos. Síganlas fielmente y nunca desobedezcan su orden".

Estas virtudes, denominadas en “El Clásico” como los “Diez Principios de Rectitud”, son expresiones de las enseñanzas centrales de Confucio: Ren (bondad), Yi (rectitud), Li (ritos), Zhi (sabiduría) y Xin (confiabilidad), y regulan cómo debemos comportarnos en la sociedad.

<em>Las enseñanzas de Confucio sobre Ren, Yi, Li, Zhi y Xin. (Linda Zhao/The Epoch Times)</em>Las enseñanzas de Confucio sobre Ren, Yi, Li, Zhi y Xin. (Linda Zhao/The Epoch Times)

Cada uno de nosotros desempeña muchos roles: podemos ser padre, madre, cónyuge, hijo, hermano, amigo, jefe o empleado. En el corazón de estas relaciones se encuentra un sentido compartido de respeto y justicia, piedad filial, amor, armonía y lealtad.

Todo se trata de empezar por nosotros mismos: cuando actuamos con integridad y bondad, nuestro ejemplo influye naturalmente en nuestra familia, amigos y en quienes nos rodean. Ese efecto dominó de bondad es poderoso y duradero.

Historia de piedad filial

Una conmovedora historia de piedad filial en “El Clásico” refuerza cómo estos principios ayudan a formar el carácter de un niño.

Huang Xiang , un niño de la dinastía Han del Este, tenía solo 9 años cuando falleció su madre. Aunque la extrañaba, cuidaba muy bien de su padre: en verano, abanicaba la almohada para refrescarla y en invierno se acostaba en la cama de su padre para calentarla antes de que él se acostara.

Sus pequeñas acciones demuestran cómo incluso los niños pueden encarnar estas virtudes. Todos sus vecinos lo elogiaron y lo consideraron un modelo a seguir para sus propios hijos.

Enseñando el conocimiento común

Más allá de la ética, "El Clásico" también sirve como introducción a los conocimientos básicos, como un libro de texto de primaria. Enseña a contar del uno al diez mil; las cuatro estaciones y los puntos cardinales; el sol, la luna y las estrellas; y el orden natural del cielo, la tierra y la humanidad.

Presenta los cinco elementos (metal, madera, agua, fuego y tierra), la geografía, la agricultura, el comercio, los seis granos tradicionales y los seis animales domésticos. Como todos los versos del Clásico se componen de tres palabras y riman, los niños pueden memorizar fácilmente los conocimientos y comprender la creación, la Tierra y el universo.

A medida que los niños avanzan, el libro los guía hacia los Cuatro Libros y Cinco Clásicos del Confucianismo y el estudio de la historia.

El aprendizaje moral y el aprendizaje práctico eran inseparables: ambos esenciales para convertirse en una persona completa.

El cultivo moral dura toda la vida

El libro cierra con una advertencia y un estímulo:

"La diligencia trae éxito; la ociosidad nada. Mantente alerta en esto, esfuérzate siempre".

El crecimiento moral e intelectual, enseña, no es una fase de la juventud sino un compromiso de toda la vida.

Un mensaje para la vida actual

Tras la toma del poder del Partido Comunista Chino en China en 1949, la cultura tradicional fue denunciada, especialmente durante la Revolución Cultural. Las enseñanzas morales confucianas y textos como "El Clásico" fueron tachados de "supersticiones feudales".

Como resultado, la educación moral se derrumbó junto con dichas enseñanzas. La consiguiente erosión de la ética en la sociedad china ha sido una dolorosa lección.

Sin embargo, el mensaje del libro permanece atemporal: la naturaleza humana nace de la bondad, pero debe nutrirse mediante la educación, la autodisciplina y el ejemplo moral.

Cuando las personas cultivan la virtud, las familias prosperan y las sociedades se vuelven estables y justas.

Quizás esa sea la lección más profunda que este pequeño libro ofrece al mundo moderno: la bondad es nuestra naturaleza, pero sobrevive sólo cuando elegimos practicarla.


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