Opinión
En 1999, dos coroneles del Ejército Popular de Liberación de China publicaron “Guerra sin restricciones”, un libro de estrategia militar que defiende que los conflictos modernos trascienden los campos de batalla tradicionales y se extienden a los ámbitos económico, jurídico, informativo y tecnológico. Los autores sostenían que los países podían —y debían— utilizar todas las herramientas a su alcance, incluidas la influencia económica y las tácticas no convencionales, para obtener ventaja sobre sus adversarios.
Esta doctrina refuerza en gran medida el enfoque actual de China respecto a la competencia global, lo que supone una severa advertencia para los responsables políticos y los consumidores estadounidenses: depender de China para obtener ingredientes alimentarios esenciales, incluidos los sustitutos del azúcar, fomenta la vulnerabilidad estratégica.
La creciente dependencia de Estados Unidos de la producción china de sustitutos del azúcar se alinea peligrosamente con la guerra sin restricciones. A medida que China consolida su control sobre estos ingredientes, utilizados de forma ubicua en todo, desde refrescos light hasta productos que los niños estadounidenses consumen a diario, corremos el riesgo de ceder nuestra soberanía sobre nuestra salud, la seguridad alimentaria y la autonomía económica.
Soluciones para el azúcar
A los occidentales les encanta el azúcar, pero luchan contra sus efectos negativos para la salud, como la obesidad, la diabetes, las enfermedades cardíacas, la enfermedad del hígado graso y la caries dental. Los edulcorantes de alta intensidad, como la sucralosa, el aspartamo y el acesulfamo potásico (Ace-K), así como las alternativas de origen vegetal, como la stevia y la fruta del monje, también proceden principalmente de China.Los nuevos productos, como la alulosa y la tagatosa de origen vegetal, ofrecen un sabor y una capacidad de cocción más similares a los del azúcar de caña y no tienen efectos negativos conocidos para la salud, sino solo beneficios positivos, pero la amenaza de China se cierne sobre ellos. A medida que los estadounidenses abandonan el azúcar tradicional, deben confiar en que estas alternativas son seguras. Esa confianza es errónea cuando casi todas proceden de China y algunas plantean problemas de salud inherentes.
La historia de adulteraciones mortales de China
El problemático historial de China en materia de seguridad alimentaria es notorio. El escándalo de la melamina de 2007, en el que los exportadores chinos adulteraron el gluten de trigo y la proteína de arroz con melamina, causó la muerte de más de 13,000 perros y gatos solo en Estados Unidos.Peor aún, en 2008, la leche infantil contaminada fue noticia en todo el mundo cuando la contaminación por melamina en China provocó enfermedades generalizadas y la muerte de bebés. Los recientes informes sobre ciudadanos chinos que introducen de contrabando toxinas agrícolas en Estados Unidos, posiblemente como sabotaje dirigido por el Estado, aumentan la preocupación.
El auge de China en la producción de alulosa y la coacción económica
Añadiendo una nueva capa al panorama, China está aumentando rápidamente la producción industrial de alulosa, un "azúcar raro" promocionado como un edulcorante más saludable y bajo en calorías. Las empresas chinas han realizado grandes inversiones para dominar el suministro mundial de alulosa, probablemente con subvenciones del gobierno. Aunque la alulosa es una alternativa prometedora al azúcar más saludable (si no está adulterada), la dependencia de Estados Unidos de las importaciones chinas aumenta los riesgos relacionados con las interrupciones del suministro, la propiedad intelectual y la supervisión de la seguridad.La disposición de China a exportar sustancias con consecuencias letales imprudentes, como el fentanilo y sus precursores, refuerza la preocupación por las cadenas de suministro chinas de ingredientes alimentarios.
Los efectos desconocidos de esta dependencia y la opacidad de la producción en la República Popular China (RPC) deberían haber hecho saltar las alarmas sobre la seguridad alimentaria hace años.
Proteger la innovación: el caso de la tagatosa estadounidense
Bonumose (Charlottesville, Virginia) es pionera en un método sostenible y de gran volumen para fabricar tagatosa, un material vegetal dulce con beneficios prebióticos y un impacto glucémico insignificante. Al igual que la alulosa, la tagatosa evita los riesgos metabólicos o cardiovasculares asociados al azúcar, los edulcorantes artificiales y algunos alcoholes de azúcar. La mayoría de las personas que consumen tagatosa no notan la diferencia entre esta y el azúcar de caña.Sin embargo, los actores estatales chinos han intentado agresivamente copiar ilegalmente la tecnología patentada de Bonumose para la producción de tagatosa y han inundado las revistas científicas con una historia inventada según la cual ellos, y no Bonumose, inventaron el método escalable y de bajo costo. El más destacado es el Instituto de Tecnología Industrial de Tianjin (Tianjin, China), que, al igual que su filial, el Instituto de Virología de Wuhan (infame por el COVID-19), forma parte de la Academia China de Ciencias, controlada por el régimen de la República Popular China y bajo la influencia del Ejército Popular de Liberación.
La relocalización es vital
Las similitudes entre los sustitutos del azúcar y otras cadenas de suministro críticas, como las vitaminas, los aditivos alimentarios de aminoácidos y los ingredientes farmacéuticos activos, son sorprendentes.Apoyar la producción nacional de sustitutos saludables del azúcar es una necesidad tanto económica como estratégica. Protege a los consumidores estadounidenses de los riesgos para la salud que entrañan las cadenas de suministro extranjeras, garantiza el control sobre tecnologías de ingredientes alimentarios vitales y revitaliza las economías rurales mediante la expansión de la demanda agrícola.
Además, la reconversión de las instalaciones de procesamiento de maíz que están dejando de producir jarabe de maíz con alto contenido en fructosa para producir tagatosa y alternativas similares podría proporcionar un medio rápido, escalable y rentable de restablecer la resiliencia de la cadena de suministro alimentario.
La doctrina de la guerra sin restricciones es el motor clave de los objetivos hegemónicos de China para las cadenas de suministro globales y refuerza la plataforma intermediaria de China: la Iniciativa de la Franja y la Ruta. El control de la República Popular China sobre los ingredientes alimentarios esenciales es un arma estratégica.
La actual administración debería dar prioridad a una iniciativa nacional audaz para la producción nacional de alternativas al azúcar y otros ingredientes alimentarios estratégicos, basada en la agricultura y la innovación estadounidenses.
Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no reflejan necesariamente las de The Epoch Times.
















