Durante décadas, los científicos se preguntaban si cambiar nuestra forma de pensar podría realmente remodelar el cerebro. Hoy, un estudio reciente ofrece pruebas convincentes, capturando las primeras imágenes que sugieren que la psicoterapia, solo mediante el esfuerzo mental, puede provocar cambios estructurales reales en el cerebro.
Para las personas que viven con depresión, la investigación apunta a una forma más profunda en la que la terapia puede ayudar, reconstruyendo el propio cerebro.
Un estudio de imágenes cerebrales publicado en Translational Psychiatry descubrió que los adultos que completaron un curso de terapia cognitivo-conductual (TCC) mostraron un crecimiento medible en las regiones del cerebro responsables del procesamiento de las emociones y la regulación del estado de ánimo. Estas áreas, a menudo debilitadas en la depresión crónica, parecieron fortalecerse a lo largo del tratamiento.
"Por primera vez, disponemos de un biomarcador fiable del efecto de la psicoterapia en la estructura cerebral", dijo el investigador principal Ronny Redlich, director de psicología biológica y clínica de la Universidad Martín Lutero de Halle-Wittenberg, Alemania, en un comunicado de prensa.
Lo que revelaron los escáneres cerebrales
"Existe una clara conexión entre el cerebro y la mente, incluso entre los trastornos mentales y nuestro cerebro", explicó Redlich a The Epoch Times en un correo electrónico.La idea de que el cerebro puede adaptarse y cambiar se basa en el concepto de neuroplasticidad.
El estudio siguió a 30 adultos, de entre 18 y 65 años, con trastorno depresivo mayor que recibieron unas 20 sesiones de TCC durante 40 semanas. Las resonancias magnéticas de alta resolución realizadas antes y después del tratamiento revelaron un aumento del volumen de materia gris en la amígdala, una región clave para el procesamiento emocional y en el hipocampo anterior, que interviene en la memoria y la regulación del estado de ánimo.
Al final del estudio, 19 de los 30 participantes ya no cumplían con el diagnóstico clínico de depresión.
El aumento de la materia gris en la amígdala se correlacionó con una mayor capacidad para percibir las emociones, en particular las propias, dijo Redlich.
Esa capacidad, conocida como conciencia emocional, a menudo se ve afectada en la depresión.
Muchas personas con una afección llamada alexitimia, que es la dificultad para identificar o expresar emociones, tienen más dificultades para procesar lo que sienten. La TCC, conocida desde hace tiempo por ayudar a las personas a controlar la depresión, está diseñada para mejorar esta habilidad.
"La psicoterapia funciona y cambia el cerebro", añadió Redlich. "Los trastornos mentales no son una debilidad personal. Están relacionados con cambios físicos en el cerebro. La psicoterapia puede ayudar a 'reparar' esas conexiones".
Aproximadamente un tercio de los participantes tomaban antidepresivos, por lo que es posible que alguno de los cambios cerebrales estuvieran relacionados con la medicación. Sin embargo, incluso después de tener esto en cuenta, la relación entre los cambios cerebrales y la terapia siguió siendo significativa.
Además, el estudio no incluyó un grupo con depresión no tratada, por lo que es posible que algunos cambios cerebrales se hubieran producido de forma natural. Aun así, los investigadores creen que los resultados respaldan la idea de que desarrollar habilidades emocionales a través de la terapia conversacional —como las que se utilizan en la TCC— puede moldear el cerebro.
Cómo la TCC podría remodelar el cerebro
La TCC es una de las terapias más recomendadas y rigurosamente estudiadas para la depresión. Se centra en romper los ciclos de pensamiento negativo y enseñar habilidades prácticas para manejar el estrés, las emociones y los desafíos diarios.Este tipo de "entrenamiento" mental específico cambia la forma de pensar de las personas, modificando lentamente el funcionamiento del cerebro.
Todas las principales organizaciones sanitarias reconocen la TCC, o sus variantes, como la única psicoterapia basada en la evidencia que ha demostrado su eficacia en todas las afecciones, según explicó a The Epoch Times Mike Abrams, psicólogo clínico y autor de varios libros de texto sobre terapia cognitiva.
Parte de su eficacia, añadió Abrams, proviene del desarrollo de la conciencia emocional y la práctica de una especie de flexibilidad que fomenta la aceptación y la resiliencia.
"Todas las TCC tienen inherentemente una filosofía estoica, que es un estilo de vida de aceptación", afirmó.
Básicamente, todo lo que uno siente, en cierta medida, es una función de lo que piensa. En lugar de luchar contra cada emoción o pensamiento incómodo, la TCC anima a las personas a reconocerlos, reflexionar y responder de forma más intencionada.
"Un buen terapeuta de TCC, si realmente está haciendo su trabajo, escucha las cosas que las personas dicen que no son racionales y guía a la persona para que vea que su propio pensamiento exigente, su propia rigidez, es lo que le está causando su malestar", dijo Abrams.
Con el tiempo, este entrenamiento puede fortalecer los circuitos cerebrales involucrados en la autorregulación, la percepción emocional y la resiliencia, lo que podría explicar los cambios estructurales observados en el estudio.
"En última instancia, los cambios en el pensamiento y el comportamiento siempre conducen a cambios en el cerebro, incluso en personas sanas, y eso es una buena noticia", dijo Redlich.
"Podemos decidir por nosotros mismos, al menos hasta cierto punto, cómo conectamos nuestro cerebro y qué le enseñamos, también mentalmente".
Mirando hacia el futuro
Redlich y su equipo tienen previsto hacer un seguimiento de los participantes en el estudio durante varios años para determinar si estos cambios cerebrales son duraderos y si permiten predecir quiénes se mantendrán bien y quiénes recaerán. En última instancia, los investigadores esperan que las imágenes cerebrales, posiblemente combinadas con la inteligencia artificial, puedan ayudar a personalizar las decisiones terapéuticas.Por ahora, el estudio demuestra que lo que uno piensa puede moldear el cerebro. Y para algunas personas con depresión, eso significa que la curación puede no comenzar con una pastilla, sino con un pensamiento.
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