Rara vez nos detenemos a pensar en cómo se manifiestan las emociones en nuestro cuerpo. Si no cree que lo hagan, piense en la última vez que se enfadó mucho. Quizás le latía con fuerza el corazón, apretaba la mandíbula o se ponía rojo y sudaba. Es posible que sintiera una oleada de energía provocada por la ira y una necesidad imperiosa de decir groserías.
Su reacción emocional afecta a su cuerpo físico.
En un mundo gobernado por el pensamiento científico, a menudo se considera que nuestro cuerpo físico y nuestras emociones son cosas separadas. Sin embargo, muchas culturas antiguas y los sistemas médicos que desarrollaron, reconocían una profunda conexión entre ambos. Entendían que las emociones podían influir profundamente en nosotros a nivel físico y cambiar el curso de nuestra salud, para bien o para mal.
La medicina china comprende la conexión entre el cuerpo y la mente desde hace miles de años. Considera que las emociones son vitales para nuestra salud y que, cuando se gestionan mal, pueden provocar enfermedades.
En este sofisticado sistema, las emociones se asocian con órganos, estaciones, elementos, colores y sabores específicos. Las emociones y el cuerpo físico tienen una relación bidireccional. Las emociones intensas, persistentes, no reconocidas o no procesadas pueden afectar negativamente los órganos asociados a ellas, y viceversa. Si los sentimientos se ignoran o no se procesan adecuadamente, pueden manifestarse en forma de síntomas físicos y provocar enfermedades.
En este sistema holístico, las emociones son aspectos integrales del ser humano que deben ser atendidos, nutridos, reconocidos y expresados para mantenerse sanos.
A continuación, se enumeran las emociones y los órganos asociados a ellas en la medicina china, con enlaces si desea obtener más información:
- Pena: Pulmones
- Miedo: Riñones
- Ira: Hígado
- Alegría: Corazón
- Preocupación/Exceso de pensamiento: Bazo
El ayurveda, la medicina tradicional de la India, es otro sistema médico que desde hace mucho tiempo comprende la conexión entre las emociones y la salud. Otros incluyen la medicina tibetana, la medicina japonesa Kampo y la medicina Unani, o medicina greco-árabe, un sistema de curación tradicional creado por los griegos y desarrollado posteriormente por los árabes, sobre todo por el filósofo y médico musulmán Avicena.
La ciencia está empezando a explorar esta conexión y a validar los efectos físicos de las emociones.
Un estudio sueco de 2022 examinó los datos de 490,527 pacientes con insuficiencia cardíaca durante aproximadamente cuatro años. Los resultados mostraron que aquellos que perdieron a un familiar cercano tenían una probabilidad significativamente mayor de morir que aquellos que no lo hicieron. La muerte del cónyuge aumentaba el riesgo de morir en un 20 por ciento y se elevaba al 35 por ciento para aquellos que perdieron a dos personas.
Los estudios también revelan que la ira frecuente aumenta el riesgo de enfermedades cardíacas, el duelo tiene efectos adversos en el sistema inmunológico, la preocupación aumenta la presión arterial y la frecuencia cardíaca y el miedo puede causar problemas cardiovasculares, problemas digestivos, un sistema inmunológico debilitado y envejecer prematuramente.
La escritora de salud de Epoch Times, Sina McCullough, experimentó de primera mano la conexión entre las emociones y el cuerpo con la muerte de su madre. Aunque su madre se recuperó de múltiples problemas de salud que afectaban su cuerpo, murió posteriormente de un corazón roto debido al dolor causado por la muerte de su esposo.
Zena le Roux periodista especializada en salud, escribe que incluso el dolor crónico va más allá de lo físico y puede apuntar a emociones no procesadas de nuestro pasado, que a menudo se remontan a la infancia. Cita una investigación que descubrió que el 84 por ciento de los adultos con dolor crónico tenían traumas infantiles no resueltos.
La vida moderna nos anima a perseguir las emociones "positivas" y a evitar todo lo que nos resulta desagradable. Los sentimientos que calificamos de negativos, como la tristeza, la ira, el dolor o el miedo, suelen evitarse. En lugar de enfrentarnos a ellos, nos distraemos con todo tipo de cosas, desde la tecnología hasta el alcohol, adormeciendo las emociones que podrían llevarnos a los rincones más profundos y oscuros de nuestra psique.
El hábito de la evasión se está convirtiendo en un patrón que transmitimos a nuestros hijos.
En lugar de enseñarles a reconocer y procesar sus emociones, les entregamos teléfonos móviles y tabletas. Estos chupetes digitales pueden evitar crisis y arrebatos en el momento, pero impiden que los niños aprendan a soportar la incomodidad y a gestionar las emociones intensas de forma saludable.
Las emociones son complejas, pero cultivar una relación sana con ellas tiene beneficios incalculables. Reconocer nuestros sentimientos, procesarlos y dejarlos ir desarrolla la inteligencia emocional y la autoconciencia y, en última instancia, puede conducir al autocontrol, además de cuidar un aspecto fundamental de nuestra salud.
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