El viceprimer ministro rumano, Dragos Anastasiu, dimitió el domingo tras resurgir un antiguo escándalo de corrupción.
Anastasiu había sido encargado por el primer ministro Ilie Bolojan de supervisar la reforma de las empresas estatales como parte de la iniciativa del gobierno de coalición para reducir el mayor déficit presupuestario de la Unión Europea. El déficit se situó en el 9.3% en 2024, según S&P Global.
La semana pasada, el antiguo caso de soborno resurgió pocas semanas después de que Anastasiu asumiera el cargo. En él estaba implicada una de sus empresas, que supuestamente había sido chantajeada por un inspector de Hacienda para que pagara 2000 euros al mes en sobornos, camuflados como honorarios de consultoría, entre 2009 y 2017 para evitar largas inspecciones.
Su empresa denunció posteriormente al inspector, que fue condenado en 2023.
Afirmó que su empresa había pagado todos sus impuestos y que se había visto obligado a “aceptar pagar este soborno para sobrevivir” debido al trato que el Estado había dado a las empresas en el pasado.
“En este momento, en la situación política actual, tengo muy claro que ya no puedo ayudar, que digas lo que digas o hagas lo que hagas, el proceso de denigración continuará basándose en ciertos hechos concretos, pero llevados al extremo”, declaró en una rueda de prensa en Bucarest.
Anastasiu nunca fue acusado en relación con el escándalo, pero participó en el caso como testigo.
“Esta es la razón por la que, tal y como he comentado con el primer ministro, he llegado a la conclusión de que ahora haría más daño que bien, y que es hora de dar un paso al lado, hacia atrás, como quieran llamarlo, y dimitir”.
El partido conservador de la oposición Alianza para la Unidad de los Rumanos (AUR) calificó la dimisión de Anastasiu como un “gesto de higiene moral”.
“La lamentable forma en que ha intentado justificar sus actos demuestra exactamente por qué Rumanía lleva 35 años estancada entre los ‘sobornos para sobrevivir’ y los ‘sobornos para enriquecerse’”, declaró el portavoz de la AUR, Dan Tanasa, según agerpres.
“Afirmar con serenidad que ‘diste un soborno para que tu empresa no cerrara’, como si fueras un héroe nacional que salva a los empleados, demuestra desprecio por la ley, por los rumanos honestos y por todos los empresarios que respetan las normas y pagan sus impuestos debidamente”.
El gobierno rumano, que tiene previsto aumentar varios impuestos el próximo mes —entre ellos los impuestos especiales, el impuesto sobre el valor añadido (IVA) y otros gravámenes—, junto con recortes en los puestos de trabajo públicos y las bonificaciones, ya se ha enfrentado a múltiples protestas callejeras.
A principios de este mes, el gobierno de coalición sobrevivió a una moción de censura.
La coalición está formada por cuatro partidos proeuropeos: el Partido Socialdemócrata, el Partido Nacional Liberal, la Unión Salva Rumanía y la Unión de los Húngaros, que representa a la minoría húngara del país.
Rumanía, que se unió a la UE en 2007, se ha visto sacudida por la agitación política desde que se anularon las elecciones presidenciales tras la primera vuelta celebrada en diciembre de 2024.
En esa vuelta, el conservador Calin Georgescu, un candidato outsider, obtuvo la mayoría de los votos, pero el Tribunal Constitucional anuló posteriormente los comicios tras las denuncias de fraude electoral e injerencia rusa. Moscú ha negado haber interferido en la política rumana.
Georgescu fue inhabilitado en marzo para participar en la repetición de las elecciones, que se celebraron en mayo.
En esa votación, Nicusor Dan, alcalde de Bucarest, ganó la presidencia, derrotando a George Simion en la segunda vuelta, después de que Simion hubiera liderado la primera.
Simion impugnó el resultado ante el Tribunal Constitucional, pero su recurso para anular las elecciones fue rechazado.
Con información de Reuters.
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