En esta ilustración fotográfica, un adolescente mira la pantalla de un teléfono móvil el 17 de enero de 2023 en Londres, Inglaterra. (Leon Neal/Getty Images)

En esta ilustración fotográfica, un adolescente mira la pantalla de un teléfono móvil el 17 de enero de 2023 en Londres, Inglaterra. (Leon Neal/Getty Images)

Padres temen más a los efectos de las pantallas en sus hijos que a las drogas y la obesidad: encuesta

Desde la comida chatarra hasta TikTok, los mayores temores de los padres sobre la salud han cambiado significativamente

SALUDPor Rachel Ann T. Melegrito
23 de agosto de 2025, 7:26 p. m.
| Actualizado el23 de agosto de 2025, 10:36 p. m.

Los padres estadounidenses se preocupan más por el contenido de los feeds de Instagram de sus hijos que por lo que llevan en sus loncheras.

Según una nueva encuesta nacional, las pantallas que los niños parecen no poder soltar representan la mayor de varias amenazas.

Las tres principales preocupaciones sobre la salud infantil están relacionadas con la tecnología: redes sociales, exceso de tiempo frente a pantallas y seguridad en internet.

Tendencias cambiantes

Los resultados de la Encuesta Nacional sobre la Salud Infantil 2025 del Hospital de Niños C.S. Mott muestran la creciente preocupación de los padres por la exposición de los niños a la tecnología y su impacto en el bienestar. Dos tercios creen que la salud física está empeorando, y cuatro de cada cinco opinan lo mismo sobre la salud mental.

"Cuantas más noticias salen al respecto, más se evidencia ante los padres que se trata de un problema", dijo Sarah J. Clark, codirectora de la Encuesta Mott, a The Epoch Times. “Lo que hace que los padres se preocupen por las pantallas es: ‘Oh no, esto está aquí mismo en nuestra casa. ¿Es peligroso?’”

Los problemas de salud física como el tabaquismo y la obesidad se encuentran en la parte baja de la lista, mientras que la salud mental ocupa el quinto lugar. Las tres principales preocupaciones se mantienen igual que el año pasado, dominadas por problemas relacionados con la tecnología, mientras que depresión, ansiedad y estrés están justo fuera del top tres, pero estrechamente vinculados al uso de tecnología.

Los resultados de la encuesta representan un cambio significativo respecto a hace apenas una década. Desde 2020, la tecnología y la salud mental han dominado, mientras que la obesidad —que antes era un tema entre los tres principales—, ha salido del top 10.

Las redes sociales y el uso excesivo de pantallas fueron las dos principales preocupaciones compartidas por los padres en 2025, con tres de cada cuatro padres preocupados.

Aunque las redes sociales son la principal preocupación de los padres en 2025, hace dos años lo era el tiempo excesivo frente a las pantallas, con las redes sociales ocupando un cercano segundo lugar. Durante los últimos dos años, estos dos temas han competido por la posición de la mayor preocupación de los padres respecto a la vida de sus hijos.

Las redes sociales aparecieron por primera vez en la encuesta en 2020 y de inmediato ocuparon el primer lugar ese año. El aumento repentino fue impulsado por la pandemia, ya que los niños pasaron más tiempo en línea para la escuela y la conexión social.

La seguridad en internet ocupó el tercer lugar con un 66 por ciento y ha estado entre las diez principales preocupaciones de los padres desde 2007, año en que se realizó la primera encuesta.

Los problemas de salud mental y la mala alimentación preocupaban a más del 60 por ciento de los padres. Las cuestiones relacionadas con la salud mental han estado en la encuesta por más de 15 años.

El acoso y el ciberacoso ocuparon el segundo lugar en 2020, y la encuesta atribuyó su aumento al mayor tiempo que los niños pasan en línea. Para 2023, habían descendido al quinto lugar, y en la última encuesta se sitúan en el noveno.

¿Por qué las pantallas parecen más amenazantes?

El cambio plantea una pregunta clave: ¿Qué ha cambiado para que las pantallas se perciban como una fuente de ansiedad mayor para los padres que los riesgos tradicionales de salud, como la comida chatarra o enfermedades futuras?

La Dra. Andrea Diaz Stransky, psiquiatra infantil y adolescente y asesora de Emora Health, dijo que las pantallas representan un desafío especialmente moderno.

“Las pantallas resultan especialmente urgentes para muchos padres porque son omnipresentes, están mal reguladas y profundamente entrelazadas con el desarrollo mental, emocional y social de los niños”, dijo Stransky a The Epoch Times. Los padres pueden estar viendo de primera mano cómo el uso excesivo de pantallas no educativas interrumpe el sueño, reduce la actividad física, tensiona la relación entre padres e hijos y, en última instancia, afecta la salud mental, agregó.

La ansiedad se ve agravada por una inversión de roles que muchos padres consideran inquietante. Clark señaló que crecer hoy es muy diferente a cuando estos padres eran niños, no por los dispositivos en sí, sino porque los niños a menudo superan el conocimiento tecnológico de sus padres. “[Eso] puede hacer que los padres se sientan un poco ansiosos porque se supone que tú eres quien sabe y está al frente, pero con la tecnología, las tornas se invierten, y esto sucede temprano”, dijo Clark.

A diferencia de los riesgos físicos, donde la amenaza es visible y las soluciones son tangibles, los peligros digitales a menudo ocurren de manera silenciosa, y la mayoría de los padres se sienten incapaces de proteger a sus hijos frente a los riesgos digitales, según un estudio.

La conexión con la salud mental

Los temores de los padres provienen de lo que observan en casa: más ansiedad, más problemas de conducta y más conflictos, a menudo relacionados con el uso de dispositivos, dijo a The Epoch Times Tom Kersting, terapeuta licenciado y autor de Disconnected y Raising Healthy Teenagers, libros que analizan cómo la tecnología afecta la salud mental, las habilidades sociales y la resiliencia de los niños.

“Estamos en una epidemia de salud mental”, afirmó. “La ansiedad y la depresión se han disparado desde 2012, cuando los teléfonos inteligentes se hicieron populares, y ese aumento está directamente relacionado con el uso de pantallas”.

Investigaciones recientes respaldan estas preocupaciones. Yunyu Xiao, profesora asistente de ciencias de la salud poblacional en Weill Cornell Medicine y New York Presbyterian, dirigió un estudio recientemente publicado que encontró que los patrones adictivos de uso de redes sociales y teléfonos móviles están vinculados a un mayor riesgo de pensamientos y conductas suicidas entre adolescentes.

“Estos patrones pueden alterar el sueño, reducir las interacciones sociales cara a cara y exponer a los jóvenes a contenido dañino en línea, incluyendo ciberacoso y comparaciones sociales poco realistas”, dijo Xiao a The Epoch Times, señalando que con el tiempo pueden erosionar la autoestima, profundizar el aislamiento y empeorar las vulnerabilidades de salud mental.

Los padres reportan cada vez más comportamientos oposicionistas y desafiantes, que a menudo estallan cuando se les quita un dispositivo, dijo Kersting.

“Casi siempre, estos estallidos verbales —y a veces físicos—, ocurren cuando un padre retira un dispositivo electrónico como un teléfono o una consola de videojuegos”, explicó, describiéndolo como “básicamente un síndrome de abstinencia de dopamina”.

Demasiado tiempo frente a las pantallas roba a los adolescentes su desarrollo social y emocional. Pierden tiempo social, actividades físicas y pasatiempos prácticos donde podrían aprender a manejar el estrés y volverse emocionalmente adaptables, señaló Stransky.

Costos físicos y sociales

La crisis del tiempo frente a pantallas va más allá de la salud mental.

A un nivel más sutil, las pantallas están erosionando habilidades esenciales para la vida, dijo Kersting. “Una de las cosas más grandes que he notado es la reducción de habilidades sociales e inteligencia emocional”. Estas capacidades —críticas para la empatía y la interacción social—, solo se desarrollan a través de conexiones reales. “La única manera de desarrollar una inteligencia emocional robusta es mediante la interacción cara a cara con otros seres humanos, algo de lo que nuestros hijos tienen muy poco”, agregó.

La privación de sueño se ha vuelto endémica, especialmente entre estudiantes de secundaria y preparatoria cuyos padres permiten el uso de teléfonos en sus habitaciones por la noche.

En una encuesta que Kersting realizó con 100 estudiantes de secundaria que lo conocían y confiaban en él, 93 dijeron que se iban a dormir entre la 1 a.m. y las 4 a.m. en noches escolares, a menudo sin que sus padres lo supieran. “Estas pantallas y la privación de sueño [juntas] contribuyen a problemas de conducta, emocionales, ansiedad y dificultades académicas”, indicó.

La salud física también se ve afectada. Stransky señaló que un estilo de vida saludable requiere ejercicio regular, alimentación equilibrada y buen sueño, todo lo cual el tiempo excesivo frente a pantallas interrumpe. Kersting agregó que el tiempo sedentario frente a pantallas expone a los niños a publicidad de alimentos poco saludables, creando un ciclo de malas elecciones de salud.

Reconociendo las señales de alerta

Los padres suelen reconocer el problema solo cuando sus hijos empiezan a comportarse de manera visiblemente distinta, dijo Clark, momento en el cual el problema ya puede estar bien arraigado.

No todo uso de pantallas debe tratarse por igual, señaló Stransky. “De la misma manera en que ayudamos a nuestros hijos a ‘equilibrar su dieta’ y mantener la ‘comida chatarra’ bajo control, necesitamos desarrollar estrategias para enseñarles higiene digital y actividades en línea intencionales”, afirmó.

Xiao coincidió en que el total de horas en línea solo cuenta parte de la historia. “Nuestro estudio sugiere que no se trata solo de cuánto tiempo pasan los jóvenes conectados, sino de cómo y por qué lo hacen”, dijo.

Las señales de alerta de que la relación de un adolescente con sus dispositivos puede volverse poco saludable incluyen:

-Pérdida de control: intentos repetidos e infructuosos de reducir el uso.

-Deterioro funcional: bajas calificaciones, aislamiento de amigos o pasatiempos, o alteraciones graves del sueño.

-Dependencia emocional: sentir ansiedad, irritabilidad o malestar al no estar en línea.

-Exposición a riesgos: interactuar con comunidades dañinas, sufrir ciberacoso o encontrarse con contenido perturbador.

Los adultos también deben prestar atención cuando los jóvenes eligen de manera constante las pantallas por encima de necesidades básicas como comer, dormir o pasar tiempo con otros fuera de línea, agregó Xiao.

Aunque los padres son conscientes de los riesgos, muchos aún entregan dispositivos a sus hijos poco después de cumplir los 10 años, por miedo a que se sientan excluidos, explicó Kersting. “Es un problema de conformidad social. Se la juegan esperando que no les pase a sus hijos. No es un riesgo que valga la pena asumir”.


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