El presidente Donald Trump le dijo a la prensa el 22 de abril que si la China comunista no acepta un acuerdo comercial, Estados Unidos será quien fije las condiciones de los aranceles.
«En última instancia, tienen que llegar a un acuerdo porque, de lo contrario, no podrán comerciar en Estados Unidos», afirmó el presidente en la ceremonia de toma de posesión del nuevo presidente de la Comisión de Bolsa y Valores, Paul Atkins. «Por lo tanto, queremos que participen, pero ellos tienen que llegar a un acuerdo, al igual que otros países. Y si no lo hacen, nosotros lo haremos».
Ese acuerdo comercial, dijo, sería justo para todos y pondría fin a los actuales acuerdos comerciales con China y otros países que, según él, dejan a Estados Unidos «estafado a diestra y siniestra».
«Estamos perdiendo casi 2 billones de dólares en comercio, y esos días han terminado», dijo. «No vamos a volver a hacerlo».
Dijo que su administración sería «muy amable» al trabajar con el líder comunista chino Xi Jinping para reducir significativamente los aranceles, aunque no a cero. También se hizo eco de su postura de que China y otros países van a querer llegar a un acuerdo con Estados Unidos.
«Les va a ir muy bien, y creo que van a estar contentos, y creo que vamos a vivir juntos muy felices y, en el mejor de los casos, trabajar juntos», les dijo Trump a los periodistas en el Despacho Oval el 22 de abril.
Los comentarios del presidente se producen después de que su secretaria de prensa, Karoline Leavitt, le confirmara a los periodistas durante una rueda de prensa en la Casa Blanca que Trump pensaba que las conversaciones con el régimen comunista avanzaban en la dirección correcta.
La semana pasada, la Casa Blanca declaró que la pelota estaba en el campo de China en lo que respecta a las negociaciones comerciales.
«No tenemos que llegar a un acuerdo con ellos», declaró Leavitt a los periodistas durante una rueda de prensa, citando al presidente.
«No hay ninguna diferencia entre China y cualquier otro país, salvo que es mucho más grande y quiere lo que nosotros tenemos, lo que todos los países quieren: los consumidores estadounidenses. O, dicho de otra forma, necesitan nuestro dinero».
La Administración ha seguido imponiendo aranceles cada vez más elevados al régimen comunista, que ha optado por tomar represalias, mientras que los aranceles a otros países se han suspendido después de que sus líderes decidieran negociar condiciones comerciales más justas.
Los aranceles estadounidenses sobre una amplia gama de productos procedentes de China que entran en el país alcanzan ahora el 245 por ciento, mientras que los aranceles de represalia de Beijing sobre los productos estadounidenses se han elevado del 84 por ciento al 125 por ciento.
Andrew Moran contribuyó a este artículo
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