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(The Epoch Times/Shutterstock)

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¿Por qué están aumentando las enfermedades musculoesqueléticas y cómo abordar sus causas?

Las afecciones crónicas de las articulaciones y los músculos no solo se relacionan con la edad. Los hábitos diarios pueden aumentar el riesgo mucho antes de que aparezcan los síntomas

SALUD ÓSEA, ARTICULAR Y MUSCULARPor Zena le Roux
25 de julio de 2025, 4:50 p. m.
| Actualizado el25 de julio de 2025, 4:50 p. m.

Una persona con dolor de espalda puede recibir analgésicos de su médico de cabecera, ser derivada a un fisioterapeuta y, si el dolor persiste, es posible que le hagan una exploración. Sin embargo, ¿alguien le ha preguntado dónde comenzó realmente el dolor?

"Cuando adoptamos una visión holística, teniendo en cuenta el equilibrio, la movilidad, la fuerza, la nutrición, el estrés y el entorno general de la persona, estamos en mejores condiciones de favorecer la recuperación", explicó el Dr. Indra Barathan, médico generalista especializado en medicina funcional, a The Epoch Times.

Por desgracia, este no es el enfoque habitual para muchas afecciones musculoesqueléticas como la osteoartritis, la osteoporosis, la gota, la sarcopenia y la artritis reumatoide. Estas afecciones están aumentando rápidamente a medida que envejece la población y actualmente afectan a más de 121 millones de personas en Estados Unidos. Es necesario un cambio hacia un apoyo personalizado e integral, gran parte del cual puede realizarse antes de que se desarrollen problemas graves.

El rápido aumento

Las afecciones musculoesqueléticas crónicas son actualmente la principal causa de discapacidad en todo el mundo. Estas afecciones no solo afectan a la movilidad, sino que también reducen la calidad de vida y aumentan el riesgo de caídas, fracturas y hospitalización.

En 2021, alrededor de 607 millones de personas vivían con osteoartritis, lo que supone un aumento del 137 % desde 1990. La artritis reumatoide y la gota también han aumentado, con un incremento del 125 % y el 150 %, respectivamente.

El costo de estas afecciones es considerable. Por ejemplo, el costo promedio de una sola fractura osteoporótica es de 21,800 dólares.

¿Qué está provocando el fuerte aumento de las afecciones musculoesqueléticas?

El envejecimiento es un factor importante, especialmente debido a la pérdida natural de fuerza muscular y ósea con el paso del tiempo. Sin embargo, no es el único. La inflamación también desempeña un papel fundamental. En concreto, la inflamación crónica de bajo grado —o inflamación— perpetúa este ciclo degenerativo, lo que demuestra cómo los procesos de envejecimiento convergen para favorecer el deterioro musculoesquelético.

"La inflamación suele estar en el origen de muchos problemas de salud crónicos", afirma Barathan.

Se puede identificar en muchas afecciones que terminan en "-itis", como la artritis o la tendinitis, explica.

La inflamación es una respuesta curativa normal destinada a restablecer el equilibrio. Sin embargo, cuando persisten factores desencadenantes como una dieta deficiente, el estrés o factores ambientales, la inflamación puede volverse crónica —lo que da lugar a síntomas continuos y múltiples diagnósticos.

Aunque las lesiones laborales, las malas posturas y el esfuerzo relacionado con levantar peso son causas inmediatas comunes de problemas musculoesqueléticos, la medicina funcional, un enfoque sanitario que se centra en las causas fundamentales más allá de los síntomas, va más allá.

"Los factores relacionados con el estilo de vida suelen predisponer a las personas a sufrir problemas musculoesqueléticos", afirma Barathan.

Por ejemplo, una nutrición deficiente y las carencias nutricionales pueden debilitar los huesos y los nervios.

Un estilo de vida sedentario, especialmente si implica estar sentado durante mucho tiempo, puede provocar debilidad muscular y pérdida de equilibrio. El estrés crónico puede alterar aún más los patrones de sueño, nutrición y movimiento, lo que afecta la concentración, la coordinación y la resiliencia, señala Barathan.

"El modelo médico tradicional no siempre tiene en cuenta a la persona en su totalidad", afirma.

Barreras para una atención eficaz

A pesar de la creciente concienciación y de las detalladas directrices clínicas, sigue siendo difícil prestar una atención coherente y de alta calidad en el mundo real.

La escasez de personal, la complejidad percibida del tratamiento y los conceptos erróneos comunes sobre el tratamiento amplían aún más la brecha entre las mejores prácticas y lo que realmente reciben los pacientes.

Como señaló Barathan, la recuperación suele ser más exitosa cuando miramos más allá de los síntomas inmediatos y consideramos las causas fundamentales. Sin embargo, este enfoque holístico y centrado en la persona aún no es estándar en la mayoría de los entornos de atención médica.

La situación se complica aún más por la polifarmacia, especialmente entre los adultos mayores que padecen múltiples enfermedades crónicas. Las interacciones entre medicamentos, como los bisfosfonatos utilizados para la osteoporosis y los diuréticos o antiácidos, pueden socavar el tratamiento. Los antiinflamatorios no esteroideos, comúnmente utilizados para aliviar el dolor, pueden aumentar el riesgo de úlceras y hemorragias gastrointestinales.

Los efectos secundarios de los medicamentos también pueden afectar la absorción de nutrientes como el calcio.

"Los corticosteroides, los inhibidores de la bomba de protones y los diuréticos pueden afectar negativamente a la salud ósea al interferir en la absorción de nutrientes", explicó Angel Planells, nutricionista titulado y portavoz de la Academia de Nutrición y Dietética, con sede en Seattle, a The Epoch Times.

Un enfoque centrado en la prevención

Dadas las limitaciones de la atención basada en los síntomas, la prevención ofrece una vía más sostenible para el futuro. Muchas afecciones musculoesqueléticas pueden reducirse o retrasarse si se abordan los problemas de raíz de forma temprana.

"El estilo de vida y la nutrición deben considerarse estrategias de primera línea, tanto para la prevención como para el tratamiento", afirma Planells.

Según Planells, las recomendaciones dietéticas prácticas y basadas en la evidencia incluyen:

- Calcio y vitamina D: Esenciales para la fortaleza ósea, cuyos niveles bajos están fuertemente relacionados con la osteoporosis. Intente obtener el calcio de fuentes alimenticias como los lácteos, las leches vegetales enriquecidas y las verduras de hoja verde y la vitamina D de la luz solar o de suplementos.

- Proteínas: Importantes para preservar la masa muscular, especialmente en las personas mayores, que a menudo no ingieren suficientes proteínas, lo que aumenta el riesgo de sarcopenia. Planells recomendó consumir al menos entre 1.0 y 1.2 gramos de proteína por kilogramo de peso corporal al día. Las buenas fuentes incluyen carnes magras, huevos, lácteos, legumbres, tofu, frutos secos y semillas.

- Ácidos grasos omega-3: Beneficiosos para la salud de las articulaciones debido a sus propiedades antiinflamatorias. Pueden ser especialmente útiles para controlar la artritis reumatoide. A menudo se recomienda una dieta de estilo mediterráneo rica en frutas, verduras, cereales integrales, pescado, frutos secos y aceite de oliva, junto con el tratamiento médico.

- Magnesio, vitamina K y fósforo: Favorecen la función ósea y muscular y ayudan a mantener la integridad estructural.

- Refrescos bajos en sodio y azúcar: Reducir el consumo de sal y limitar las bebidas azucaradas puede ayudar a prevenir la pérdida de calcio y favorecer una mejor densidad ósea. Se recomienda elegir bebidas ricas en nutrientes, como la leche o los zumos 100 % naturales.

"Lo ideal es dar prioridad a los alimentos siempre que sea posible", afirma Planells, refiriéndose a obtener los nutrientes principalmente a través de alimentos integrales en lugar de pastillas o polvos. Esta estrategia favorece una mejor absorción y ofrece beneficios adicionales, como fibra y compuestos vegetales protectores.

Sin embargo, en los casos en que la ingesta dietética no es suficiente, debido a afecciones médicas, cambios relacionados con la edad o restricciones dietéticas, puede ser necesario tomar suplementos. Planells aconseja consultar a un profesional de la salud antes de empezar a tomar cualquier suplemento, teniendo en cuenta la posibilidad de interacciones entre los medicamentos y los nutrientes.

Los cambios en el estilo de vida son igualmente importantes. El ejercicio regular con peso y resistencia ayuda a aumentar la densidad ósea, preservar la masa muscular y mejorar el equilibrio. De hecho, las personas que realizan al menos cinco horas de actividad física moderada a intensa a la semana tienen un riesgo menor de desarrollar dolor lumbar o cervical-shoulder.

Planells también hizo hincapié en dejar de fumar y moderar el consumo de alcohol, ya que ambos pueden debilitar los huesos al interferir en la absorción de nutrientes o en la formación ósea.

Barathan recomendó controlar los indicadores clave de salud, como la glucosa en sangre, los triglicéridos y la densidad ósea, para establecer una referencia y realizar un seguimiento del progreso.

El deterioro musculoesquelético no es inevitable, afirmó Planells.

"Muchos cambios relacionados con la edad pueden ralentizarse o incluso revertirse con las intervenciones adecuadas".


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