En 2007, a los 36 años y solo seis meses después de casarse, Yang Ya-chuan se sometió a un chequeo médico, ya que ella y su marido estaban intentando tener un hijo. Recibieron un diagnóstico inesperado: cáncer de ovario.
A pesar de la cirugía inmediata para extirpar el ovario afectado, un año después, el cáncer se había extendido. En una segunda intervención, los cirujanos se turnaron para extirpar todos los órganos afectados.
Cuando despertó, Yang se enteró de que había perdido el ovario que le quedaba, el útero y parte de los intestinos. Tenía una bolsa junto al ombligo, de la que sobresalía un trozo de intestino.
"Sentí que todo mi mundo se derrumbaba", contó Yang a The Epoch Times.
"No sé qué he hecho para merecer esto. No sé cuánto tiempo me queda. Ni siquiera los médicos pueden decirme cuánto tiempo voy a vivir".
En el momento más devastador de su vida, comenzó a practicar qigong, lo que cambió el rumbo de su vida.
Un encuentro fortuito
Durante la semana que pasó en el hospital tras la operación, su sufrimiento continuó.En ese momento, luchaba contra la acumulación de líquido abdominal y el intenso dolor de la incisión quirúrgica, lo que le dificultaba dormir. También luchaba mentalmente, sintiéndose como el monstruo de Frankenstein, con tubos y puntos de sutura. Lloraba hasta quedarse sin voz, culpando al destino de ser injusto.
Yang contrató a una cuidadora para que la ayudara. Al ver a Yang con tanto dolor, la cuidadora le sugirió que probara practicar un tipo de qigong llamado Falun Gong con la esperanza de aliviar su malestar mental y, con suerte, también físico. La cuidadora le dijo a Yang que a ella le había mejorado mucho la salud.
Falun Gong es una disciplina espiritual que combina la meditación con ejercicios suaves y lentos, similares al yoga o al tai chi. También incluye enseñanzas que siguen los principios de verdad, benevolencia y tolerancia. Hace hincapié en el desarrollo del carácter moral y el cultivo personal.
Al principio, Yang se mostró escéptica. Aun así, accedió a escuchar las enseñanzas grabadas.
"Después de unos 20 minutos de escucha, empezaba a sentirme más tranquila e incluso podía echar una siesta", dijo.
En 2010, Yang se sometió a su primera ronda de quimioterapia. El tratamiento la dejó físicamente debilitada y perdió alrededor de 22 libras.
Continuó con su terapia mientras mantenía su práctica. Una vez dada de alta del hospital, se tomó el tiempo para asistir a un seminario de Falun Gong de nueve días.
Después de su sexta ronda de quimioterapia, tanto su dietista como su médico notaron algo inusual: aunque Yang había perdido peso, su masa muscular se había conservado por completo.
Normalmente, la quimioterapia provoca una fuerte disminución del recuento de glóbulos blancos, lo que aumenta el riesgo de infección y puede suponer graves riesgos para la salud. Sin embargo, los resultados de las pruebas de Yang mostraron de forma constante que su recuento de glóbulos blancos se mantuvo dentro de los límites normales durante todo el tratamiento, un resultado poco habitual en pacientes sometidos a quimioterapia.
Al observar la rapidez con la que se recuperaba el cuerpo de Yang después de cada ciclo de quimioterapia, su médico le recomendó que se sometiera a seis sesiones adicionales como medida preventiva.
Yang le dijo al médico que había decidido no seguir con las sesiones preventivas debido al posible desgaste físico. También le contó que había experimentado mejoras significativas desde que había comenzado a practicar Falun Gong.
Para su sorpresa, el renombrado especialista en ginecología oncológica taiwanés, Hua-Hsi Wu, estuvo de acuerdo con su decisión. "Entonces siga practicando Falun Gong", le dijo.
Recuperación
Desde entonces, Yang se ha dedicado por completo a la práctica mental y corporal.Poco después de practicar Falun Gong al aire libre, experimentó una sensación única de remolino en la espalda, en la zona donde se había sometido a la cirugía para extirpar el lipoma. Según ella, el fuerte flujo de energía duró más de seis meses.
"Cada vez que practicaba, incluso con tiempo frío, empezaba a sudar. El olor de mi sudor me recordaba a los medicamentos de la quimioterapia, los líquidos intravenosos y los desinfectantes que me habían utilizado durante el tratamiento hospitalario. Esto continuó durante casi un año".
Un mes después de terminar la quimioterapia, su cuerpo volvió al estado en el que se encontraba antes de la cirugía, según Yang.
Practicar Falun Gong también ayudó a Yang a cultivar una visión más positiva y pacífica de la vida.
"En lugar de resentirme por mi enfermedad, he aprendido a afrontarla con calma y aceptación. Después de leer Zhuan Falun [el libro principal de Falun Gong], comprendí que la verdadera salud comienza por ser una persona amable y considerada", dijo.
Su familia y amigos se sorprendieron al ver que había dejado atrás su carácter impaciente y colérico, incluso sus hábitos al volante habían cambiado.
Durante más de una década, ha llevado una vida sana y enérgica.
En agosto del 2024, el Hospital General de Veteranos de Taipéi emitió un certificado médico en el que se indicaba que Yang no presentaba ningún síntoma en el momento del examen.

El poder de la creencia
Al comentar la notable recuperación de Yang tras practicar Falun Gong, el Dr. Glynn Weldon Gilcrease, profesor asociado de oncología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Utah, declaró a The Epoch Times que la oncología suele basarse en medidas estadísticas, como la mediana de supervivencia, para evaluar el pronóstico.Sin embargo, señaló que algunos pacientes muestran respuestas inusualmente positivas al tratamiento que son difíciles de explicar desde el punto de vista médico y que, a menudo, ni siquiera los propios pacientes pueden identificar una razón específica.
"Creo que tener esperanza y un sentido de la vida es crucial. Cuando tienes un propósito, cuando entiendes por qué estás aquí, eso marca una diferencia significativa", dijo.
El Dr. Chih-Ying Liao, oncólogo radioterapeuta del Hospital Universitario Médico de China en Taiwán, destacó la importancia de la fe en la recuperación del cáncer.
"El cerebro humano es un órgano extraordinario, puede influir en el sistema inmunológico", declaró a The Epoch Times.
Las investigaciones han demostrado que el diagnóstico de cáncer suele suponer un duro golpe psicológico, y los pacientes experimentan síntomas de depresión y ansiedad en proporciones dos o tres veces superiores a las de la población general. Clínicamente, la ansiedad prolongada, la preocupación y los trastornos del sueño son comunes entre los pacientes con cáncer.
"Prácticas como el qigong y la meditación pueden ayudar a estabilizar tanto el cuerpo como la mente", dijo Liao. "Desde un punto de vista espiritual o religioso, hay pruebas indirectas de que estas prácticas pueden mejorar la calidad de vida, mejorar el sueño y reducir los niveles de hormonas inflamatorias. A su vez, estos efectos podrían ayudar a la recuperación del cáncer al reforzar el sistema inmunológico".
Los pacientes con mayor estabilidad emocional también son más propensos a cuidar su salud física, manteniendo dietas más saludables, haciendo ejercicio con regularidad y, en última instancia, logrando mejores resultados con el tratamiento, afirma. En algunos casos, esto puede incluso conducir a la remisión del cáncer.
En los últimos años, el concepto de oncología integrativa ha recibido una atención creciente dentro de la comunidad médica.
Un ensayo controlado aleatorio de 2021 publicado en la revista Journal of Clinical Oncology descubrió que las pacientes con cáncer de mama que participaron en un programa de meditación de seis semanas experimentaron una reducción significativa de los síntomas depresivos. También informaron de mejoras en la fatiga, el insomnio y los síntomas vasomotores, como los sofocos y los sudores nocturnos, en comparación con el grupo de control.
Un estudio observacional presentado en la reunión anual de la Sociedad Americana de Oncología Clínica de 2016 indicó que la práctica de Falun Gong podía prolongar la supervivencia de los pacientes con cáncer terminal y aliviar sus síntomas. En el estudio, los investigadores observaron a 152 pacientes chinos con cáncer terminal, todos ellos practicantes de Falun Gong.
En la fecha del informe, 149 pacientes seguían vivos y gozaban de buena salud. En comparación con los 5.1 meses previstos, su periodo de supervivencia se prolongó hasta los 56 meses. Cabe destacar que la calidad de vida de los pacientes también mejoró significativamente.

Sobrevivir y prosperar
Tres años después de completar la quimioterapia, Yang volvió al mundo laboral.Se convirtió en agente de seguros de vida en Nan Shan Life, una de las tres principales compañías de seguros de Taiwán. Ha obtenido siete veces el prestigioso reconocimiento Million Dollar Round Table, un honor que la distingue como una de las mejores profesionales del sector.
Además, goza de buena salud. Yang, que antes visitaba con frecuencia las clínicas, solía resfriarse cada tres o cuatro meses, pasaba noches en vela por una tos persistente y tenía problemas digestivos. Ahora, nada de eso.
"Estoy incluso más sana que antes del cáncer".
Únase a nuestro canal de Telegram para recibir las últimas noticias al instante haciendo clic aquí