WASHINGTON— Algunas partes de la Ley One Big Beautiful Bill se consideran un estímulo para tener hijos en un momento en que la fertilidad está en descenso en Estados Unidos.
La versión aprobada por la Cámara de Representantes en mayo aumenta la deducción fiscal por hijos de 2000 a un máximo de 2500 dólares por hijo, mientras que el borrador de la Comisión de Finanzas del Senado fija ese nuevo límite en 2200 dólares. Ambas versiones del megaproyecto de ley incluyen una deducción fiscal por permisos remunerados por motivos familiares y médicos.
Una propuesta llamativa es la "cuenta Trump", un instrumento de ahorro vinculado a un índice bursátil.
Los ciudadanos estadounidenses recién nacidos cuyos padres tengan ambos un número de la Seguridad Social comenzarían su vida con un depósito único de 1000 dólares del gobierno. Los padres o tutores legales pueden aportar más a la cuenta, hasta que el beneficiario cumpla 18 años.
Cuando se le preguntó en abril sobre esta "bonificación por nacimiento", el presidente Donald Trump respondió: "Me parece una buena idea".
El presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson (R-La.), dijo a principios de junio que la política "da a todos los niños estadounidenses que cumplan los requisitos, una ventaja económica desde el primer día".
Los directores ejecutivos de Dell, Goldman Sachs y otras empresas elogiaron estas cuentas y Rod Martin, de Martin Capital, las describió en la red social X como una "estrategia civilizatoria" en respuesta a la disminución de la tasa de natalidad.
Escepticismo
Algunos expertos se muestran escépticos sobre la posibilidad de que el elemento pro-familia del megaproyecto de ley marque una diferencia."En general, la literatura sugiere que las bonificaciones por nacimiento, si son lo suficientemente cuantiosas, solo tienen un efecto temporal en el mejor de los casos", declaró Willem Adema, economista de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), en un correo electrónico enviado a The Epoch Times.
Los análisis de la OCDE relacionan los permisos parentales remunerados, incentivados en el megaproyecto de ley, y el apoyo a la atención infantil con el aumento de las tasas de fertilidad.
Las bonificaciones por nacimiento y otras políticas similares en Hungría, Japón y Polonia tuvieron resultados limitados y dispares.
Robert Breunig, economista especializado en políticas públicas de la Universidad Nacional de Australia, estudió la bonificación por nacimiento en Australia. En virtud de esta política, que se introdujo en 2004 y se suspendió una década más tarde, el Gobierno pagaba a las familias que tenían o adoptaban nuevos hijos.
Algunas investigaciones relacionaron las bonificaciones australianas con un repunte de la tasa de fertilidad. Sin embargo, en los años previos a su finalización, la tasa de fertilidad volvió a descender.
Breunig dijo que algunos países que adoptaron permisos parentales remunerados y otras políticas respaldadas por la OCDE —como Suecia y Noruega— disfrutaron de un aumento inicial de la fertilidad que pronto se agotó. En los últimos años, las tasas de natalidad descendieron en general en ambos países.
Al igual que muchos de los asistentes a la reciente Conferencia Natal, un encuentro de investigadores y activistas a favor de la natalidad, Breunig destacó lo difícil que es revertir el descenso vertiginoso de las tasas de natalidad, un reto de proporciones mundiales.
"Muchos países probaron diferentes políticas de este tipo para que la gente tenga hijos y no parecen funcionar", afirmó.
Aunque la fertilidad está disminuyendo en muchos lugares, la población mundial es elevada, supera los 8000 millones de personas y sigue aumentando. Breunig cree que estas cifras podrían suponer una carga para el medio ambiente.
"Quizás parte de este descenso global de la tasa de fertilidad sea una especie de respuesta orgánica al nivel adecuado de población", afirmó.
Amy Wax, profesora de la Facultad de Derecho Carey de la Universidad de Pensilvania, tiene sus propias dudas sobre el impacto del proyecto de ley en los nacimientos.
La conservadora experta en bienestar social declaró a The Epoch Times que algunos cambios en el megaproyecto de ley —más concretamente, limitar la deducción fiscal por hijos a 2200 o 2500 dólares en lugar de 2000— probablemente no tendrían mucho impacto.
"Si no se intenta influir en el número de niños que nacen, sino de mejorar la vida de los niños que nacerán de todos modos, ¿tendrá ese efecto?", se preguntó Wax. "Hay cuestiones empíricas sin respuesta".
Ganancia inesperada a los 18 años
Con la bonificación por nacimiento, los padres u otros tutores legales pueden añadir hasta 5000 dólares al año a las cuentas propuestas y solo se puede retirar el dinero de la cuenta cuando el niño cumple 18 años.La cuenta Trump está diseñada para gastarse antes de que el titular cumpla 31 años. Después de eso, lo que quede en la cuenta se trata como ingresos normales. Los gastos en educación, pequeñas empresas y primeras viviendas se gravan a un tipo impositivo que los incentiva frente a otros gastos. El hecho de que las cuentas estén protegidas hasta que el beneficiario cumpla 18 años podría hacerlas similares a una cuenta de jubilación inversa, que vincula a padres e hijos al mercado.
Suponiendo un rendimiento promedio anual del 10.33 por ciento —el promedio del S&P 500 desde 1957— un padre que aporte 5000 dólares al año podría dejar a su hijo más de 214,000 dólares. Un padre que aporte 1000 dólares al año podría dejar a su hijo más de 47,000 dólares. En un rango intermedio, un padre que deposite 3000 dólares al año podría aportar casi 131,000 dólares.
Sin embargo, Alex Muresianu, de la Tax Foundation, un grupo de expertos independiente, advierte que las cuentas de Trump podrían hacer aún más intimidante el código fiscal de Estados Unidos. En su lugar, recomienda una cuenta de ahorro universal.
Breunig y Wax comparten preocupaciones similares.
"Somos muy buenos aprobando nuevas leyes. No somos tan buenos deshaciéndonos de las antiguas que lo complican todo", afirmó Breunig.
Wax dijo que la propuesta de Trump "suena complicada" y podría tener consecuencias no deseadas. Afirmó que "saltan las alarmas" sobre el gasto con ventajas fiscales en educación y nuevas pequeñas empresas.
"Cualquier tipo de operación fraudulenta [podría] surgir para aprovecharse de este dinero", dijo Wax. "Crear un programa como este suena muy bien, pero hay que ver qué tipo de abusos y estafas genera".
Lawrence Mead, politólogo de la Universidad de Nueva York, tiene otras preocupaciones.
Mead cree que los incentivos no funcionan cuando se trata de los pobres. En su opinión, muchos de los que se encuentran en la parte inferior de la escala económica están demasiado centrados en la supervivencia a corto plazo como para pensar en el largo plazo.
"Esa es una de las grandes frustraciones de las políticas contra la pobreza", afirma. "Todos los programas iniciales, diseñados por economistas que creen en los incentivos, partían de la premisa de que existía una psicología universal válida tanto para los pobres como para la clase media. Pero eso simplemente no es cierto".
A Mead le preocupa que los pobres no aprovechen al máximo esa oportunidad potencial.
"No pueden mostrar la autodisciplina necesaria para ahorrar dinero para el futuro porque están luchando por sobrevivir en el presente", afirmó.
Más que dinero
Wax también tiene reservas sobre la forma de pensar de los economistas, sobre todo en lo que respecta a la crisis de fertilidad que ha desencadenado el debate sobre las bonificaciones por nacimiento."Los economistas miran debajo de la farola porque ahí es donde está el dinero", afirmó.
"El problema aquí es que los factores que están provocando la caída de la natalidad son tan variados y complejos que no se pueden resolver con dinero".
Breunig también cree que pueden influir otros factores.
"Muchos jóvenes están muy preocupados por el futuro, por el clima y por el planeta y creo que eso les hace reacios a tener hijos", afirmó.
Wax citó la delincuencia y el desorden en las escuelas como factores que reducen las tasas de fertilidad, especialmente entre las clases medias y medias-altas.
"Imagina que la tasa de delincuencia en todos los barrios fuera la de mi barrio. Sería transformador. Los precios de la vivienda bajarían. La gente podría vivir en cualquier lugar y sentir que es un lugar decente para criar a sus hijos", afirmó.
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