En todo el continente europeo, a pesar de haber obtenido proporciones considerables de votos, los partidos populistas están siendo excluidos cada vez más de los gobiernos de coalición por sus oponentes políticos, quienes los consideran extremistas.
Los defensores de la táctica conocida como "cordón sanitario" o "cortafuegos" dicen que no se trata de un ataque a la democracia, sino de una defensa ante ella. Sin embargo, un experto en guerra afirma que esta táctica solo servirá para despertar la ira de los votantes y que "no hay posibilidades de un cambio político pacífico".
Las coaliciones son parte integrante de la vida política en muchos países europeos.
Pero el cordón sanitario, una medida que normalmente se dirige para mantener afuera a los grupos marginales, ahora se está utilizando para excluir a los partidos que están obteniendo un apoyo mayoritario.
Entre estos partidos se encuentran Alternativa para Alemania, Agrupación Nacional en Francia, el Partido de la Libertad de Austria, Vox de España y el Partido por la Libertad de los Países Bajos.
Todos ellos niegan ser "de extrema derecha", como suelen calificarlos los medios de comunicación, sus oponentes o los académicos, pero sus adversarios políticos los consideran inaceptables y han formado coaliciones con la promesa de excluirlos del gobierno.
AfD
La AfD, un partido contrario a la inmigración masiva, que quedó en segundo lugar en las elecciones parlamentarias nacionales de Alemania, con casi el 21 por ciento de los votos, recientemente se le negaron las presidencias y vicepresidencias de las comisiones que le correspondían.El partido está enfrascado en una batalla legal con el Estado para evitar que la agencia de inteligencia interior alemana lo etiquete como un movimiento "extremista" de derecha.
Las políticas de la AfD incluyen un fuerte apoyo al matrimonio tradicional entre un hombre y una mujer y a la familia nuclear, la preservación de la independencia nacional frente al creciente poder de la Unión Europea, la preservación de la cultura alemana en medio de la "integración europea" y la islamización, y la seguridad fronteriza, incluida la expulsión de los inmigrantes ilegales.
Pero esto no parece mermar la popularidad del partido en las encuestas. Según una reciente encuesta del INSA, la AfD alcanza el 24.5 por ciento, pisándole los talones a la CDU, que tiene un 26 por ciento.
Se observa una tendencia similar en otros países.
A principios de junio, el gobierno holandés colapsó después de que el líder del Partido por la Libertad (PVV), Geert Wilders, dijera que su partido se retiraría de la coalición gobernante.
Wilders pidió a sus socios de la coalición que se adhirieran a un plan para reducir la inmigración ilegal, que incluía el uso del ejército para proteger las fronteras holandesas, rechazar a todos los inmigrantes ilegales, devolver a los refugiados sirios a su país y cerrar los refugios para asilo.
En ese momento afirmó que si no se fortalecía la política de inmigración del país, el PVV "saldría del gabinete". Y cumplió su amenaza.
En Austria, conservadores, socialdemócratas y liberales formaron una coalición en marzo para impedir que el Partido de la Libertad, antiinmigración y euroescéptico, llegara al poder, incluso después de que obtuviera la victoria electoral con el 29 por ciento de los votos el pasado mes de septiembre.
El partido fue fundado en 1956 por Anton Reinthaller, un ex oficial de las SS y miembro del Reichstag.
El año pasado, el presidente francés Emmanuel Macron convocó a elecciones anticipadas sorpresivas para el 9 de junio, tras los pobres resultados de su partido centrista Renacimiento en las elecciones al Parlamento Europeo, en las que el partido populista y nacionalista Agrupación Nacional (RN) obtuvo muy buenos resultados.
Sin embargo, RN ha aumentado su porcentaje de votantes de cara a las elecciones presidenciales francesas, que se celebrarán en abril de 2027 o cerca de esa fecha, y actualmente cuenta con un 35 por ciento en la intención del voto.
En 2023, el primer ministro socialista español, Pedro Sánchez, convocó elecciones nacionales anticipadas después de que su partido fuera derrotado en las elecciones locales por el conservador Partido Popular (PP) y el partido nacionalista Vox.
Sánchez logró mantenerse en el poder, pero solo después de meses de disputas con los partidos regionales y un controvertido acuerdo de poder con los separatistas catalanes.
Vox, fundado en 2013, es ahora la tercera fuerza política del Parlamento español.
"Nos excluyeron"
Al explicar la situación de la AfD en Alemania, Richard Schenk, investigador del MCC Bruselas, le dijo a The Epoch Times que excluir a la AfD tendrá "ciertas consecuencias"."La AfD ahora puede afirmar con toda franqueza: 'Nos excluyeron de las decisiones que llevaron a este caos. Nos excluyeron. Queríamos participar, presentar propuestas, asumir la responsabilidad, pero nos excluyeron. Así que realmente no tenemos nada que ver con el caos actual", dijo Schenk.
"A largo plazo, esto hará que la AfD sea más poderosa que cualquier presidencia de comisión".
En el Parlamento Europeo también se ha visto a los Verdes y al grupo liberal Renovación Europa unir fuerzas con el proeuropeo PPE (Partido Popular Europeo) para reforzar el cordón sanitario.
Los miembros de Patriotas por Europa, que incluye a los partidos de Marine Le Pen en Francia, de Viktor Orbán en Hungría, y de ESN (Europa de las Naciones Soberanas), en el que la AfD desempeña un papel principal, fueron marginados el año pasado sin obtener ningún puesto importante en el comité superior, según la revista The Parliament.
"Democracia militante"
Algunos analistas dicen que el cordón sanitario tiene sus raíces en las salvaguardias inherentes a la democracia.El grupo de expertos German Marshall Fund dijo en un informe del año pasado que cree que la incorporación de estos partidos legitimará aún más "la extrema derecha y normalizará posiciones políticas anteriormente marginales o inaceptables, incluidas aquellas contrarias a los valores europeos".
David Ucko, investigador senior no residente del Instituto de Seguridad Nacional y Global (GNSI) de la Universidad del Sur de Florida, le dijo a The Epoch Times que es una tradición de larga data "establecer ciertas reglas del juego" dentro de las instituciones democráticas.
"Si no sigues [las reglas], no puedes jugar", dijo.
"Lo que se observa con los diversos esfuerzos, que a veces se nombra como "democracia militante", es simplemente un intento del Estado, aunque sea a través del gobierno en funciones, para garantizar que se cumplan las normas constitucionales de la democracia".
Dijo que el partido afectado podría ser "de izquierda o de derecha", pero si incumple las reglas del juego, entonces "rompe el requisito constitucional de entrada para ser un contendiente democrático".
"La idea de excluir a un partido o sancionarlo por sus valores, sus expresiones o sus acciones que contradicen al orden constitucional de ese sistema democrático no es inédita ni, en mi opinión, intrínsecamente errónea, dijo.
"No hay potencial para un cambio político pacífico"
Otros dicen que una táctica tan arriesgada podría fomentar la deriva hacia la confrontación.David Betz, profesor de guerra en el mundo moderno en el departamento de estudios bélicos del King's College de Londres, ha analizado en sus estudios que hay fuerzas que están empujando a Occidente hacia una guerra civil.
"No voy a decir que sea el factor principal; diría que es parte del panorama general", le dijo a The Epoch Times.
Agregó que los gobiernos están "cerrando otras voces políticas".
"Ya no hacemos política natural, y lo único que hacemos es convencer a la gente de que el sistema en sí es injusto y que no hay potencial para un cambio político pacífico".
Betz ha señalado en su trabajo que aproximadamente el 75 por ciento de los conflictos civiles posteriores a la Guerra Fría han sido librados por facciones étnicas, y que la inmigración es un tema central de discordia para los partidos populistas.
"Las dos cosas están profundamente relacionadas", dijo.
"Se trata de movimientos que están casi completamente animados por el sentimiento de nacionalismo frustrado de la gente, esencialmente de patriotismo frustrado".
Son movimientos motivados por la percepción de estar siendo desplazados en sus propias tierras, pero también por la de haaber sido traicionados por su propia élite política. Así que al mismo tiempo se da tanto un conflicto étnico como una revuelta conservadora o nacionalista".
Demetrius Floudas, exasesor político y geopolítico de los responsables de la toma de decisiones a nivel de gabinete en varios gobiernos, incluido el Ministerio británico de Asuntos Exteriores, advirtió sobre una posible reacción violenta.
Floudas le dijo por correo electrónico a The Epoch Times que "históricamente, la exclusión política ha provocado a menudo una mayor radicalización y, en ocasiones, un aumento de la popularidad de los partidos excluidos. Además, estas tácticas pueden ser contraproducentes al erosionar la confianza pública en los sistemas democráticos".
Con información de Guy Birchall.
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