Opinión
Las consecuencias de que un país anule en los hechos a su Estado -o lo convierta en un aparato sin sustancia y sólo funcione su gobierno como una maquinaria de propaganda y para sus intereses de facción-, no pueden ser positivas porque el orden jurídico se suple así por la arbitrariedad del poderoso.
En la vida los detalles son importantes, muchas veces revelan el fondo de las cosas. Lo digo porque tuve una premonición negativa cuando la publicidad del primer gobierno de Morena eliminó de la publicidad oficial y de su papelería a la palabra "República". De esa manera ya no era "Gobierno de la República" o "Presidencia de la República", sino "Gobierno de México", "Presidencia de México".
Desaparecer la palabra "República" no fue algo gratuito o inocuo. Se trataba de desaparecer la República en tanto que cimiento del orden público y como la estructura fundamental del Estado y, en ese sentido, como una expresión esencial de la vida política.
La peculiaridad del periodo post revolucionario fue que, después del caos de la lucha de facciones armadas, se reconstruyó una base de Estado y su expresión como República democrática se fue desarrollando en un proceso evolutivo, no sin caídas o singularidades que nos hacían objeto de estudio y provocaban una tensión real entre la forma y el contenido.
Sin embargo, a pesar de todo, los gobiernos post revolucionarios intentaban reconstruir un Estado después de haber demolido el del Porfiriato. El episodio maderista tuvo la característica de su fragilidad política, por eso se buscaban gobiernos fuertes pero sin abjurar de la conciencia de Estado.
Álvaro Obregón vislumbró la educación pública más allá de su condición de caudillo revolucionario, como un hombre de Estado, por ello nombró a José Vasconcelos, un gran espíritu disidente, como secretario de Educación Pública, el mismo Vasconcelos que enfrentaría electoralmente a la facción revolucionaria en el poder.
Cuando el grupo revolucionario en el poder olvidó la idea de Estado y llevó a cabo con espíritu faccioso la persecución religiosa, fueron los campesinos del Bajío y los civiles citadinos, caracterizados todos ellos por su valor y arrojo en la defensa de su fe católica, quienes defendieron la libertad religiosa. La Cristiada permitió el modus vivendi entre Estado e Iglesia, hasta la reforma salinista del artículo 33 constitucional.
La consolidación del régimen post revolucionario se dio precisamente porque evitó en lo más posible ser un gobierno faccioso, aunque los métodos autoritarios se prolongaron un buen tiempo.
Hay varios ejemplos: se abolió el intento de instaurar la "educación socialista" considerada dogmática y que dividía a la sociedad. En su reforma agraria, el presidente Cárdenas tomó en cuenta a campesinos cristeros a pesar de que ellos habían combatido al gobierno en los tiempos cuando se ahorcaba a campesinos "por creer en la Virgen".
Y en lugar de buscar una sucesión con un radical afín a sus ideas, Cárdenas prefirió el péndulo político y de esa forma se inclinó hacia Manuel Ávila Camacho, un sucesor con posturas conservadoras y más congruente por ello ante la realidad caótica de la Segunda Guerra Mundial.
¿Cuál fue el elemento que permitió evitar un régimen caudillista y conformar un régimen casi sui géneris? Sin duda, el hecho de que el grupo en el poder tenía clara la diferencia entre Estado y gobierno. Y por ello sus concesiones al Estado en su trascendencia, sin descuido del gobierno en la coyuntura del poder real en su sexenio correspondiente.
Así pues, el presidencialismo mexicano siempre tuvo una cierta idea de Estado. Su abolición para instaurar un gobierno faccioso nos está llevando a la destrucción de la República por la vigencia de un caudillismo callista y el predominio de la arbitrariedad donde debe regir el principio de Estado.
El principal mal contemporáneo en México es la abolición fáctica del Estado reducido a una formalidad sin contenido, mientras se empodera abiertamente a un gobierno faccioso.
Los gobiernos post revolucionarios fueron abiertos paulatinamente a la idea de Estado. Por ejemplo, en la política exterior crearon una diplomacia de carrera que terminó por darle lustre al servicio exterior mexicano.
Un ejemplo fue alguien como Jaime Torres Bodet, representante mexicano en organismos internacionales; un escritor, intelectual y educador mexicano además de ser un funcionario eficiente. Era homosexual, pero eso correspondía a su vida privada y nunca hizo alarde público de esa condición.
Hago esta referencia, porque el escándalo desatado por el nombramiento de Genaro Lozano como embajador ante Italia es el ejemplo claro de la abolición de Estado y del entronizamiento de un gobierno faccioso en el derrumbe mismo del principio de República.
Para justificar este nombramiento la presidente Claudia Sheinbaum dijo que era porque Genaro Lozano había ayudado a Morena. Es "premiado" entonces por ser un comunicador partidista.
La presidente también dio como argumento que Lozano es un activista LGBTT+. Este es un punto muy delicado. Entre los males contemporáneos está el haber elevado a ideología y a principio de gobierno la defenestración de la identidad biológica. No se trata aquí de las preferencias sexuales que pertenecen a la esfera privada o de la defensa de los derechos humanos, sino de la promoción de identidades falsas -los transgéneros-, el ataque a la familia como principio natural, la legitimación en la infancia del cambio de sexo y el enfermizo exhibicionismo que promueve esta ideología.
Lozano ha hecho públicas fotografías suyas desnudo, con poses "eróticas", ha aparecido en actos públicos vestido de mujer y, peor, se ha difundido un tweet suyo donde lamenta que a los niños no se les enseñe la posibilidad del "sexo anal".
En la Hungría de Orban los desfiles LGBTT+ han sido prohibidos por incluir niños portando la bandera del arco iris y por hacer mofa del cristianismo. En Europa crece una tendencia para frenar los excesos del marxismo posmoderno.
Genaro Lozano escribió en el periódico Reforma un artículo contra Giorgia Meloni, donde además de las políticas hace alusiones personales, a cuyo gobierno envían como representante de México ante el Estado italiano. Se conoce que Giorgia Meloni es una conservadora católica y sostiene públicamente posturas en este sentido. Después del artículo de Genaro Lozano contra Giorgia Meloni no resulta diplomático enviarlo como embajador a Italia. Es un representante LGBTT+, no un representante del Estado mexicano en proceso de abolición fáctica.
Se espera que este nombramiento sea rechazado por el gobierno de Giorgia Meloni, de la Italia que es una de las 10 economías más grandes del mundo. Es una provocación gratuita, indigna de la tradición diplomática mexicana que, en algún tiempo, le dio lustre y prestigio a nuestra política exterior.
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