El ministro de Asuntos Exteriores de china, Wang Yi, dijo recientemente a la máxima diplomática de la UE que China no quiere que Rusia fracase en Ucrania porque Beijing quiere mantener distraído a Estados Unidos, y subrayó que un colapso ruso permitiría a Estados Unidos reorientar su enfoque estratégico hacia Beijing.
Esta declaración, dirigida a la jefa de política exterior de la UE, Kaja Kallas, causó sorpresa a nivel internacional, ya que se aleja de las afirmaciones de neutralidad que China ha mantenido durante mucho tiempo con respecto a la guerra.
Yuan Hongbing, exprofesor de Derecho de la Universidad de Beijing que ahora vive exiliado en Australia, reveló que una reciente filtración de información había enfurecido al presidente ruso, Vladímir Putin, con los líderes comunistas chinos. Según Yuan, la declaración de Wang sirvió como disculpa indirecta, con el objetivo de reparar la confianza y señalar el apoyo continuo al Kremlin.
Citando a una fuente de alto nivel dentro del Partido Comunista Chino (PCCh), Yuan declaró a The Epoch Times que, en mayo, un funcionario de rango medio del Ministerio de Asuntos Exteriores de China desertó a Rusia después de disputas internas con su superior. Llevó consigo una serie de documentos clasificados, incluidos planes de contingencia redactados por Beijing en caso de una derrota rusa en Ucrania.
Estos documentos filtrados revelaron la falta de confianza de Beijing en la estabilidad del régimen de Putin. Los líderes chinos también habían expresado su preocupación por que una derrota rusa permitiera a Estados Unidos y a las potencias europeas apoyar rápidamente a las fuerzas prooccidentales en Moscú, reconfigurando así el panorama político de la posguerra.
Según la fuente de Yuan, los planes sugerían que Beijing está considerando dos estrategias con respecto a sus relaciones con Rusia.
El primer plan consiste en respaldar al Partido Comunista de Rusia para que lidere el país en la era post-Putin, en un intento de configurar el futuro panorama político ruso en línea con los intereses ideológicos del PCCh.
El segundo escenario, más audaz, prevé una jugada geopolítica directa: si las potencias occidentales actúan con decisión para dominar la Rusia de la posguerra, China apoyaría la creación de una "Federación Rusa Oriental" separatista al este de los montes Urales.
Los montes Urales se extienden de norte a sur a través del oeste de Rusia, formando una frontera natural entre las regiones europea y asiática del país. Al oeste se encuentra la Rusia europea, que incluye Moscú y otros importantes centros políticos y económicos, mientras que al este se encuentra Siberia, una vasta región rica en recursos, con una población relativamente escasa y una influencia occidental limitada.
En este escenario, según los documentos filtrados, el ejército chino ocuparía partes de Siberia para asegurarse profundidad estratégica y recursos energéticos, utilizando esta zona como base de operaciones en caso de una invasión total de Taiwán.
Según Yuan, Moscú respondió con rapidez y decisión. A mediados de junio, el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso devolvió al desertor y los documentos clasificados a Beijing, acompañados de un contundente mensaje diplomático: "Rusia es una potencia formidable y su estatus está protegido por su arsenal nuclear".
Yuan afirmó que el apoyo de Beijing a Moscú forma parte de una estrategia más amplia para prolongar el conflicto en Ucrania con el fin de debilitar o incluso agotar a Estados Unidos. Al mismo tiempo, esta estrategia también contribuiría a avanzar en el objetivo fundamental del PCCh: la unificación militar con Taiwán.
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