Opinión
A menudo te dicen que reduzcas el ritmo, te concentres, desconectes o "simplemente te relajes". Pero ese consejo no suele coincidir con cómo son realmente tus días.
Tu atención se dispersa por mensajes, noticias, plazos, chats grupales, expectativas y señales sociales que no se detienen solo porque cierras una aplicación. La presión no te golpea una vez y luego desaparece, se acumula a lo largo del día y, a menudo, te persigue hasta altas horas de la noche.
Por eso, cuando alguien te dice "solo relájate", puede parecer algo ajeno a la vida que realmente llevas.
Eso no significa que estés haciendo algo mal. Significa que el mundo en el que creciste entrenó tu sistema nervioso en condiciones muy diferentes.
Este artículo está escrito para los jóvenes de hoy, pero también está dirigido a cualquiera que intente comprender cómo cambiaron las condiciones en las que se crece y por qué es importante.
Percibir el contraste
Si eres joven, probablemente hayas sentido este contraste sin saber cómo expresarlo con palabras.Estar con personas que no están navegando por Internet, actuando o realizando múltiples tareas te hace sentir diferente. Lo mismo ocurre cuando estás al aire libre sin una pantalla entre tú y el mundo, o cuando trabajas con objetos físicos que no emiten sonidos, no se actualizan ni exigen una respuesta.
En esos momentos, tu respiración se ralentiza. Tus hombros se relajan. Tu atención deja de saltar de una señal a otra. La tensión de fondo que aprendiste a soportar se alivia, aunque solo sea por un momento.
Ese contraste destaca porque la mayor parte de la vida cotidiana mantiene tu sistema en alerta: comprobar notificaciones, leer señales sociales, responder rápidamente, estar localizable.
No es una coincidencia que cada vez más jóvenes compren discos de vinilo, hagan ganchillo, reparen ropa o realicen excursiones sin pantallas. Esa atracción hacia experiencias más lentas y tangibles no es nostalgia por una época que nunca conociste, es tu sistema nervioso respondiendo a condiciones en las que no tiene que estar en guardia.
Pero la mayoría de la gente no nombra esa diferencia; solo te dicen que gestiones mejor el estrés.
Cómo aprendió tu sistema nervioso lo que es "normal"
Mientras creces, tu cerebro y tu sistema nervioso aprenden constantemente lo que el mundo espera de ti, como la rapidez con la que se espera que respondas, la cantidad de estímulos que son habituales, cuánto tiempo se supone que debe durar la atención y con qué frecuencia se alivia realmente la presión.Con el tiempo, esos patrones se vuelven familiares y establecen tus expectativas internas.
Tu cerebro sigue desarrollándose hasta mediados de los 20 años, especialmente los sistemas relacionados con la regulación emocional, el control de los impulsos y la planificación a largo plazo. Durante ese mismo período, los sistemas que aprenden de la retroalimentación, la novedad y los estímulos sociales son especialmente sensibles.
Así que, cuando esos sistemas se desarrollan en un entorno de estimulación, comparación y exigencia constantes, se adaptan y se vuelven buenos para cambiar rápidamente, buscar estímulos y mantenerse receptivos.
En lo que tienen menos práctica es en relajarse por completo, en períodos en los que la atención no se ve atraída y el cuerpo no se prepara para la siguiente señal.
No se trataba solo de una nueva tecnología, sino de un nuevo entorno
Es fácil descartar esto como una historia familiar: llegan nuevas herramientas, la gente se preocupa y, al final, la vida se equilibra.Pero lo que cambió esta vez no fue solo la tecnología, sino el entorno en el que se produjo el desarrollo humano.
La vida se aceleró, la presión social se volvió constante, las comparaciones dejaron de ser ocasionales y se convirtieron en algo habitual. Las expectativas te seguían a casa y te acompañaban las 24 horas del día, los 7 días de la semana.
No entraste en ese mundo como un adulto con un sistema nervioso establecido, sino que creciste dentro de él.
Los cuerpos humanos no evolucionan a la misma velocidad que la tecnología, pero se adaptan a lo que les rodea.
Por qué los consejos familiares ya no funcionan como antes
Cuando consejos como "solo concéntrate", "desconecta" o "reduce la velocidad" provienen de padres, maestros o colegas mayores, generalmente se basan en cómo estaban estructurados sus propios días.Cuando eran más jóvenes, el trabajo terminaba, la escuela terminaba y el tiempo social tenía límites. Cuando llegaba la noche, la presión realmente disminuía y el cuerpo aprendía que era seguro relajarse.
Esa estructura entrenó su sistema nervioso, pero tú no creciste con esa estructura.
Tus días no terminan de forma clara. Los mensajes siguen llegando, los espacios sociales permanecen abiertos, e incluso el descanso suele venir acompañado de información.
Por lo tanto, el consejo no se da sin cuidado, sino que proviene de un marco de referencia diferente.
Cuando todo el mundo intenta explicarse
Hoy en día, demasiadas conversaciones entre generaciones se convierten en explicaciones.Acabas intentando explicar por qué te sientes agotado, cansado o abrumado por cosas que no parecen dramáticas. Las personas mayores a menudo sienten la necesidad de explicar por qué sus consejos deberían funcionar, porque a ellos les funcionaron en su día.
Cuando esos dos marcos se encuentran, puede parecer que nadie escucha, pero en realidad todo el mundo intenta ser comprendido.
Todos hablan con sinceridad y desde su experiencia vivida. Solo que lo hacen desde sistemas nerviosos entrenados en condiciones diferentes.
Una vez que ves esto, no tienes que esforzarte tanto por ganar la discusión o expresar perfectamente tu experiencia. En lugar de ver el estrés, la ansiedad o el agotamiento de alguien como una deficiencia personal, puedes verlo como una señal de que el sistema nervioso responde exactamente como fue entrenado para responder.
Y el entrenamiento puede cambiar.
Cómo cambia el sistema nervioso
Ninguno de nosotros está atrapado en las condiciones en las que creció.El sistema nervioso humano responde a la repetición. Lo que tu cuerpo experimenta una y otra vez se convierte en lo que considera normal. El cerebro se adapta de la misma manera, reforzando los patrones familiares y dejando que otros se desvanezcan con el tiempo.
Saber que este proceso no se detiene nos da una esperanza infinita. Al mismo tiempo, algunas cosas del ser humano no han cambiado en absoluto.
En todas las generaciones, los sistemas nerviosos se calman de manera similar. Nos sentimos más seguros con ritmos constantes, presencia física, tiempo al aire libre y límites claros entre el esfuerzo y el descanso. Nos estresamos cuando se acumulan las exigencias, la atención se ve constantemente distraída y no hay señales claras de que la presión haya terminado.
Crecer hoy en día es realmente diferente. Pero, bajo esas diferencias, el diseño humano es el mismo.
Con la conciencia llega la elección, no la presión de cambiarlo todo, sino la libertad de darse cuenta de lo que realmente ayuda a tu cuerpo a sentirse más estable y lo que lo hace más difícil.
No tienes que rechazar el mundo en el que vives ni convertirte en otra persona. Y no necesitas dar explicaciones perfectas a nadie. Simplemente estás aprendiendo, con el tiempo, a cuidar de cómo estás construido como ser humano y a pasar un poco más de tu vida en condiciones que tu sistema nervioso pueda manejar y un poco menos en aquellas que lo mantienen tenso.
Y, independientemente de la tecnología y las herramientas, eso es algo que todas las generaciones, a su manera, siempre han tenido que aprender.
Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no reflejan necesariamente las opiniones de The Epoch Times.
















