(The Epoch Times/Shutterstock)

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El tratamiento del síndrome de piernas inquietas reduce el riesgo de enfermedad de Parkinson

Un estudio reciente ofrece nueva perspectiva sobre cómo el síndrome de piernas inquietas y la enfermedad de Parkinson pueden estar relacionados

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1 de diciembre de 2025, 9:47 p. m.
| Actualizado el1 de diciembre de 2025, 9:47 p. m.

Para los aproximadamente 30 millones de estadounidenses que sufren inquietud nocturna debido al síndrome de piernas inquietas, un estudio reciente ofrece tanto una advertencia como un consuelo: Aunque la afección puede conllevar un pequeño aumento del riesgo de padecer la enfermedad de Parkinson, los mismos medicamentos que se utilizan para tratarla parecen ofrecer protección.

El hallazgo pone de relieve la compleja relación entre dos afecciones que afectan al sistema dopaminérgico del cerebro y subraya la importancia de un diagnóstico y un seguimiento cuidadosos para las personas que padecen trastornos crónicos del movimiento.

Un sorprendente efecto protector

Los pacientes con síndrome de piernas inquietas tenían un riesgo significativamente mayor de padecer la enfermedad de Parkinson que los pacientes sin síndrome de piernas inquietas, según el estudio publicado en JAMA Network Open.

Sin embargo, los pacientes que fueron tratados con agonistas de la dopamina tenían tasas mucho más bajas de enfermedad de Parkinson, incluso más bajas que los pacientes que no padecen piernas inquietas.

Los agonistas de la dopamina, que a menudo se recetan para tratar la enfermedad de Parkinson, incluyen pramipexol, ropinirol y rotigotina. Por lo general, están disponibles en forma de pastillas y parches.

Los investigadores que analizaron los datos de casi 20,000 personas en Corea del Sur descubrieron que los pacientes que no fueron tratados con agonistas de la dopamina tenían un mayor riesgo de desarrollar la enfermedad de Parkinson y tendían a ser diagnosticados con la enfermedad antes que los controles.

Entre los pacientes tratados, solo el 0.5 % fue diagnosticado con la enfermedad de Parkinson durante un período de 15 años. Por el contrario, el 2.1 % de los pacientes no tratados desarrolló la enfermedad, más de cuatro veces la tasa.

Los resultados sugieren una conexión entre el síndrome de piernas inquietas y la enfermedad de Parkinson, aunque los investigadores desconocen por qué la prescripción de agonistas de la dopamina redujo el riesgo de padecer la enfermedad de Parkinson.

Los agonistas de la dopamina actúan en el organismo como la dopamina, un neurotransmisor que controla el movimiento. Los pacientes con enfermedad de Parkinson suelen tener deficiencia de dopamina, lo que les provoca temblores al moverse. Los agonistas de la dopamina reducen los temblores en pacientes con enfermedad de Parkinson y en pacientes con piernas inquietas, lo que reduce su necesidad de mover las piernas, aunque aún no se conoce con certeza por qué funciona este fármaco.

Comprender el síndrome de piernas inquietas

El síndrome de piernas inquietas se caracteriza por una incómoda necesidad de mover las piernas, cuyos síntomas empeoran en reposo y por la noche y se alivian parcial o temporalmente con el movimiento, según explicó a The Epoch Times el Dr. Luke Barr, neurólogo certificado, director de un centro integral de accidentes cerebrovasculares en el Medio Oeste y director médico de SensIQ, que no participó en el estudio.

Esta afección, que es más frecuente en las mujeres y afecta hasta al 10 % de la población, se caracteriza por una incómoda sensación de "hormigueo" en las piernas, que se siente principalmente por la noche y va acompañada de una necesidad casi irresistible de moverlas.

"Normalmente se trata de un fenómeno sensoriomotor interno", dijo Barr.

El síndrome de piernas inquietas empeora en reposo, mejora con el movimiento y puede estar causado por problemas de salud, como anemia por deficiencia de hierro, enfermedad renal, diabetes y esclerosis múltiple. En los casos más graves, el síndrome de piernas inquietas puede perturbar el sueño, perjudicar la salud mental y afectar a las relaciones personales y profesionales.

Se descubrió que el óxido de magnesio y la vitamina B6 mejoran significativamente la calidad del sueño y los síntomas del síndrome de piernas inquietas, siendo el magnesio el que muestra una mayor eficacia.

La importancia de un diagnóstico preciso

Aunque el efecto protector del tratamiento es alentador, los expertos hacen hincapié en la importancia de un diagnóstico preciso. Los trastornos del sueño, que pueden aparecer en muchos pacientes con enfermedad de Parkinson, también implican movimientos periódicos de las piernas y, en ocasiones, pueden confundirse con el síndrome de piernas inquietas.

Barr señaló que la enfermedad de Parkinson se presenta de forma diferente al síndrome de piernas inquietas, con signos motores característicos como lentitud de movimientos y velocidad (bradicinesia), rigidez, un temblor en reposo que solo afecta a un lado en las primeras fases de la enfermedad y reducción del balanceo de los brazos o cambios en la marcha y la postura.

Añadió que la enfermedad de Parkinson en fase inicial suele incluir signos de alerta no motores, como pérdida del olfato, trastornos del sueño, estreñimiento, ansiedad o depresión, que no se dan en el síndrome de piernas inquietas clásico.

Una limitación del estudio es que no incluye información que verifique si los médicos, como los neurólogos o los especialistas en sueño, confirmaron los diagnósticos, lo que plantea la posibilidad de un diagnóstico erróneo en algunos casos, escribió el Dr. Mark S. Baron, profesor de neurología, en un editorial que acompaña al estudio.

Los autores tampoco pudieron establecer una relación causa-efecto entre las dos afecciones ni confirmar una disfunción compartida de las vías cerebrales.

Qué significa esto para los pacientes

Barr señaló que el estudio no es motivo de alarma, pero sí justifica un enfoque reflexivo e informado.

"Recomiendo a los pacientes y a los médicos que mantengan un umbral bajo para la reevaluación si aparecen nuevos síntomas", dijo. "Especialmente signos de parkinsonismo o características prodrómicas no motoras".

Barr dijo que la conclusión para los médicos es prestar mucha atención a los detalles de los síntomas del sueño y el movimiento de los pacientes, permanecer alerta ante los signos que apunten a otro diagnóstico o a un cambio en el mismo y seguir reevaluando a los pacientes a lo largo del tiempo en lugar de dar por sentado que la afección se mantendrá igual.

Para los pacientes, señaló, mantenerse informados, informar rápidamente de los nuevos síntomas y colaborar con su médico para realizar reevaluaciones periódicas es una respuesta razonable y mesurada a los resultados del estudio.


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