MELBOURNE, AUSTRALIA - 29 DE AGOSTO: Niños comiendo un nuevo Happy Meal en el restaurante McDonald's de Collingwood el 29 de agosto de 2006 en Melbourne, Australia. El nuevo Happy Meal es una alternativa baja en grasas al Happy Meal tradicional de la cadena de comida rápida. La obesidad infantil es un grave problema de salud en Australia y se ha triplicado en los últimos 20 años, hasta el punto de que uno de cada seis niños australianos está clasificado como obeso. (Foto de Kristian Dowling/Getty Images).

MELBOURNE, AUSTRALIA - 29 DE AGOSTO: Niños comiendo un nuevo Happy Meal en el restaurante McDonald's de Collingwood el 29 de agosto de 2006 en Melbourne, Australia. El nuevo Happy Meal es una alternativa baja en grasas al Happy Meal tradicional de la cadena de comida rápida. La obesidad infantil es un grave problema de salud en Australia y se ha triplicado en los últimos 20 años, hasta el punto de que uno de cada seis niños australianos está clasificado como obeso. (Foto de Kristian Dowling/Getty Images).

SALUD

La obesidad infantil: más allá de las calorías que se ingieren y se queman

La obesidad infantil no es un defecto de carácter, sino que está determinada por factores biológicos, ambientales y hábitos familiares, todos los cuales pueden cambiar los padres

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1 de diciembre de 2025, 10:42 p. m.
| Actualizado el1 de diciembre de 2025, 10:42 p. m.

Lily, una niña de ocho años, llegó a mi consulta con sus padres, que estaban frustrados. Según todos los indicios, estaban haciendo lo que la mayoría de la gente consideraría "todo lo correcto". Lily rara vez bebía refrescos, evitaba la comida rápida y disfrutaba de fruta y yogur a diario. A pesar de estos esfuerzos, su peso seguía aumentando.

Sus padres me hicieron la pregunta que escucho a menudo: "Si estamos tomando decisiones saludables, ¿por qué sigue teniendo problemas?".

Historias como la de Lily no son inusuales. La obesidad infantil en Estados Unidos se ha triplicado desde la década de 1970. Durante años, el mensaje predominante ha sido simple: los niños aumentan de peso porque comen demasiado y se mueven muy poco. Pero para muchas familias, esa explicación suena hueca.

La verdad es que el cuerpo no es una calculadora, sino un laboratorio químico. Las calorías importan, sí, pero están lejos de ser lo único que importa.

Los límites de "calorías consumidas, calorías quemadas"

El modelo antiguo asume que si un niño consume menos calorías de las que quema, perderá peso. En teoría, eso es cierto. Sin embargo, en la realidad, dos niños que comen los mismos alimentos pueden tener resultados muy diferentes. Esto se debe a que el metabolismo está determinado por las hormonas, la inflamación, la salud intestinal, el sueño e incluso la exposición a sustancias químicas.

Comprender estos factores ocultos es el primer paso hacia soluciones reales.

1. Inflamación

Piense en la inflamación como la alarma de incendios interna del cuerpo. Un poco es protectora, pero cuando permanece activada, comienzan los problemas. La inflamación crónica de bajo nivel, a menudo provocada por los alimentos procesados, la falta de sueño o el estrés, puede interferir con hormonas como la insulina y la leptina, la hormona que indica la sensación de saciedad.

Las investigaciones demuestran que la inflamación crónica contribuye a la obesidad al alterar el equilibrio energético y favorecer el almacenamiento de grasa.

Solución familiar:

- Céntrese en alimentos integrales antiinflamatorios, como frutas, verduras y pescado rico en omega 3.

- Prioricen el sueño: la luz azul de las pantallas altera la melatonina y empeora la inflamación.

- Fomenten el movimiento diario, que por sí mismo reduce la inflamación.

2. Resistencia a la insulina

La función de la insulina es transportar el azúcar de la sangre a las células para obtener energía. Cuando las células dejan de responder, una condición llamada resistencia a la insulina, el cuerpo lo compensa bombeando más insulina. El exceso de insulina hace que el cuerpo almacene grasa.

Es importante destacar que la resistencia a la insulina puede darse en niños incluso antes de que se les diagnostique diabetes tipo 2. Los estudios demuestran que la resistencia a la insulina es cada vez más común en los niños y está estrechamente relacionada con la obesidad.

Solución familiar:

- Combine los carbohidratos con proteínas y grasas saludables para atenuar los picos de azúcar.

- Evite las bebidas azucaradas, incluso los "jugos 100 % naturales" pueden elevar el azúcar en sangre.

- Fomente la actividad física ligera después de las comidas, como un paseo corto, que mejora la sensibilidad a la insulina.

3. Disruptores endocrinos

Algunas sustancias químicas presentes en los plásticos, los pesticidas y los alimentos procesados imitan o bloquean las hormonas. Por ejemplo, se ha demostrado que el bisfenol A (BPA), presente en algunos plásticos y revestimientos de latas, altera la regulación del apetito y el almacenamiento de grasa. Los niños son especialmente vulnerables porque sus cuerpos y sus sistemas hormonales aún se están desarrollando.

Solución familiar:

- Guarde los alimentos en recipientes de vidrio o acero inoxidable, no de plástico, especialmente cuando los caliente.

- Lave bien las frutas y verduras para reducir los residuos de pesticidas.

- Elija botellas y recipientes sin BPA siempre que sea posible.

4. Microbioma intestinal

Los billones de bacterias que se encuentran en el intestino ayudan a regular la digestión, el metabolismo e incluso los antojos. Un microbioma sano y diverso produce ácidos grasos de cadena corta que mejoran la sensibilidad a la insulina y reducen la inflamación. Sin embargo, los desequilibrios pueden aumentar los lipopolisacáridos, que favorecen el almacenamiento de grasa y la inflamación crónica.

Solución familiar:

- Alimente el intestino con fibras prebióticas como plátanos, cebollas, avena y frijoles.

- Añada probióticos procedentes del yogur, el kéfir o los alimentos fermentados.

- Limite los alimentos ultraprocesados, que perjudican la diversidad intestinal.

Empiecen hoy

Las familias no necesitan la perfección, solo progresar. A continuación se presentan medidas respaldadas por investigaciones que están directamente relacionadas con las causas fundamentales de la obesidad infantil:

El movimiento como juego: Las actividades basadas en el juego mejoran la sensibilidad a la insulina y reducen la inflamación. Un metaanálisis en red descubrió que actividades como el baile, el ciclismo y los juegos activos pueden reducir significativamente el riesgo de obesidad en los niños.

Primero, alimentos reales: Los alimentos integrales regulan mejor el azúcar en sangre que los aperitivos ultraprocesados. Prepare comidas a base de alimentos de un solo ingrediente.

Los hábitos familiares importan: las comidas compartidas están relacionadas con patrones alimenticios más saludables y mejores resultados en cuanto al peso en los niños.

Sin vergüenza, llenos de esperanza

La obesidad no es un defecto de carácter. Es un problema de salud determinado por la biología, el entorno y los hábitos familiares. Sin embargo, las familias no están indefensas.

Cuando los padres y los hijos trabajan juntos, el resultado no se limita al peso, sino que se trata de energía, libertad frente a los bajones de azúcar y resiliencia para toda la vida.

La familia de Lily descubrió finalmente que pequeños cambios en toda la familia —pasar a alimentos integrales, dar prioridad al sueño y añadir más movimiento lúdico— la ayudaban a sentirse mejor en aspectos que iban mucho más allá de la báscula. Aunque la pérdida de peso no era el único objetivo, ni siquiera el principal, su energía, su estado de ánimo y su salud mejoraron. Ella es un recordatorio de que los niños pueden prosperar incluso sin cambios drásticos en la báscula, y que el verdadero objetivo es criar hijos que se sientan fuertes, sanos y seguros de sus cuerpos.

Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no reflejan necesariamente las de The Epoch Times. Epoch Health acoge con agrado el debate profesional y amistoso. 


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