
Marcha sobre la Ciudad de México
En la primavera de 1847, con la guerra entre México y Estados Unidos estancada tras un año de encarnizados combates, el ejército estadounidense invadió y ocupó todo el norte de México y bloqueó todos los puertos importantes del enemigo. Incapaz de recuperar sus provincias septentrionales y de superar la agitación política interna, el Gobierno mexicano se negó a negociar, a pesar de sufrir una derrota tras otra. La Administración Polk, cada vez más impaciente en Washington D. C., tomó la trascendental decisión de forzar la capitulación con una espectacular invasión anfibia del centro de México. Impulsada por una complicada mezcla de cambios políticos, políticas expansionistas y estrategias militares que, en conjunto, fomentaban la coacción agresiva, la directiva presidencial estableció las condiciones para una marcha decisiva sobre la capital mexicana y la consecución de todos los objetivos estratégicos estadounidenses. [1]
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