Autismo: Un trastorno del neurodesarrollo que no tiene por qué durar toda la vida

Esta es la primera parte de "El rompecabezas del autismo".

A pesar de la prevalencia del autismo y la atención pública que recibe, sigue siendo en gran medida un rompecabezas. Esta serie reunirá las piezas: Qué es, qué causa la afección y qué podría aliviarla o incluso curarla.

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A diferencia de la depresión o la ansiedad, el autismo no se clasifica como una enfermedad mental. Es un trastorno del desarrollo neurológico.

La distinción del autismo como trastorno del desarrollo neurológico lo diferencia en términos de tratamiento y potencial de mejora en comparación con otras afecciones psiquiátricas.

"En el autismo, los niños pueden pasar de tener un retraso significativo en el desarrollo en las pruebas de desarrollo a funcionar dentro del rango normal", explicó a The Epoch Times el Dr. Fred Volkmar, profesor emérito de la Facultad de Medicina de Yale, especializado en psiquiatría infantil, pediatría y psicología.

Un trastorno del desarrollo neurológico

El término "trastornos del desarrollo neurológico" se utiliza a menudo de forma intercambiable con "trastornos de inicio en la infancia", dice Volkmar. El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) es otro trastorno del desarrollo neurológico con el que muchos están familiarizados.

El autismo suele aparecer durante los primeros tres años de vida. Sin embargo, los niños con síntomas más leves a menudo pueden ser diagnosticados unos años más tarde.

Los trastornos mentales, como la depresión y la ansiedad, pueden aparecer en cualquier momento de la vida.

Sin embargo, tener una discapacidad del desarrollo neurológico puede aumentar el riesgo de que una persona desarrolle trastornos mentales a medida que envejece y entre el 40 y el 50 % de las personas autistas experimentan depresión y ansiedad, respectivamente, en algún momento de sus vidas.

Las personas con trastornos del desarrollo neurológico tienen dificultades para aprender y realizar tareas sociales, cognitivas y/o físicas.

En el caso del autismo, una de las principales dificultades radica en la interacción social, cuyos síntomas suelen manifestarse entre los 6 y los 24 meses de edad.

"En el desarrollo típico, el interés social y la atención social hacia otras personas es una característica fundamental del desarrollo", explicó a The Epoch Times la psicóloga Deborah Fein, de la Universidad de Connecticut, especializada en la comprensión y el tratamiento de los trastornos del espectro autista.

Las personas con autismo suelen tener dificultades para comprender las señales sociales y mantener conversaciones y relaciones. En relación con estos retos sociales, algunos niños autistas también presentan retrasos en el lenguaje y dificultades para hablar.

Otra característica definitoria es la dificultad para adaptarse al cambio, que se manifiesta en comportamientos repetitivos y rutinas rígidas.

¿Qué causa estas dificultades?

Una combinación de factores

Las primeras investigaciones realizadas en la década de 1970 sugirieron que los niños con autismo mostraban patrones de EEG distintos, lo que respaldaba la teoría de que el autismo tiene su origen en una alteración de la función cerebral. Más tarde, los estudios post mortem también demostraron que existen diferencias en las estructuras anatómicas del cerebro entre las personas autistas y las personas con un desarrollo típico.

Por la misma época, los estudios con gemelos comenzaron a revelar un fuerte componente genético.

Si uno de los gemelos idénticos tiene autismo, hay entre un 60 y un 90 por ciento de probabilidad de que el otro también lo tenga, en comparación con solo un 5 a un 40 por ciento en el caso de los gemelos no idénticos.

Los gemelos idénticos tienen más probabilidades de desarrollar autismo que los gemelos fraternos. (The Epoch Times)

El autismo no se puede atribuir a un solo gen. Los investigadores estiman que entre 500 y 1000 genes podrían estar asociados con el autismo. Hasta el 10 % de los niños diagnosticados con trastorno del espectro autista también padecen un síndrome genético conocido, como el síndrome de Down o la parálisis cerebral. En el 90 % restante, más de la mitad se puede atribuir a una base genética, mientras que el 40 % restante sigue sin tener una explicación.

Los casos sin explicar pueden deberse a afecciones metabólicas como la disfunción mitocondrial. Los factores ambientales, como las complicaciones durante el embarazo y los factores posnatales, como la falta de relaciones sociales, las infecciones durante los primeros años de vida y los productos químicos, también pueden aumentar el riesgo de autismo.

Por lo tanto, el autismo parece ser el resultado de una combinación de factores genéticos, ambientales y neurológicos. "Así que se podría decir que [es un] trastorno neurogenético del desarrollo", dijo Volkmar.

Aun así, la teoría predominante sostiene que el autismo tiene un fuerte componente genético. Como resultado, durante mucho tiempo se ha considerado una afección permanente.

Sin embargo, puede que no siempre sea así.

Superar el autismo

"Hay investigaciones sobre niños que superan el autismo", dijo Volkmar. "Técnicamente, ya no cumplen los criterios del autismo, pero a menudo siguen teniendo síntomas residuales".

El cerebro es más neuroplástico durante los tres primeros años de vida, y al entrenar a un niño para que supere sus dificultades sociales, puede crecer y ser socialmente funcional y dejar de ser considerado autista, dijo Fein.

Los estudios sugieren que aproximadamente el 10 % de los niños con autismo pueden dejar de cumplir los criterios diagnósticos al llegar a la edad adulta.

(The Epoch Times)

Fein llevó a cabo investigaciones que demuestran que ciertos rasgos tempranos pueden predecir el éxito del tratamiento. Los niños con un coeficiente intelectual más alto, mayores habilidades lingüísticas y capacidad para el juego imitativo, combinado con un diagnóstico y una intervención tempranos, tienen más probabilidades de perder su diagnóstico.

Cabe señalar que estos niños tienen una capacidad cognitiva normal y, por lo tanto, padecen una forma más leve de autismo que el autismo profundo, que es el tipo más grave. Analizaremos este tema más a fondo en el siguiente artículo.

El tipo de tratamiento más común para el autismo es el análisis conductual aplicado, una terapia conductual que enseña a los niños habilidades sociales, como mantener el contacto visual y expresar verbalmente sus deseos. Se considera ampliamente como el estándar de oro para el tratamiento del autismo.

Sin embargo, los niños que pierden su diagnóstico no necesariamente se vuelven iguales a los niños con un desarrollo típico.

Fein observó que muchos de estos niños desarrollan más adelante otros problemas, como problemas de atención o TDAH.

Una posible explicación es que las dificultades de atención son una parte fundamental del autismo, aunque no sean un criterio diagnóstico, dice Fein. Por lo tanto, una vez que el niño adquiere mayor destreza social y sale del espectro autista, las otras discapacidades relacionadas con la atención y la concentración se hacen más evidentes y dan lugar a un cuadro de TDAH.

En un estudio de imágenes cerebrales de seguimiento, Fein y sus colegas descubrieron que los niños que habían perdido su diagnóstico de autismo más adelante en su vida, tenían cerebros más similares a los que conservaban la etiqueta de autismo, en comparación con el de los niños con un desarrollo típico.

Los niños que perdieron su diagnóstico también tenían una actividad cerebral única que no se observaba en otros grupos, lo que sugiere que sus cerebros tuvieron que formar nuevas vías para aprender y adaptarse.

Aun así, aunque la etiqueta de autismo ya no sea aplicable, los adultos que crecen con autismo pueden conservar ciertas peculiaridades. Pueden utilizar un lenguaje excesivamente formal que no se utiliza habitualmente en el habla cotidiana, como "emocionado por este nuevo fenómeno" y a veces acuñan nuevas palabras, como "cables electrónicos", en lugar de "cables eléctricos". Como adultos, también son partidarios de las rutinas, dijo Fein.

Dado que los niños que crecen con un diagnóstico de autismo suelen recibir entrenamiento conductual, también siguen más estrictamente las normas sociales y, como resultado, tienden a ser considerados más agradables que los niños con un desarrollo típico, dice Fein.

Fein ilustra cómo las personas con autismo tienden a seguir las normas sociales con un diálogo de la serie de televisión "Ley y orden: intención criminal", en el que unos detectives interrogan a una persona autista: Él [la persona autista] mira al detective y... dice algo así como: "Oh, tengo que apartar la mirada, porque si te miro más de dos tercios del tiempo parezco agresivo, y si te miro menos de un tercio del tiempo parezco evasivo". Aprendió esa regla".

Además de las terapias conductuales, algunos médicos creen que el autismo puede tratarse basándose en sus causas biomédicas subyacentes, como las diferencias inmunológicas, las deficiencias vitamínicas, la disfunción mitocondrial y otras.

Por ejemplo, la investigación del neurólogo Dr. Richard Frye demostró que algunos niños producen anticuerpos que interfieren en la absorción de nutrientes. Cuando se restablecen esos nutrientes, se pueden producir mejoras en la concentración y el lenguaje, según declaró a The Epoch Times.

El médico internista Armen Nikogosian declaró a The Epoch Times que los niños que reciben terapias biomédicas a una edad más temprana, por ejemplo, antes de los cinco años, pueden experimentar grandes mejoras en su comportamiento. Los niños que reciben tratamientos más tarde suelen experimentar mejoras más leves.

La ventana de desarrollo temprano ofrece a algunos niños con autismo, a menudo considerado una discapacidad permanente, la oportunidad de lograr mejoras significativas y duraderas en sus vidas.