Opinión
El presidente Donald Trump promulgó recientemente la amplia Ley de Autorización de Defensa Nacional (NDAA) por valor de 901,000 millones de dólares para el año fiscal 2026. Aunque abarca una amplia gama de cuestiones de defensa y seguridad, varias disposiciones han tocado claramente la fibra sensible de Beijing.
Más allá de la exigencia de una mayor transparencia sobre la riqueza de los altos cargos del Partido Comunista Chino (PCCh), la NDAA contiene múltiples medidas que aumentan significativamente la presión sobre China en materia de tecnología, cadenas de suministro y seguridad regional, especialmente en Taiwán.
Nuevas restricciones a las inversiones en el extranjero
Una de las secciones más importantes endurece los controles estadounidenses sobre las inversiones en China. La NDAA codifica las restricciones a las inversiones estadounidenses en el extranjero. Desde la inteligencia artificial y la computación cuántica hasta los semiconductores avanzados y la biotecnología, la NDAA establece un amplio marco para la revisión de las inversiones en el extranjero.En virtud del nuevo marco, las empresas e inversores estadounidenses deben informar de las transacciones que apoyen determinadas tecnologías de alto riesgo en China u otros "países de interés". El Departamento del Tesoro también recibió nuevas facultades para bloquear directamente este tipo de operaciones.
El prestigioso bufete de abogados Latham and Watkins LLP describió las nuevas disposiciones como un reflejo del actual apoyo bipartidista en el Congreso a la revisión de las inversiones en el extranjero por motivos de seguridad nacional.
La NDAA también toma medidas para reforzar aún más las cadenas de suministro estadounidenses. Prohíbe al Pentágono y a las agencias de inteligencia contratar a empresas chinas de secuenciación genética y biotecnología vinculadas al ejército o los servicios de seguridad de China. La ley restringe al Departamento de Guerra la adquisición de baterías avanzadas, componentes solares, pantallas de ordenador y minerales críticos de entidades extranjeras designadas. También exige la retirada gradual de los ordenadores, impresoras y otros equipos fabricados en China de los sistemas de defensa estadounidenses.
Disposiciones de la NDAA sobre Taiwán
Taiwán ocupa un lugar destacado en toda la NDAA. La ley autoriza hasta 1000 millones de dólares para la Iniciativa de Cooperación en materia de Seguridad de Taiwán, una cifra sin precedentes. Ordena al Pentágono que colabore con Taiwán en programas conjuntos relacionados con sistemas no tripulados y capacidades anti-drones.La ley permite continuar con el entrenamiento militar conjunto entre Estados Unidos, Taiwán y los socios regionales en respuesta a las operaciones de influencia maligna de Beijing. La ley también exige una mayor cooperación entre la Guardia Costera de Estados Unidos y Taiwán y permite el despliegue de personal militar estadounidense en Taiwán para reforzar la seguridad marítima, mejorar la coordinación en la aplicación de la ley y disuadir la agresión.
Cabe destacar que Washington tiene herramientas adicionales en reserva. Las propuestas más duras, como la Ley GAIN de IA y la Ley SAFE Research, que restringirían aún más el acceso hostil al capital, la investigación y los conocimientos especializados de Estados Unidos, no se incluyeron en la NDAA. Sin embargo, incluso sin ellas, las medidas ya suponen un duro golpe para Beijing.
Justo un día antes de firmar la NDAA, la Administración Trump aprobó la mayor venta de armas a Taiwán de la historia, por un valor de más de 11,000 millones de dólares. La cantidad supera los 8400 millones de dólares en ventas de armas aprobadas durante la Administración Biden y supone más de la mitad de los 18,300 millones de dólares en ventas autorizadas durante el primer mandato de Trump.
3 Objetivos de la venta de armas a Taiwán
En primer lugar, la medida desafía directamente dos pilares de la guerra psicológica y de información del PCCh: La idea de que Estados Unidos es un socio poco fiable y la afirmación de que un conflicto sobre Taiwán se decidiría con un único golpe decisivo. La magnitud del apoyo estadounidense envía una señal clara que dice que Washington sigue firmemente comprometido con la autodefensa de Taiwán y que no se deben subestimar las capacidades militares de la isla.En segundo lugar, la venta de armas refuerza la alineación de Estados Unidos con Japón. Después de que la primera ministra japonesa, Sanae Takaichi, dijera el mes pasado que un ataque chino a Taiwán podría constituir una amenaza existencial para Japón —lo que implica una posible intervención militar japonesa—, Beijing reaccionó con dureza con presión diplomática, represalias económicas y amenazas militares.
Aunque los líderes japoneses reconocen desde hace tiempo que "una contingencia en Taiwán es una contingencia en Japón", Beijing no ha estado dispuesto a tolerar que se hagan declaraciones de este tipo abiertamente. Al aprobar un paquete de armas sin precedentes para Taiwán, Trump subrayó la alianza entre Estados Unidos y Japón y señaló que Washington se mantiene firme junto a sus aliados regionales.
En tercer lugar, la medida sirve como advertencia a Beijing para que no malinterprete la política estadounidense a través del prisma de la guerra entre Rusia y Ucrania. Aunque Trump ha llevado a cabo esfuerzos de mediación que podrían considerarse favorables a Moscú, el objetivo subyacente es poner fin al conflicto para que Estados Unidos pueda centrar sus recursos estratégicos en contrarrestar a China. La venta de armas a Taiwán deja claro que Beijing no debe dar por sentado que puede emular las acciones de Rusia sin sufrir graves consecuencias.
En conjunto, la NDAA, la venta récord de armas a Taiwán y la Estrategia de Seguridad Nacional 2025 aclaran la dirección estratégica de Washington.
Aunque la nueva estrategia resta importancia a las diferencias ideológicas y hace hincapié en la seguridad económica, la gobernanza interna y una postura global más selectiva, sigue identificando al PCCh como el principal adversario estratégico. Pone un énfasis sin precedentes en Taiwán y afirma explícitamente que Estados Unidos construirá un ejército capaz de prevenir la agresión en cualquier punto de la primera cadena de islas.
Estos acontecimientos ponen de relieve una realidad clave. La Administración Trump no permitirá que el régimen chino se apodere de Taiwán por la fuerza, un reto que definirá la segunda presidencia de Trump. Dado que muchos analistas consideran que 2027 será un posible punto de inflexión para Beijing, la disuasión es fundamental para la estrategia de Washington.
Si se consideran en conjunto, la NDAA, la mayor venta de armas a Taiwán de la historia y la Estrategia de Seguridad Nacional sugieren que Estados Unidos no está retrocediendo en su postura hacia China, lo que explica por qué Beijing parece profundamente inquieto.
Michael Zhuang contribuyó a este artículo.
Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no reflejan necesariamente las de The Epoch Times.
















