Esta serie, "La retórica agresiva de China contra Japón no se ajusta a su fuerza militar real", compara las fuerzas militares de China y Japón, y muestra que un conflicto real podría poner de manifiesto graves vulnerabilidades dentro del Ejército Popular de Liberación de China.
El 27 de noviembre, el Ministerio de Defensa Nacional de China emitió una firme advertencia en respuesta a los comentarios del primer ministro japonés, Sanae Takaichi, sobre una posible crisis en Taiwán.
Takaichi afirmó que una contingencia en Taiwán podría poner en riesgo directo la seguridad de Japón y constituir una "situación que amenace su supervivencia", en la que Japón podría invocar su derecho a la autodefensa colectiva. El Ministerio de Defensa chino declaró que cualquier intervención militar japonesa en Taiwán se enfrentaría a un duro golpe frontal por parte de China.
Poco después, la Televisión Central de China, o CCTV, difundió una serie de videos en los que se mostraban misiles, bombarderos, sistemas de cohetes de largo alcance y se hablaba de "operaciones en islas y arrecifes". El régimen chino también llevó a cabo múltiples maniobras militares con fuego real en el Mar Amarillo. Estas acciones tenían por objeto aumentar la tensión y moldear la opinión pública en el país.
La debilidad militar de China queda al descubierto en la Primera Guerra Sino-Japonesa
El simbolismo era difícil de pasar por alto.El Mar Amarillo fue en su día escenario de la Primera Guerra Sino-Japonesa (1894-1895), un conflicto al que a menudo alude el Partido Comunista Chino (PCCh) en su retórica contra Japón.
Para China, esa guerra supuso una profunda humillación. La dinastía Qing se mostró demasiado confiada y sufrió una derrota aplastante que puso de manifiesto su debilidad militar. Los barcos estaban obsoletos y la estrategia y la estructura del mando eran defectuosas.
Hoy en día, Beijing parece invitar a una comparación histórica similar, ya que corre el riesgo de llamar la atención sobre las mismas debilidades que intenta ocultar.
Situación actual de las armadas china y japonesa
La armada china es grande y se está modernizando rápidamente. A menudo se la describe como una rival en ascenso de Estados Unidos.Sin embargo, el tamaño por sí solo no determina la fuerza. Las fuerzas navales de China están divididas en tres comandos costeros, y solo los comandos del teatro oriental y septentrional están posicionados para enfrentarse a Japón.
De estos dos comandos, solo una fracción de los barcos más avanzados de China podrían participar. La geografía, la logística y la necesidad de proteger otras regiones limitan lo que Beijing puede desplegar de forma realista.
La Fuerza Marítima de Autodefensa de Japón, más pequeña, está mejor entrenada, mejor integrada con las fuerzas estadounidenses y diseñada para operaciones defensivas de alto ritmo en su región inmediata.
La Séptima Flota de Estados Unidos se uniría a Japón en cualquier conflicto, lo que significa que China se enfrentaría a una fuerza combinada con una vigilancia, una defensa antimisiles y una conciencia marítima mucho más fuertes.
En estas condiciones, el número bruto de buques importa mucho menos.
Tecnológicamente, China sigue estando por detrás. Sus destructores Tipo 055 y Tipo 052D se anuncian a menudo como casi equivalentes a los buques Aegis estadounidenses y japoneses, pero la realidad parece más complicada.
Los motores de China se basan en diseños ucranianos más antiguos. Sus sensores y radares, a pesar de las ambiciosas afirmaciones, se enfrentan a persistentes problemas de fiabilidad, como insinúan ocasionalmente los artículos militares chinos. Es poco probable que los sistemas de defensa aérea construidos sobre bases rusas igualen el rendimiento de los interceptores de misiles Standard Missile estadounidenses desplegados por Japón.
La brecha se amplía aún más en cuanto a capacidades submarinas. Los submarinos japoneses se encuentran entre los más silenciosos del mundo, mientras que los barcos diésel-eléctricos chinos son más fáciles de detectar. El mar de China Oriental es poco profundo y está muy vigilado. Un submarino chino que se dirija hacia Japón podría ser rastreado.
El poder aéreo es aún más decisivo. Los cazas J-20 de China son avanzados, pero tienen limitaciones. Carecen de cañón, no pueden transportar misiles antibuque en su interior y deben dividir su atención entre posibles misiones en el mar de China Oriental y el estrecho de Taiwán.
Los cazas de cuarta generación de China son numerosos, pero sus sistemas de coordinación y apoyo están por detrás de los de Japón. La capacidad de reabastecimiento aéreo de China es escasa y sus pilotos se entrenan en entornos más limitados.
La flota aérea de Japón —F-35, F-15 mejorados y F-2— se beneficia de un fuerte apoyo: aviones de alerta temprana, aviones cisterna de reabastecimiento, ejercicios conjuntos con las fuerzas estadounidenses y acceso a los sistemas de mando estadounidenses. Japón puede mantener los cazas en el aire durante más tiempo y operar con un mejor conocimiento de la situación.
Cuando la historia se repite
Si el conflicto se limitara a buques y aviones, China ya estaría en desventaja. La situación se complica aún más si se tiene en cuenta el clima político de China.El Ejército Popular de Liberación (EPL) se ha enfrentado a una agitación inusual, que incluye escándalos de corrupción, purgas de altos mandos, fallos en las adquisiciones y deficiencias en los programas de misiles que en su día se promocionaron como "revolucionarios". Las pruebas y los videos propagandísticos de alto perfil de Beijing a menudo han revelado inadvertidamente las deficiencias del propio sistema chino.
Sin embargo, la retórica del PCCh hacia Japón sigue siendo cada vez más fuerte.
Al invocar guerras pasadas y proyectar fuerza, Beijing parece decidido a moldear la opinión pública en medio de las crecientes tensiones sobre Taiwán. Pero una retórica fuerte puede ser un arma de doble filo. Estas demostraciones pueden revelar inquietud en lugar de confianza.
Los funcionarios chinos de hoy se enfrentan a un riesgo similar al de la dinastía Qing: un enfrentamiento con Japón podría exponer las debilidades del EPL, socavar la disuasión y dañar la imagen de fuerza que Beijing se ha esforzado por construir.
Por ahora, el PCCh parece más interesado en la intimidación que en la acción. Pero a medida que su retórica se vuelve más agresiva, vale la pena preguntarse qué hay detrás de ella y por qué Beijing sigue hablando con dureza mientras evita un enfrentamiento real.
Por lo tanto, el paralelismo histórico con la Primera Guerra Sino-Japonesa no se refiere a quién ganaría un conflicto moderno, sino a lo que un conflicto podría revelar.
Lea la segunda parte aquí.
Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no reflejan necesariamente las opiniones de The Epoch Times.
















