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Miembros de la Fiscalía General de México vigilan la entrada a la carretera de un presunto «centro de reclutamiento» del crimen organizado en la comunidad de La Estanzuela, en el municipio de Tehuchitlán, estado de Jalisco, México, el 28 de marzo de 2025. (ULISES RUIZ/AFP vía Getty Images)

Miembros de la Fiscalía General de México vigilan la entrada a la carretera de un presunto «centro de reclutamiento» del crimen organizado en la comunidad de La Estanzuela, en el municipio de Tehuchitlán, estado de Jalisco, México, el 28 de marzo de 2025. (ULISES RUIZ/AFP vía Getty Images)

Los desaparecidos: una tragedia mexicana

22 de diciembre de 2025, 10:42 p. m.
| Actualizado el22 de diciembre de 2025, 10:42 p. m.

Opinión

En México tenemos un gobierno que se dice con visión social, pero todo lo define con estadísticas. Los porcentajes prevalecen, las gráficas se exhiben, las realidades se reducen a números y los números se replican como la sustancia de la propaganda.

Y la propaganda es todo. Unos números se escogen cuidadosamente y son los que se difunden mediante el poderío casi irrebatible de la comunicación gubernamental.

De esa manera otros números se desechan, se ocultan, se ignoran. Son números que contradicen a los números positivos. El lenguaje gubernamental se basa así en números que se acompañan con ideas elementales. Con esta combinación se gobierna entonces; se trata de fórmulas propagandísticas, convertidas en lenguaje mágico.

Esta magia de la propaganda gubernamental conjura circunstancias graves y las oculta en el discurso cotidiano. Ya no existe el aspecto humano, las estadísticas componen el fenómeno. Se critica a la vieja tecnocracia y los números de su eficacia, para suplirla con una visión: la propaganda numérica.

La varita mágica de los números y las frases elementales no solo crean la comunicación gubernamental, sino componen el instrumento por excelencia de gobierno.

De esa manera la presidente Claudia Sheinbaum habla de un enorme triunfo gracias a la magia de su desconocida estrategia de seguridad: los homicidios han bajado en un treinta y siete por ciento.

Ya podemos dormir tranquilos, quien sabe cómo —la varita mágica— está cambiando la realidad y, por lo tanto, la percepción de la misma debe ser otra. Todos podemos ya descansar, la magia hipnotiza.

Pero resulta que otro número, otra estadística terrible contradice el supuesto éxito gubernamental: la tasa de desapariciones se ha elevado 74 por ciento.

Ya se trataba de un porcentaje elevado de desapariciones, el mayor a nivel mundial en un país que oficialmente no se encuentra en guerra. Pero esta elevación en el número de desaparecidos es enorme, grave, demencial.

Sólo en México existe un numeroso grupo de mujeres conocidas como "madres buscadoras". Es un numeroso grupo independiente, doloroso, valiente, víctima de asesinatos por parte de criminales en distintos estados de la República Mexicana.

Dan ejemplos que estremecen. Recuerdo uno, una de estas madres encuentra en una fosa los restos de su hija. Había desaparecido ella al ir a una cita de trabajo. La reconoce por los vestigios de la ropa que llevaba el último día que la despidió. Comienza a limpiar los pobres huesos y dice: "Ya vas a descansar amor mío, en una tumba donde podremos ir a rezar".

Y junto a ella estaban las otras madres buscadoras, de pie, en silencio, con sus palas, con su valor, con su soledad todas ellas. Este testimonio quedó grabado para que se entienda de qué trata esta tragedia que padece el país.

Una mujer registra ropa y zapatos encontrados en el Rancho Izaguirre, en la comunidad de La Estanzuela, donde el colectivo "Guerreros Buscadores" localizó tres crematorios humanos mientras buscaba a sus familiares en Teuchitlán, Jalisco, México, el 5 de marzo de 2025. (ULISES RUIZ/AFP vía Getty Images)Una mujer registra ropa y zapatos encontrados en el Rancho Izaguirre, en la comunidad de La Estanzuela, donde el colectivo "Guerreros Buscadores" localizó tres crematorios humanos mientras buscaba a sus familiares en Teuchitlán, Jalisco, México, el 5 de marzo de 2025. (ULISES RUIZ/AFP vía Getty Images)

Como las imágenes de Teuchitlán reveladas en marzo pasado, este campo de la muerte, que el gobierno quiso negar como si su tarea fuera esto, negar la terrible realidad que vive el país.

A ningún grupo representativo de madres buscadoras las ha recibido la señora presidente. Dice: "llegamos todas" para celebrar su presidencia, pero no ellas.

Al contrario, Claudia Sheinbaum acaba de agraviar de nuevo a estas mujeres y de paso a los ciudadanos conscientes de este país.

Cuando un grupo de Madres Buscadoras encontró el campo de Teuchitlán en Jalisco ella encabezó una campaña para denigrar a estas mujeres. Permitió que el senador de su partido, Gerardo Fernández Noroña, se burlara y dijera que los cientos de zapatos y ropa no demostraban nada y podían haber sido "sembrados".

El gobierno federal organizó un tour en Teuchitlán para comunicadores identificados con el oficialismo. Después en una mañanera compitieron en ver quien denigraba mejor a las madres buscadoras.

Nunca pierdo mi tiempo en ver lo que considero el denigrante espectáculo de las mañaneras. Esa vez lo vi. No me dio coraje, sino tristeza. Es sumamente triste se considere como un acto de gobierno un show televisivo propagandístico protagonizado por la máxima autoridad de un país hundido en la inmensa tragedia provocada por la impune violencia criminal.

Así como se quiso banalizar Teuchitlán, así como se guardó silencio con el descubrimiento cerca del estadio de futbol —donde en Jalisco se va a celebrar el Mundial de Futbol—, de decenas de bolsas con restos despedazados de seres humanos, ahora la presidenta dijo unas palabras que sellan un discurso presidencial que quiere mantenerse en la frivolidad, la propaganda, la división y la mentira.

Claudia Sheinbaum dijo: "La mayor parte de los desaparecidos es por problemas familiares, se van de sus casas por este motivo y de todos modos la gente lo denuncia". Busqué que realmente fueran palabras presidenciales y al comprobarlo de nuevo me dio tristeza este intento de banalización, desde el poder, de la tragedia que está viviendo México.

Teuchitlán ya fue un ejemplo. Cientos de muchachas y muchachos desaparecían en una estación de autobuses cercana. Hubo muchas denuncias de esto, pues ahí se dirigían engañados por ofertas de trabajo. Los criminales del Cártel Jalisco Nueva Generación los querían para reclutarlos o por motivos de trata. Los que no servían los mataban. Pero las autoridades ni municipales ni estatales o federales investigaron nunca a pesar de las denuncias Fueron madres buscadoras quienes descubrieron ese campo de la muerte, hoy símbolo de sevicia criminal y de complicidad fáctica de todos los niveles de gobierno.

En México pagamos autoridades en todos los niveles ineptas, cómplices o que consideran como su trabajo ejercer la propaganda y las mentiras, convertidas en su principal acto de poder. Este negacionismo es incluso, a mi parecer, algo inmoral.

Charles Péguy, un filósofo y escritor francés muerto en una trinchera de la Primera Guerra Mundial, escribió: "Si la autoridad no entiende que su deber más importante es sostener de frente la verdad, esa autoridad no sirve pues representa incluso el mal, el mal de la mentira y la propaganda basada en ella". Estas palabras resumen esa parte de la actual tragedia mexicana.


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