Tailandia y Camboya firman un acuerdo de alto el fuego el sábado, que pone fin a semanas de choques fronterizos, los más mortales en años entre los dos países del sudeste asiático, con ataques aéreos, intercambios de cohetes y fuego de artillería.
El acuerdo, que entra en vigor al mediodía hora local, exige que ambas partes mantengan las posiciones actuales de las tropas sin avances, según una declaración conjunta de sus ministros de Defensa.
"Ambas partes acuerdan mantener los despliegues actuales de tropas sin más movimiento", dice la declaración. "Cualquier refuerzo aumentaría las tensiones y afectaría negativamente los esfuerzos a largo plazo para resolver la situación".
El acuerdo lo firman el ministro de Defensa de Tailandia, Natthaphon Nakrphanit, y su homólogo camboyano, Tea Seiha, y concluye 20 días de violencia que causa al menos 101 muertes y obliga a más de 500,000 personas a abandonar sus hogares en ambos lados.
Los combates estallan de nuevo a principios de diciembre tras el colapso de un alto el fuego previo que el presidente Donald Trump ayuda a negociar en julio para detener un brote anterior de hostilidades.
Esa tregua de julio, presentada como inmediata e incondicional, se negocia durante conversaciones en Malasia mediadas por el primer ministro Anwar Ibrahim, quien preside la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN). En ese momento, los combates ya provocan al menos 35 muertes y la evacuación de más de 260,000 residentes a lo largo de la frontera de 500 millas.
Trump mantiene llamadas telefónicas separadas con el primer ministro interino de Tailandia, Phumtham Wechayachai, y con el primer ministro de Camboya, Hun Manet, durante las cuales pide un "alto el fuego inmediato". Luego dice que los líderes desean un fin de la violencia después de que él da un ultimátum de que retendría posibles acuerdos comerciales con Estados Unidos si los combates no se detienen. Trump califica las conversaciones como "muy buenas" y destaca que ambas partes apuntan a una resolución.
Manet nomina a Trump para el Premio Nobel de la Paz en agosto, respaldo que reciben 70,000 monjes budistas en Camboya que elogian su papel para detener el conflicto anterior.
A pesar de la resolución del verano, a mediados de diciembre fuerzas tailandesas y camboyanas combaten en múltiples puntos a lo largo de su frontera compartida de 508 millas. Tailandia corta los envíos de combustible a través de un puesto fronterizo con Laos, lo que resalta temores de que los suministros se desvíen a unidades militares camboyanas.
Funcionarios de ambos países expresan esperanza de que el nuevo alto el fuego abra el camino a conversaciones diplomáticas para abordar los problemas de fondo.
La violencia genera preocupación internacional, con llamados a poner fin a los combates por parte de potencias regionales y de las Naciones Unidas. Se espera que observadores de la ASEAN se desplieguen para verificar el cumplimiento, y continúen su participación previa para poner fin al conflicto.
Con información de Reuters.
















