China lanza su nueva K-visa para atraer talento extranjero y competir con EE.UU., pero la censura, las duras jornadas laborales y las estrictas reglas migratorias amenazan con frustrar el ambicioso plan de Beijing.
El lanzamiento de la K-visa desata indignación entre millones de jóvenes chinos sin trabajo, que acusan al régimen de priorizar a extranjeros mientras la tasa de desempleo juvenil roza el 19 por ciento.
Un exfuncionario del Partido Comunista denuncia amenazas y persecución tras romper con el régimen en medio de un movimiento silencioso que ya llevó a más de 450 millones de chinos a renunciar al PCCh.
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