
Mario Vargas Llosa: El hombre que rompió con la tribu
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En la primavera de 1847, con la guerra entre México y Estados Unidos estancada tras un año de encarnizados combates, el ejército estadounidense invadió y ocupó todo el norte de México y bloqueó todos los puertos importantes del enemigo. Incapaz de recuperar sus provincias septentrionales y de superar la agitación política interna, el Gobierno mexicano se negó a negociar, a pesar de sufrir una derrota tras otra. La Administración Polk, cada vez más impaciente en Washington D. C., tomó la trascendental decisión de forzar la capitulación con una espectacular invasión anfibia del centro de México. Impulsada por una complicada mezcla de cambios políticos, políticas expansionistas y estrategias militares que, en conjunto, fomentaban la coacción agresiva, la directiva presidencial estableció las condiciones para una marcha decisiva sobre la capital mexicana y la consecución de todos los objetivos estratégicos estadounidenses. [1]
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Mientras los aranceles acaparan los titulares, la administración Trump está reconstruyendo silenciosamente las defensas de las islas del Pacífico de Estados Unidos para contrarrestar la expansión del Partido Comunista Chino (PCCh).
No encajo perfectamente en ninguna categoría política, especialmente en lo que respecta a la inmigración. Estoy casada con un hombre que llegó aquí ilegalmente a los 16 años. Asumí la tutela legal de un menor no acompañado y lo acogí en mi familia. Trabajo tanto en el sector hotelero como en el agrícola, dos industrias que dependen en gran medida de la mano de obra inmigrante. Mis opiniones sobre la frontera no coinciden con las de ningún partido y soy consciente de que personas de ambos lados del espectro político pueden encontrar algo en este artículo con lo que no estén de acuerdo. Pero eso no hace que la conversación sea menos necesaria. La hace más urgente.
Las tarifas implementadas bajo la administración Trump han generado una extensa polémica en los medios tradicionales, enfocándose principalmente en presuntos efectos negativos para el consumidor y el mercado internacional. Sin embargo, desde una perspectiva macroeconómica clara y objetiva, estas medidas representan beneficios sustanciales para las pequeñas empresas y trabajadores estadounidenses. A continuación, se presentan diez razones fundamentales que explican cómo estas tarifas fortalecen la economía local, impulsando a las pequeñas empresas y generando empleos bien remunerados:
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