Una corte de Queensland otorgó a una niña de 12 años la facultad de consentir su propio aborto quirúrgico.
La joven, identificada únicamente como E en los documentos judiciales, se había embarazado de su pareja de 13 años, pero no deseaba tener el bebé.
Al momento de la sentencia del 25 de junio, publicada por las cortes el 23 de julio, la niña tenía aproximadamente nueve semanas de embarazo y estaba ansiosa por abortar por temor a que su padre se volviera violento si descubría el embarazo.
El personal del hospital, cuyo nombre no se reveló, creía que una interrupción del embarazo a las 12 semanas de gestación presentaría el menor riesgo de complicaciones para la niña.
Según documentos judiciales, la madre y la abuela de E apoyaron que se sometiera a un aborto.
Sin embargo, el personal del hospital, que coincidía en que la interrupción era lo mejor para E, solicitó una orden judicial porque les preocupaba que la niña no tuviera la capacidad de consentir el procedimiento por sí misma.
Además, según la legislación vigente, un padre no puede consentir un aborto en nombre de su hijo.
Una partera, mencionada en los documentos judiciales, declaró que E necesitó ayuda para comprender algunas de las preguntas que se le formularon sobre la interrupción del embarazo y que la partera no pudo mantener una conversación detallada con la niña.
"La partera se quedó con la opinión de que E no demostró suficiente conocimiento de los riesgos y beneficios de la operación", comentó la juez Catherine Muir.
"Pero esta evidencia debe analizarse ahora a la luz de la evidencia que E presentó ante mí, donde conoció claramente los riesgos asociados con la intervención quirúrgica".
"La madre de E cree que E demuestra una madurez indebida para su edad y que era muy consciente de su cuerpo y de cómo funciona".
Una estatua de Temis, la diosa griega de la justicia, se encuentra frente a La Corte Suprema en Brisbane, Australia, el 20 de octubre de 2016. (Imagen de AAP/Dave Hunt).El ginecólogo obstetra tratante también expresó su preocupación por el hecho de que E no pudiera asimilar los riesgos del aborto médico en comparación con el aborto quirúrgico aproximadamente una semana después de que le fueran descritos.
El juez Muir señaló que la verdadera pregunta para la corte era si E había alcanzado la comprensión suficiente para entender plenamente lo que se le había propuesto.
La prueba de Gillick, que se utiliza legalmente para determinar la capacidad de consentimiento de un niño en estos casos, establece que este debe ser capaz de comprender lo que se le propone y también de expresar sus propios deseos.
Se aceptó que E pudiera explicar los riesgos del aborto a la corte.
El juez Muir declaró que E era competente para consentir la interrupción de su embarazo y que podía dar un consentimiento válido y legal para dicho tratamiento.
La corte ocultó el nombre y la ubicación de la niña para proteger su anonimato.
Únase a nuestro canal de Telegram para recibir las últimas noticias al instante haciendo clic aquí
