La nueva estrategia de seguridad nacional de la administración Trump establece la definición más clara hasta la fecha de la doctrina para el segundo mandato: Estados Unidos ya no actuará como "Atlas", con el orden mundial sobre sus hombros, sino que dará prioridad al control fronterizo, la fortaleza industrial y la influencia indiscutible en el hemisferio occidental, al tiempo que abordará el resto del mundo con una selectividad más marcada.
A continuación se presentan cinco conclusiones principales de la estrategia y cómo redefinen la postura global de Estados Unidos, remodelando las prioridades de este país en Europa, China y la región indopacífica, Ucrania, Oriente Medio y el hemisferio occidental en general.
Europa: un continente que debe recuperar su propia seguridad
La estrategia presenta a Europa como una región que se enfrenta a retos estructurales —migración masiva, declive demográfico y polarización política— y sugiere que el continente corre el riesgo de "desaparecer como civilización" si no logra revertir esta dinámica.Insta a los gobiernos europeos a "recuperar [su] confianza en sí mismos como civilización" y asumir una responsabilidad mucho mayor por su propia seguridad.
Para Washington, esto supone un cambio de papel. La estrategia dice que Estados Unidos continuará apoyando a los aliados de la OTAN, pero principalmente como coordinador estratégico y no como garante de seguridad por defecto del continente. En lugar de depender de las tropas y la financiación estadounidenses, se espera que Europa reconstruya su capacidad de defensa, refuerce sus fronteras y estabilice su política.
"Queremos apoyar a nuestros aliados en la defensa de la libertad y la seguridad de Europa, al mismo tiempo que restauramos la confianza de la civilización europea y la identidad occidental", señala el documento.
"Nos opondremos a las restricciones antidemocráticas impulsadas por las élites sobre las libertades fundamentales en Europa, la anglosfera y el resto del mundo democrático, especialmente entre nuestros aliados".
Este cambio respalda el objetivo declarado de la administración de buscar un fin negociado a la guerra en Ucrania, un "interés fundamental" necesario para detener el desgaste de las economías europeas y permitir a Estados Unidos reasignar recursos militares e industriales a regiones de mayor prioridad.
El documento describe a Europa como una región "estratégica y culturalmente vital" para Estados Unidos, identificando el comercio transatlántico como un pilar clave tanto de la economía global como de la prosperidad estadounidense.
"No solo no podemos permitirnos descartar a Europa, sino que hacerlo sería contraproducente para los objetivos de esta estrategia", dice el documento, añadiendo que redunda en el interés nacional de Estados Unidos que Europa sea "fuerte" y "colabore con nosotros para impedir que cualquier adversario domine" la región.
Más allá de la distribución de la carga de la seguridad, la estrategia también exige un reajuste más amplio de la postura económica y política de Europa. Esto implica ampliar el acceso de Estados Unidos a los mercados europeos, fortalecer los lazos comerciales y de defensa con los países de Europa Central, Oriental y Meridional, poner fin tanto a la percepción como a la realidad de la OTAN como una alianza en perpetua expansión, y presionar a los gobiernos europeos para que combatan las "prácticas económicas hostiles", como el exceso de capacidad mercantilista, el robo de tecnología o el ciberespionaje.
China: competencia reorientada en torno al poder económico
Aunque la estrategia dice que China sigue siendo el principal competidor a largo plazo de Estados Unidos, enmarca la competencia como principalmente económica y no militar.El documento hace énfasis en restaurar la soberanía de la cadena de suministro, asegurar tecnologías críticas, controlar los flujos de minerales y reconstruir la capacidad industrial nacional a través de aranceles e incentivos para la relocalización.
"A largo plazo, mantener la preeminencia económica y tecnológica de Estados Unidos es la forma más segura de disuadir y prevenir un conflicto militar a gran escala", dice el documento, lo que sugiere que la administración Trump considera el poder económico como la columna vertebral de la disuasión.
Aunque los compromisos militares en el Indo-Pacífico se mantendrán firmes, la estrategia insta a los aliados de Estados Unidos a asumir una responsabilidad mucho mayor en la defensa regional.
La estrategia señala que "el ejército estadounidense no puede, ni debe, hacerlo solo", lo que indica un cambio de carga a largo plazo que se extiende desde Australia hasta Japón y Corea del Sur, así como a otros socios existentes y emergentes en el sudeste asiático.
La estrategia declara que Estados Unidos mantendrá una presencia militar regional capaz de "rechazar la agresión en cualquier lugar de la primera cadena de islas", reafirmando sus compromisos con Taiwán y la estabilidad regional, pero como una responsabilidad conjunta entre aliados, no como una cobertura unilateral de Estados Unidos.
"Los esfuerzos diplomáticos de Estados Unidos deben enfocarse en presionar a nuestros aliados y socios de la Primera Cadena de Islas para que permitan al ejército estadounidense tener un mayor acceso a sus puertos y otras instalaciones, para que gasten más en su propia defensa y, lo que es más importante, para que inviertan en capacidades destinadas a disuadir la agresión", dice el documento.
"Esto interconectará las cuestiones de seguridad marítima a lo largo de la Primera Cadena de Islas, al tiempo que reforzará la capacidad de Estados Unidos y sus aliados para frustrar cualquier intento de apoderarse de Taiwán o lograr un equilibrio de fuerzas tan desfavorable para nosotros que haga imposible la defensa de esa isla".
La estrategia también exige tomar "medidas enérgicas" para impedir que cualquier gobierno "potencialmente hostil" controle el mar de la China Meridional, una ruta marítima vital que China ha tratado cada vez más de dominar.
El enfoque combinado de reequilibrar la relación económica de Estados Unidos con China, al tiempo que se mantiene un fuerte enfoque en la disuasión, "puede convertirse en un círculo virtuoso, ya que la fuerte disuasión estadounidense abre espacio para una acción económica más disciplinada, mientras que una acción económica más disciplinada conduce a mayores recursos estadounidenses para mantener la disuasión a largo plazo".
La estrategia presenta un amplio programa para contrarrestar la influencia global de China, que incluye reducir la dependencia de Estados Unidos de la industria manufacturera china, reforzar la protección de las tecnologías avanzadas, asegurar las cadenas de suministro de minerales críticos y ampliar la cooperación económica y de seguridad con los socios de la región Indo-Pacífico para garantizar que la región no pueda ser coaccionada o dominada por Beijing.
Ucrania: la paz negociada como necesidad estratégica
La estrategia presenta la guerra de Ucrania como un importante lastre para la estabilidad europea y el margen estratégico de Estados Unidos, y sostiene que la resolución del conflicto es esencial para reequilibrar la postura global de Estados Unidos."Es un interés fundamental de Estados Unidos negociar un rápido cese de las hostilidades en Ucrania, con el fin de estabilizar las economías europeas, evitar una escalada o expansión involuntaria de la guerra y restablecer la estabilidad estratégica con Rusia, así como permitir la reconstrucción de Ucrania tras las hostilidades para que pueda sobrevivir como un Estado viable", dice el documento.
El documento describe a Europa como cada vez más afectada por el conflicto y señala que la agresión rusa ha dejado a los Estados europeos profundamente inquietos, hasta el punto de que muchos europeos consideran ahora a Rusia como una "amenaza existencial".
"La gestión de las relaciones europeas con Rusia requerirá un importante compromiso diplomático por parte de Estados Unidos, tanto para restablecer las condiciones de estabilidad estratégica en toda la masa continental euroasiática como para mitigar el riesgo de conflicto entre Rusia y los Estados europeos", dice el documento.
Al mismo tiempo, el documento critica a ciertos gobiernos europeos por mantener "expectativas poco realistas sobre la guerra" mientras reprimen la oposición política, argumentando que esto ha impedido que el deseo de paz de la población se traduzca en políticas.
En el documento, la búsqueda de una solución negociada no se presenta como un abandono de Ucrania, sino como un requisito previo para una Europa estable, capaz de reformarse a sí misma y retomar su papel de aliado confiable.
Aunque el documento no establece un plan de solución, caracteriza el conflicto como uno que Europa debe gestionar cada vez más, con Washington desempeñando un papel de apoyo en lugar de liderazgo.
El nuevo enfoque encaja en la doctrina más amplia de reducir las "cargas globales eternas", alejándose de la expectativa de que Estados Unidos deba asumir la defensa a largo plazo de otras regiones.
Hemisferio occidental: un "corolario de Trump" a la Doctrina Monroe
Un pilar central de la nueva doctrina es una reorientación geográfica clave hacia el hemisferio occidental, con una estrategia que revive y actualiza explícitamente la Doctrina Monroe."Estados Unidos debe ser preeminente en el hemisferio occidental como condición para nuestra seguridad y prosperidad, una condición que nos permita afirmarnos con confianza donde y cuando sea necesario en la región", dice la estrategia, argumentando que la fortaleza de Estados Unidos en el país y en el extranjero depende de asegurar primero el hemisferio.
Con ese fin, el documento introduce un "corolario de Trump" a la Doctrina Monroe, en el que se compromete a impedir que los adversarios extranjeros —implícitamente China— adquieran puertos, sistemas de telecomunicaciones o infraestructuras clave en toda América Latina.
Pide ampliar las operaciones navales y de la Guardia Costera, actuar de forma agresiva contra los cárteles de la droga —incluso con el uso potencial de la fuerza letal— y aumentar la participación comercial para desplazar la inversión extranjera.
"Queremos un hemisferio que permanezca libre de incursiones extranjeras hostiles o de la propiedad de activos clave, y que apoye las cadenas de suministro críticas", dice el documento.
"Y queremos garantizar nuestro acceso continuo a lugares estratégicos clave".
Parte de la estrategia hemisférica asertiva de la administración consiste en garantizar la estabilidad y la gobernanza regionales para desalentar la migración masiva a Estados Unidos y tomar medidas enérgicas contra los cárteles, los "narcoterroristas" y otras redes criminales cuyas operaciones perjudican a las comunidades estadounidenses.
Oriente Medio: compromisos de seguridad sin "construcción de naciones"
La estrategia ubica a Oriente Medio en una categoría diferente a la de épocas anteriores de la política exterior estadounidense: sigue siendo estratégicamente relevante, pero ya no es un escenario para la ingeniería militar o política sin límites.El documento sostiene que décadas de intervenciones a gran escala y esfuerzos de construcción del Estado han aportado poca estabilidad duradera y, a menudo, han desviado los recursos estadounidenses de otras regiones de mayor prioridad. De cara al futuro, el enfoque de Washington se define por un conjunto más reducido de objetivos: proteger las vías navegables vitales, defender a los socios clave, contener el terrorismo y evitar que los adversarios establezcan puntos de apoyo que amenacen la seguridad energética mundial o los intereses estadounidenses.
"Estados Unidos siempre tendrá un interés fundamental en garantizar que los suministros energéticos del Golfo no caigan en manos de un enemigo declarado, que el estrecho de Ormuz permanezca abierto, que el mar Rojo se mantenga navegable, que la región no sea una incubadora o exportadora de terrorismo contra los intereses estadounidenses o el territorio nacional estadounidense, y que Israel siga estando seguro", dice el documento.
"Podemos y debemos abordar esta amenaza ideológica y militarmente sin décadas de guerras infructuosas de 'construcción de naciones'", continúa. "También tenemos un claro interés en ampliar los Acuerdos de Abraham a más naciones de la región y a otros países del mundo musulmán".
La estrategia señala que el cambio en la política exterior estadounidense hacia Oriente Medio se debe al hecho de que la región "ya no es la fuente constante de irritación y de catástrofe inminente que era antes", sino que está emergiendo como un lugar de inversión y colaboración.
En general, la nueva estrategia de Trump supone una visión del mundo en la que el poder de Estados Unidos sigue siendo formidable, pero está más concentrado.
Exige una mayor autosuficiencia de los aliados, reduce la presencia de Estados Unidos en escenarios lejanos y busca restaurar la fuerza nacional enfocándose en prioridades más cercanas a casa, como la seguridad fronteriza, la reactivación industrial y la estabilidad en el hemisferio occidental.















